José Pedro Manglano, fundador de Hakuna, visita Zaragoza

Luis Sierra
15 de noviembre de 2022

Hakuna es una “gran familia eucarística”, tal y como la definió el Papa Francisco en 2018. Está presente en muchas ciudades de una veintena de países. En cada lugar, da culto al Santísimo por medio de la música. El jueves, 10 de noviembre, con motivo de una Hora Santa organizada en el Seminario Metropolitano de San Valero y San Braulio, su fundador, José Pedro Manglano, tuvo oportunidad de visitar la ciudad de la Virgen del Pilar.

Casi doscientas personas, en su mayoría jóvenes, han acudido hoy al seminario. ¿Qué sabor de boca le ha dejado este encuentro?

Para un sacerdote, estar en un seminario… Son momentos muy dulces. Porque te recuerdan momentos de tu vida y ves personas a las que les espera un futuro formidable. ¡Todo ese camino…!

Bueno, creo que los que están aquí en el seminario todavía no se enteran de nada. Yo sigo sin enterarme [sonríe]. Antes de ordenarme, no tenía ni idea de la maravilla que es el regalo del sacerdocio: la esponsalidad con la Iglesia, que es bellísima; y, luego, esa paternidad de la que se puede participar de un modo muy concreto. ¡Una paternidad tan enorme! Lo escribía hace poco, en El Crucificado (CTEA, 2021): aunque hubiese vivido la poligamia, nunca hubiera saciado los deseos del corazón.

En este momento, ¿qué tiene don José Pedro Manglano en la cabeza y en el corazón?

¿La verdad? Gozo. Justo en el Evangelio de hoy (Lc 17, 20-25) habla el Señor de que el Reino de los Cielos está aquí y, en esta vida, Dios permite ir paladeando muchos momentos de…, bueno, ¡el Cielo! Porque no tiene nada que ver con ese sufrimiento o avatares, o altibajos. Sino el Cielo que nos va concediendo a cada uno en el alma y verlo en otras personas. Cada una con su historia. Cuando se va viendo ese encuentro con Dios, después de alejamientos o búsquedas, produce una profunda alegría. No sólo alegría, sino como profunda alegría.

En la cabeza y en el corazón, no sé. Creo que tengo mucho agradecimiento, mucha paz y mucho deseo de que Dios siga haciendo… que pueda realizar sus sueños con nosotros. Estar ahí tratando de molestar lo menos posible a lo que Él quiere ir haciendo.

“Lo más bonito de este proceso es darse cuenta de que es Dios quien va realizando las cosas”

¿Qué es lo que le ha resultado más difícil en todo este proceso? 

Gracias a Dios, no recuerdo momentos de dificultad especial. En todo caso, las dificultades conmigo mismo. De poder… De estar más en sintonía con Dios y de no distraerme. Pero, gracias a Dios, no registro dificultades especiales. 

¿Y lo más bonito?

Por otro lado, lo más bonito de este proceso es, quizá, la inconsciencia. Me parece que es bonita. Vivir una historia en la que, te das cuenta de que, de manera inconsciente, se ha ido haciendo un camino. Y es bonito porque te das cuenta de que hay un guionista. De que Dios es quien va sacando y realizando las cosas sin tener conciencia uno de lo que está haciendo. Y piensas: “¡Ahí va, qué bien lo ha hecho! Pero no tenía ni idea de que esto se estaba haciendo así de que tenía su razón de ser”. Y lo que parece casual, cuando miras atrás, ves que era providencial, ¿no? Eso es muy bonito.

Háblenos de los proyectos de futuro que hay previstos.

Tiene mucho que ver con lo anterior: tampoco hay previsiones. Lo que sí hay es una realidad: que hay una expansión muy grande. Entonces, la preocupación y ocupación es tratar de garantizar el carisma o la espiritualidad, tal y como el Señor nos la ha ido entregando. Que en todos los sitios, que estamos como en veinte países, se pueda ayudar a que vivan con la identidad propia.

