Isabel Escartín, Delegada de Pastoral Penitenciaria : «La cárcel es un lugar casi sagrado»

Iglesia en Aragón
24 de septiembre de 2021
Isabel Escartín, Delegada de Pastoral Penitenciaria en Zaragoza.

Este viernes 24 de septiembre celebramos la fiesta de Nuestra Señora de la Merced en Aragón. Desde hace 800 años es la patrona de las personas presas, de los funcionarios que trabajan allí y de los capellanes que velan por mantener viva la fe y la esperanza de los presos. Isabel Escartín, Delegada de Pastoral Penitenciara de Zaragoza, trabaja en las cárceles aragonesas y su testimonio nos acerca a esta cruda realidad. La prisión es para muchos un lugar misteriosos y oculto, para Escartín es “un lugar casi sagrado” donde hacer apostolado. Escartín nos confiesa que su fe en Dios ha sido el motor y la fortaleza que necesitaba para poner un pie en la cárcel. Su misión con los encarcelados se concreta en hacerles llegar el mensaje de Dios: de amor, de esperanza y de fe.

La cárcel en tiempos de pandemia 

Según explica la Delegada de Pastoral Penitenciaria en Zaragoza, Isabel Escartín, las restricciones por la pandemia del Covid-19 han sido muy duras para los encarcelados. Durante ese tiempo, los presos han permanecido aislados durante semanas y se les ha privado de sus visitas familiares. “Estar con las personas presas no es nada especial: es convivencia humana como lo está siendo en las calles, en los bares, en todos los sitios, esa convivencia que ahora nos damos cuenta de lo necesaria que es para nuestra supervivencia”, añade Escartín. Pero gracias a los medios de comunicación, como la televisión y la radio, los presidiarios han conseguido sentirse más acompañados. Ademas, según comenta Escartín, la situación actual ha impedido que continúen las actividades de voluntariado en la cárcel y, también se han paralizado los programas formativos de Pastoral Penitenciaria. En la actualidad, Pastoral Penitenciara cuenta con 70 voluntarios dispuestos a ayudar en las tres cárceles de Aragón, en el Centro de Menores y en el hospital cuando sea necesario.

La vida después de la cárcel 

El mensaje de Jesús resume la labor que realiza Isabel Escartín: “Estuve en la cárcel y vinisteis a verme”. Porque con virus y sin virus, Isabel Escartín ha estado a las puertas de las prisiones para ayudar a estas personas y llevarles ese aire nuevo del que hablaba Dios: una vida nueva. Para los internos la salida de la cárcel es una de las principales dificultades a la que tienen que enfrentarse. “Les supone un gran reto afrontar una vida nueva y desconocida”, comenta Escartín. Este hecho se concreta en que muchos presos abandonan la cárcel sin dinero, sin trabajo, sin documentación, sin familiares que les esperen o países que les acojan y sin un hogar donde alojarse. Por ello, el trabajo de los voluntarios como Isabel Escartín consiste en acogerles en la salida y en animarles a comenzar de nuevo. Otro de los proyectos en los que participa Escartín es dar cobijo a las personas que abandonan los centros penitenciarios en pisos y en casas de acogida. Por este motivo, Escartín nos anima y nos alienta a que todos aceptemos a los presos como “vecinos nuestros y les apoyemos en su reinserción en la sociedad”.

Oración por los presos y por los voluntarios

Con motivo de esta celebración, esta tarde tendrá lugar la celebración de la Eucaristía en la parroquia de La Paz a las 19:30 horas con los PP. Mercenarios. La misa se llevará a cabo con las medidas de prevención y de seguridad debido a la pandemia por el Covid-19. Isabel Escartín nos invita en este día a pedirle a la Virgen de la Merced por las personas que entraron en la cárceles y que hoy comienzan una vida nueva: 

María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres. La Trinidad Santa te envió a Barcelona, mensajera de libertad y misericordia, para, por medio de Pedro Nolasco, mostrarte corredentora, mediadora, Madre de todos, ternura de Dios para los pobres.

Madre de la Merced, enséñanos a valorar nuestra fe cristiana, haznos capaces de amar con caridad mercedaria, conviértenos en portadores de paz. Que tus besos derritan la violencia que nos envuelve, hasta que recuperemos, en tu regazo materno, la ilusión de familia, transformado el mundo en un hogar. Bendice esta ciudad tuya, que te proclama patrona y princesa y gusta, enamorada, de llamarte madre. Amén.

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