Ismael de Tomelloso, el siervo de Dios que murió en Zaragoza sin entrar en el Pilar

José María Albalad
14 de mayo de 2017

CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (1917-2017)

Los días 23 y 24 de mayo, una peregrinación llevará desde Zaragoza hasta su tumba, en Tomelloso (Ciudad Real), una imagen bendecida de la Virgen del Pilar. Se trata de decirle: “Aquí tienes a tu madre, chaval”, apunta el sacerdote Carlos Parra. Ismael murió heroicamente con 21 años, enfermo de tuberculosis.

“Un soldado que murió como un santo”. Este podría ser un buen epitafio para Ismael Molinero Novillo, nacido en Tomelloso (Ciudad Real) el 1 de mayo de 1917 en el seno de una familia de 11 hijos. Y es que Ismael de Tomelloso, tal como se le conoce, “es un misterio de la alegría y el silencio, un hombre volcado hacia fuera de sí, hacia los demás”, asegura Blas Camacho, autor de la biografía “In silentio”, obra que muestra la vida discreta y heroica de este joven.

A los 14 años, Ismael de Tomelloso dejó los estudios para trabajar como dependiente de comercio y ayudar a su familia. Ingresó a los 17 años en la Juventud de Acción Católica y, con alegría, atendió a pobres y ancianos del Hospital Asilo. “Era un chaval muy dinámico, abierto, que tocaba la guitarra y se iba al Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Ahí les hacía chistes, era un pozo de alegría, aunque por dentro lo estuviera pasando mal”, explica el sacerdote Carlos Parra, miembro de la Asociación para la Causa de Canonización.

Ismael de Tomelloso encontraba la fuerza en la Eucaristía

En 1937, con 20 años, fue movilizado por el Ejército de la República y enviado al frente de Teruel. Al año siguiente cayó prisionero en la batalla de Alfambra, enfermando de tuberculosis. En silencio, ofreció su vida a Dios por la paz y falleció, invocando a la Virgen del Pilar, en el hospital Clínico de Zaragoza el 5 de mayo de 1938. A instancias de su madre, en 1950, su cuerpo fue trasladado a Tomelloso, en medio de multitudinarias manifestaciones.

“Cuando estuvo de miliciano, él intentaba que no hubiera violencia. Con sus salidas y sus gracias, iba reconduciendo las situaciones difíciles. Era un enamorado de la Eucaristía: esa fuerza que encontraba ahí, la prodigaba después a raudales, sin miramientos, era un borboteo. Cuando uno tiene un ideal, hace locuras. Y el ideal de este chaval era Jesucristo”, apunta Parra, al tiempo que muestra las reacciones que suscita en la parroquia de la Virgen de los Dolores de Zaragoza: “Para la canonización de un santo se necesita movimiento popular. Aquí la gente entra a la Iglesia y le saluda. Se está convirtiendo en una parte importante de la devoción del barrio”.

Si bien Ismael de Tomelloso tenía el deseo de ser ordenado sacerdote en el caso de superar la enfermedad, esto no fue posible. Tampoco pudo visitar a la Virgen del Pilar. De ahí que el pasado 1 de mayo, fecha del centenario de su nacimiento, se bendijera en la basílica la imagen de Nuestra Señora del Pilar que será llevada al sepulcro de Ismael los días 23 y 24 de mayo por fieles de Zaragoza, quienes le dirán: “Aquí tienes a tu madre”. Y entonces, décadas después, se producirá el anhelado encuentro.

“Soy de Dios y para Dios; si muero seré totalmente de Dios en el Cielo, y si no muero … ¡Quiero ser sacerdote!”

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