Acabamos de celebrar la octava Jornada Mundial de los Pobres convocada por el papa Francisco con el profundo deseo de que pongamos en el centro de nuestra misión a los preferidos de Dios, los últimos, los descartados, los más pobres de las diferentes sociedades del mundo. Bajo el lema «La oración del pobre sube hasta Dios», se nos invita a descubrir la oración como camino para entrar en comunión con ellos y compartir su sufrimiento. Iglesia en Aragón se fija hoy en las Conferencias de San Vicente de Paúl, presentes en nuestro territorio, como ejemplo de movimiento eclesial que aúna «oración y acción« como respuesta a esta llamada.
Una víctima de la DANA en Algemesí pregunta por Dios y un sacerdote le señala la respuesta: «¿No lo ves?». En este titular de COPE del pasado 5 de noviembre se resume el mensaje del Santo Padre para esta VIII Jornada Mundial de los Pobres. «Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él», dice el Papa, quien explica que «el silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado». De esta convicción de que Dios actúa a través de los hombres y mujeres que entienden que son respuesta a la oración de los más necesitados, nacieron hace casi dos siglos las Conferencias de la Sociedad San Vicente de Paúl, grupos de laicos que se reúnen, y unen fe y vida, acción y oración. Fueron fundadas por Federico Ozanam alrededor de 1830 y hoy están presentes en toda España con más de 200 proyectos sociales en los que participan más de 3000 socios y voluntarios.
En Huesca, su presidente, Joaquín Almerge, nos cuenta que «la pandemia se llevó por delante muchos grupos», sin embargo, los cinco que hoy siguen trabajando dan cobertura social a cientos de personas que necesitan «desde un desayuno hasta unas muletas o una ayuda para participar en las actividades del colegio». La atención a los más necesitados surge «desde el Evangelio», dice Almerge, quien no entiende la caridad sin oración, y al contrario. «La oración tal como la entiende san Vicente de Paúl no es contemplación pura. No debe ser “desencarnada”, sino llevar a la acción». En el Centro de emergencia social Ozanam, cuya sede está situada en la calle de San Lorenzo, de Huesca, se ofrece servicio de ropero, ducha y lavandería y alimentos a familias, a jóvenes en riesgo de exclusión social y a personas sin hogar en Huesca. En el servicio de ropero se clasifica y entrega ropa a más de 100 personas al mes. Además, se complementa esta labor con la entrega de menaje del hogar y de accesorios necesarios para bebés (como cunas y carritos). El servicio de Ducha y lavandería, que atiende a 25 personas al mes, se puso en marcha con el fin de promover hábitos saludables de higiene personal, sobre todo entre las personas sin hogar que llegan al Centro de Emergencia Social. Además, se cuenta con un Centro de distribución de alimentos, que distribuye lotes a 350 personas de forma mensual gracias a los alimentos provenientes del programa FEAD, las donaciones particulares y las aportaciones que realiza la propia SSVP aragonesa.
Esta Jornada es una oportunidad pastoral que nos invita a los creyentes a estar atentos y a escuchar la oración de los pobres, a tomar conciencia de su presencia entre nosotros y de su necesidad. Las personas más pobres suelen quedar en las afueras de los espacios cotidianos. El sufrimiento, el dolor, la pobreza, incomodan y desajustan nuestro orden personal y social, y tendemos a mirar hacia otro lado, como el que quiere no saber para no tener que responder nada. No verse afectado. Sin embargo, la propuesta de Jesús a sus seguidores, la comunidad cristiana, es a conocer y tomar contacto con las personas que viven estas situaciones, para dejarnos conmover por el sufrimiento de quienes necesitan ser escuchados, acogidos, vestidos o sanados, tal y como hace el Padre, que cuida y conoce lo que necesitamos cada uno de sus hijos e hijas, porque nadie está excluido de su corazón. Celebremos esta Jornada en nuestras comunidades y parroquias no como un día más, sino como camino de conversión y crecer en oración, fraternidad y caridad.