José Laín, sacerdote con 70 peregrinaciones a los santos lugares: “Jesús nació en Belén. Nadie ha podido demostrar que fuera en otro lugar”

José María Albalad
25 de diciembre de 2016

La celebración de la Navidad nos traslada a los lugares culminantes de la historia del cristianismo, que cada año reciben a miles de peregrinos de todo el mundo.

A José Laín, sacerdote de Zaragoza que en unos meses cumplirá 90 años, no le tiembla el pulso cuando se le pregunta por la historia de Belén, Nazaret o Jerusalén. Al contrario. “Es una alegría poder transmitir lo que llevo en el alma”, dice con la fortaleza de alguien que ha visitado Tierra Santa en setenta ocasiones y que incluso tiene mote propio donde nació Jesús: “Mientras a los curas se les llama «abuna», que significa padre, a mí hasta los vendedores ambulantes me conocen como «sidi», que en árabe quiere decir abuelo, el mayor”. Con esa sabiduría que da la experiencia –en el año 2000 celebró sus bodas de oro sacerdotales–, don José Laín incita a visitar la cuna del cristianismo, “un lugar de conversión y fortalecimiento de la fe”.

¿Jesús nació en Belén?
No hay nadie que haya podido demostrar que fuera en otro lugar. Que Jesús nació en Belén es una revelación. El Antiguo Testamento recoge que el Mesías nacería en Belén, y de la familia de David. La Sagrada Escritura nos lo dice sin duda alguna. Pero luego está la historia y la arqueología, que apuntan en esa misma dirección. Tenemos argumentos sólidos para decir que ahí nació nuestro señor Jesucristo.

¿Cuántos días aconseja para peregrinar a Tierra Santa?
La peregrinación normal es de ocho días. Tres noches en Nazaret, una noche en Belén y tres noches en Jerusalén. Visitar Caná, el monte Tabor, el lago de Tiberiades, Cafarnaún, el monte Carmelo, la gruta santa en Belén, Getsemaní, el mar Muerto…

¿Resulta posible conocer tanto?
Es importante planificar bien el viaje con alguien que sepa. Luego el interés de los visitantes por saber más es enorme. De hecho, rodean al guía de tal manera que casi no le dejan ni comer. No obstante, es conveniente no abrumar con excesiva información. El buen guía busca momentos de silencio. Se calla, consciente de que lo importante es que el peregrino se encuentre con Jesús a través de las piedras, de los ríos, de la historia.

¿Se producen conversiones?
Recuerdo una vez que estaba en un hotel y cuando llegamos a cenar, una señora me dijo: “Padre, hay un señor ahí que no se ha confesado nunca”. Le respondí que viniera a hablar conmigo, si quería. Era un muchacho español de unos 30 años, bautizado, con buen sueldo, que andaba cercano a las drogas y el alcohol. Mientras la gente cenaba, le expliqué más sobre el cristianismo. En un momento dado, me preguntó: “Padre, ¿y si me confieso ahora?”. Y se confesó. Hay conversiones impactantes, pero también casos de personas que van a misa los domingos, sin más, y vuelven comprometidos, con ganas de conocer mejor la Buena Noticia.

¿Es un lugar de peregrinación obligado una vez en la v                                                                                      Sí, y a poder ser, dos. La primera vez supone tantas emociones y recibes tanta información, que no te cabe todo. Ya en la segunda puedes prescindir de muchas cosas y centrarte en lo importante. Jesús te espera donde él quiere, no donde tú esperas. No hay peregrino que vaya con fe que no tenga encuentro con Jesús en esa Tierra Santa.

A algunas personas les disuade el tema de la inseguridad…
Tanto judíos como palestinos tienen mucho interés en que los peregrinos (o turistas) estén bien. Viven de eso. De ahí que no pase nunca nada. La gente, por lo general, no conoce la geografía oriental, y confunde Tierra Santa con Egipto, con Irak… Lo único que puede suceder es que sufras molestias por problemas burocráticos. Se puede viajar sin miedo.

¿Y si uno no tiene fe?
Hay algunos viajes que tienen una parte turística y otra espiritual. En Tierra Santa, el 90% del viaje es espiritual. Y eso se nota. En cualquier caso, al margen de creencias, nadie puede dudar del interés que supone conocer cómo viven los judíos, los cristianos o los palestinos. Es historia.

¿Cómo se celebra hoy la Navidad en Belén?
En un ambiente festivo, como aquí. Las calles están llenas de adornos y prima, sobre todo, el respeto. Hay que tener en cuenta que allí han convivido durante siglos (y conviven) distintas formas religiosas. Principalmente cristianos y musulmanes, y se han llevado muy bien. Lo normal es que una familia cristiana invitara a cenar por Nochebuena a una familia musulmana que tuviera cerca. Y cuando el Ramadán, la familia musulmana invitaba a la cristiana. Esto es un ejemplo para nuestros días.

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