“El espíritu joven es el que va suscitando las iniciativas y las maneras de transmitir, las maneras de vivir la fe”.

Y, ¿cuál es el carisma ?en concreto? que el Espíritu Santo está regalando a Hakuna?

Es difícil ponerle palabras. Yo diría que es vivir y contagiar la belleza de la vida cristiana. O se podría decir también: realizar en este mundo el abrazo intratrinitario. Encarnar aquí el abrazo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y extenderlo a toda la realidad, a toda la creación, a todo el prójimo, al misterio. En algunas canciones se expresa: “Vivir de rodillas, abrazados y abrazando”. 

Se podría decir que el carisma está allí: la alegría y la belleza del seguimiento de Cristo, vivirla y contagiarla; entender el cristianismo como vida; la encarnación total de la fe y la espiritualización de la carne, ¡pero la encarnación de la fe! Todo está transido de Misterio, todo es santo, ¿no? En todo está presente Dios. La encarnación del Verbo no es un hecho aislado, histórico y único, sino que es un proceso. Se encarna en Cristo pero, a partir de ahí, la Divinidad se va encarnando progresivamente y de manera universal en todo, a través de la vida de los cristianos.

¿A qué se debe el protagonismo de los jóvenes en este carisma?

El protagonismo de los jóvenes es total. Porque, realmente, empezó con jóvenes. Y el espíritu joven es el que va suscitando las iniciativas y las maneras de transmitir, las maneras de vivir la fe. Todo es con un espíritu muy joven, muy alegre, muy libre. Además, como muchas de las personas que participan y que forman parte de Hakuna son ?en su mayoría? personas que “han vuelto” a la Iglesia, han redescubierto allí la fe y viven “muy en sus realidades”. Entonces, la manera de contar, de transmitir, de hablar, es… tremendamente del mundo. Parte de ellos. Con mucha libertad y con la creatividad que da la libertad de saberse amado por Dios, van dando forma y rostro a lo que vivimos.

Estamos atravesando un proceso sinodal y se acerca la Jornada Mundial de la Juventud, en Lisboa. ¿Cómo se sitúa Hakuna en medio de la Iglesia universal?

El otro día me decía un sacerdote que echa una mano en Hakuna de vez en cuando: “Aquí se vive la sinodalidad, pero de manera total”. Y es verdad, porque todo es entre todos. Todo surge escuchando a todos, abrazando las iniciativas de todos. Todo lo que va surgiendo, lo hace como dando respuesta. No parte del papel, sino de la demanda, de la vida de muchos de ellos. Entonces, la sinodalidad la vivimos de una manera muy connatural.

Hakuna se sitúa con un gran deseo de servir a la Iglesia, de transmitir lo que hemos realizado y de hacer ?también? gestos en los que se manifieste y se realice la unidad de todos los que seguimos a Cristo, dentro de la Iglesia Católica. Así como algunos carismas tienen la misión de un ecumenismo con otras religiones, otras confesiones… Nosotros que, por supuesto que participamos de ese ecumenismo que es propio de todos los cristianos, vivimos una misión que subraya, por así decirlo, el “ecumenismo intraeclesial”. El ser “todos forofos de todos”, el amarnos todos, el abrir los brazos a todos, el amar todas las realidades que el Espíritu Santo ha suscitado, el ayudar en las diócesis donde estamos, el hecho de que puedan contar con nosotros y nosotros contar con ellos… Ahí es donde nos situamos. Como un hermano pequeño dentro de esta gran familia.

Para terminar, ¿qué le diría en un minuto a una joven o un joven que tuviera delante ahora mismo?

Que nadie le robe la libertad y, si no lo han descubierto, tratar de descubrir que nuestro liberador es Cristo. Lo que escribía san Pablo: “Para la libertad habéis sido liberados. No os dejéis someter por nada” (cf. Gal 5, 1). Que nadie os robe la libertad. Y que, cuando encontramos dificultades para ser libres, que las vamos a encontrar en nosotros mismos, busquemos la ayuda del Liberador.

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