El 25 de marzo, solemnidad de la Encarnación del Señor, se celebra la Jornada por la Vida. Este año se ha elegido el lema “Sembradores de esperanza”, título del documento que presentó el pasado mes diciembre la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida sobre cómo acoger, proteger y acompañar la etapa final de esta vida.
En el mensaje que firman los obispos de la Subcomisión para la celebración de esta Jornada, explican que el objetivo es “ofrecer una mirada esperanzada sobre los momentos que clausuran nuestra etapa vital en la tierra, ayudar con sencillez a buscar el sentido del sufrimiento, acompañar y reconfortar al enfermo en la etapa última de su vida terrenal, llenar de esperanza el momento de la muerte, acoger y sostener a su familia y seres queridos e iluminar la tarea de los profesionales de la salud”.
Precisamente, en este marco de atención al enfermo en su etapa final, se mueve con gran dominio el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, experto en cuidados paliativos. Don José Luis Redrado, hermano hospitalario de la Orden de San Juan de Dios, obispo de Ófena, y capellán del hospital san Juan de Dios habla de este momento poniendo el énfasis en el cuidado: “Una vez que acaba la cura, interviene lo humano, lo espiritual y religioso. El cuidar está sin explotar. Es gratis, ¡y es tan curativo!”.
Redrado asegura que “ninguno de sus pacientes le ha pedido morir. Todos se agarran a la vida. Puedo Monseñor Redrado: “Les digo a los hijos que tienen la oportunidad de devolver a sus padres lo que han hecho por ellos”. decir que los últimos momentos pueden vivirse, y de hecho así se viven aquí, con mucha dulzura. Y los familiares acaban muy agradecidos y conmovidos por cómo han sido tratados. Muchas veces los que no creen son los mas agradecidos”.
El capellán del hospital retrata: “Hay despedidas, abrazos, ánimos. Siempre aconsejamos cerrar bien la herida de la muerte, que no sean ‘muertes muertas’. Les digo a los hijos que tienen la oportunidad de devolver a sus padres lo que han hecho por ellos. Vemos cómo matrimonios deshechos se reconcilián en situaciones como estás”.
Por último, Redrado afirma que le “encantaría que los políticos, antes de aprobar leyes como la eutanasia, pasaran por nuestros cuidados paliativos, que asistieran a una de nuestras unciones y vieran cómo merece la pena la dulzura y cariño de la buena muerte”.
[divider]Qué dicen los obispos[/divider]
1. Conocemos personas enfermas que irradian paz y alegría. Han asumido lo que saben que no pueden cambiar y aceptan sus limitaciones insuperables ofreciéndolas con generosidad. Agradecen de corazón los cuidados de los demás e intentan hacerles la vida más agradable con su sonriusa y gratitud.
2. También encontramos personas que acompañan a los que sufren con paciencia, cariño y entrega. Les ayudan a asumir su situación, a mirar la vida de frente, reconociendo la importancia que tiene lo que están viviendo, sin caer en la indiferencia.
3. Cuando una persona -y una sociedad- comprende la debilidad y la necesidad de los que sufren y es capaz de comprometerse en su cuidado, esa persona y esa sociedad se engrandece y se hace más fuerte, pues comprende la vulnerabilidad de la existencia, la belleza de la dependencia, la dimensión dramática de la vida.
4. Tenemos que ser capaces de decir a cada enfermo que es una persona valiosa y que su vida importa, y que haremos todo lo que sea necesario para que viva los últimos momentos de su vida, cuando se encuentre ante esta situción, con los cuidados precisos, en compañía, con paz.
5. La fe aporta al cuidado de los enfermos en situacion terminal una luz nueva en la consideración del misterio de la Creación y Redención en Cristo. Todo ser humano es digno de nuestro respeto y atención.
