El arzobispo Vicente Jiménez Zamora presidirá una misa con este motivo en la catedral basílica del Pilar a las 12.00 horas. La fecha elegida es la de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, patronos de los ancianos, el grupo social más golpeado por la enfermedad y la muerte a causa de la pandemia del coronavirus. En todas las iglesias y oratorios de la Archidiócesis deberá ofrecerse una misa por el eterno descanso de todos los fallecidos durante la pandemia.
El Arzobispo, en una carta dirigida a todos los sacerdotes y fechada el 26 de mayo, marca los cuatro objetivos de esta Jornada. Los dos primeros se dirigen a lo ya vivido: se celebrará la misa, ofreciéndola por el eterno descanso de todos los difuntos y por el consuelo y esperanza de los familiares; así como “para dar gracias a Dios por todo el trabajo y sacrificio realizado por tantas personas en los días duros de la pandemia”.
Por otra parte, se mirará al futuro inmediato, rogando de una manera especial por los mayores y por las residencias de ancianos; y pidiendo “luz, comunión y entrega fraterna ante la crisis sanitaria, social, económica y laboral provocada por la pandemia y el confinamiento”.
Jiménez Zamora concluye su misiva disponiendo que el día fijado, 26 de julio, “en todas las parroquias e iglesias abiertas al culto de nuestra diócesis de Zaragoza, se celebre una eucaristía ofreciéndola por el eterno descanso de todos los fallecidos durante la pandemia”. El mismo Arzobispo la celebrará en el Pilar, a las 12.00 horas.
Más allá de esta jornada específica, la Iglesia ha rezado y sigue rezando todos los días por todos los difuntos a causa de la pandemia, y los acompaña con su oración en la hora del entierro y de las exequias.