José Manuel Murgoitio, representante de Escuelas Católicas en el Consejo Escolar de Aragón: “El modelo de escuela pública, única y laica cercena la libertad de enseñanza”

José María Albalad
26 de marzo de 2016

El cierre de 28 aulas concertadas de primero de Infantil pactadas por PSOE y Podemos en Aragón ha puesto de nuevo el sistema educativo en el centro del debate. Entre tanto comentario visceral y discurso vacío, nos preguntamos por los argumentos que esconde la polémica. José Manuel Murgoitio, representante de Escuelas Católicas en el Consejo Escolar de Aragón, explica cómo los conciertos, más que una amenaza para la escuela pública, son fundamentales para garantizar el derecho de las familias.

¿Peligra la libertad de enseñanza?
En este siglo, la lucha cultural e ideológica se está librando en el campo de la educación. Se está produciendo un ataque sin precedentes a la libertad de enseñanza y, en consecuencia, la educación pública corre el peligro de convertirse en un modelo de pensamiento único.

¿No puede ser la escuela pública una propuesta exclusiva?
La escuela pública, entendida como única y laica, no es una escuela para todos. El planteamiento de que la escuela pública tiene que ser neutral, pero neutral entendida en el sentido de laica y laica como laicista, excluye la presencia de cualquier dimensión trascendente de la persona en el ámbito educativo. Por tanto, una persona que quiere educar a sus hijos en unos valores religiosos concretos, junto a los democráticos, no encuentra un espacio en ese planteamiento.

Defiende la diversidad…
La escuela católica ofrece a la sociedad su modelo para que las familias que lo deseen puedan escogerlo libremente. Si vamos a un modelo de escuela pública, única y laica, se cercena la libertad de enseñanza. O dicho de otro modo: sólo podrán elegir aquellas familias que tengan medios económicos suficientes para llevar a sus hijos a un colegio conforme a sus convicciones morales y religiosas. Al final, todo el debate educativo es un debate antropológico: ¿qué modelo de hombre queremos educar?

Entonces, ¿el dinero público no es sólo para la escuela pública?
Esa postura es muy demagógica, porque todos los ciudadanos pagan sus impuestos. Tanto aquellos que quieren para sus hijos una educación pública, neutral o laica como aquellos ciudadanos que desean una educación conforme a una identidad propia, de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas. Si el Estado no garantiza que yo, al margen de mis posibilidades económicas, pueda elegir escuela, no tengo libertad de enseñanza.

¿Esa es la misión de los conciertos educativos?
En efecto, el concierto educativo no es un medio de financiación de la Iglesia o de la escuela católica, como se dice interesadamente. Los conciertos educativos son un mecanismo que hace efectivo el derecho de los padres de poder decidir con libertad. Se trata de que yo, como ciudadano y al margen de mis condiciones económicas, pueda elegir la educación que quiero para mis hijos.

¿Son los conciertos una amenaza para la escuela pública?
No. Cuando hablamos de escuela concertada, hablamos de escuela católica en su mayor parte. Si la escuela concertada fuera aconfesional o laica, probablemente este debate no sería tan extremo. Pero como se da la circunstancia de que la escuela concertada, en su mayor parte, es confesional y confesional católica, nos encontramos un componente ideológico anticlerical o antirreligioso.

¿No tiene sentido, pues, el principio de subsidiaridad?
Ese principio dice que si hay aulas vacías en la escuela pública, no tiene que haber aulas en la escuela concertada. O dicho de otra manera, que sólo tiene que haber escuela concertada en la medida en que no haya plazas escolares públicas. Por lo tanto, podríamos llegar al extremo de que si la Administración pudiera ofertar todas las plazas escolares a través de la escuela pública, no habría concertada. Y así se acabaría imponiendo un modelo educativo único: el que el Estado determine.

Hoy ese modelo es laico…
En estos momentos, como se defiende un modelo de escuela pública laico, en el sentido de que tienen que estar excluidos los valores religiosos, estamos ante una posición ideológica más. Nosotros defendemos un modelo de pluralidad de escuelas, que es el modelo constitucional. La escuela católica concertada es en estos momentos garantía de pluralidad escolar y se somete cada año al referendo de las familias: el día que no se demande, no habrá escuela católica.

¿Cuál es su propuesta concreta?
La escuela católica pretende dar a conocer a los niños y a los jóvenes un conjunto de valores permanentes, perennes, que les den seguridad para caminar por la vida, en unos tiempos líquidos, como diría Bauman, donde no hay certezas, donde lo que hoy vale, mañana ya no vale nada.

¿Es ello posible sin perjudicar económicamente al Estado?
Se dice que mientras haya aulas públicas no tiene que haber concertadas por un criterio de eficiencia en el gasto público. Pero, para el Estado, el coste del puesto escolar es un 50% más barato en la escuela concertada que en la pública. Por tanto, incluso desde un punto de vista económico, interesan los centros concertados. Aun así, nos resistimos a entrar en el criterio económico, porque no es un problema de gasto público. La razón primigenia de la escuela católica o concertada es posibilitar a las familias la libertad de elección.

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