«¡Cómo me gustaría tener respuesta a todas las preguntas e inquietudes que desde la madrugada del 22 de marzo, al conocer tu muerte repentina, afloran en mi alma y en la de tantos que lloran hoy tu partida inesperada!», exclamó el obispo, Ángel Pérez, en el funeral por el Wieslaw Dziadosz, arcipreste del Somontano y párroco de la Unidad Pastoral de Barbastro fallecido pocos días antes de cumplir 43 años. Veinticuatro sacerdotes, de todos los rincones de la diócesis, concelebraron la solemne eucaristía, acción de gracias por una joven vida consagrada al sacerdocio.
La iglesia en la que desarrolló la mayor parte de su labor pastoral, la de san Francisco de Barbastro, llenó su aforo con fieles, representantes de comunidades religiosas, cofradías, movimientos e, incluso, de la Guardia Civil, que cada 12 de octubre celebra en este templo a su patrona. A todos ellos mencionó el obispo porque «te extrañarán y seguirán poniéndote como mediador privilegiado para conectar con Dios. Hazles sentir a cada uno que los cristianos de la Diócesis de Barbastro-Monzón están amenazados, es verdad, pero no de muerte, ni de vacío, ni de sinsentido… sino de Resurrección».
Mons. Ángel Pérez agradeció las muestras de cariño y condolencias recibidas y transmitió el sentir de la familia que, desde Polonia, también habían comprobado lo muy querido que su hijo, hermano o amigo, Wieslaw, era en Barbastro-Monzón. A la misma hora se estaba celebrando el funeral en Polonia y, por expreso deseo de su familia, la colecta de ambas ceremonias se destinará a las misiones.
«Gracias, Wieslaw, porque con tu muerte nos estás ayudando a encontrar una respuesta que de sentido al misterio del dolor y de la muerte, al misterio de la felicidad y de la eternidad. Gracias, Wieslaw, por gritar a los jóvenes que no tengan miedo de entregar su vida por los demás, consciente del regalo que ha sido tu sacerdocio para tantos», concluyó.
Sus compañeros en la Unidad Pastoral de Barbastro, Ángel Noguero y José Luis Nunes, junto a José María Ferrer, que se incorpora ahora a esta labor, exhibieron entre los aplausos de los asistentes el evangeliario y dos fotografías: una corrrespondiente a su ordenación sacerdotal, de manos de don Alfonso Milián, y una segunda, en la parroquia, sonriente junto al cirio pascual. Descanse en paz.
