A quince días de la XXVI Peregrinación Diocesana, la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Barbastro-Monzón ultima los detalles de una cita que, presidida por el Obispo. Mons. Ángel Pérez, marca el inicio del curso pastoral en la diócesis y que este año va camino de convertirse en una edición de récord: a punto de cerrar las inscripciones el sábado 12, cuentan ya con alrededor de 350 participantes. “Por primera vez vamos a llevar seis autobuses, uno en modalidad de un solo día, cuando normalmente llevamos cuatro”, explica el presidente de la Hospitalidad, José María Sistac. A los autocares se suman los coches particulares, con unas 40 personas.
La respuesta, que esperaban buena, ha sido mucho mejor y los ha dejado realmente sorprendidos. “En este momento, en el Accueil ya no quedan plazas y las que se añadan serán de hotel. Lo atribuyo al fin de la pandemia, que la gente había estado años sin ir y tienen muchas ganas de volver a encontrarse con la Virgen”, añade. A sus pies se pondrán para empezar el curso, rezando “no solo por nuestras necesidades, sino por toda la diócesis y todos los que formamos esta gran familia.”
Lo harán acompañados de Scouts Católicos d´Aragón MSC, que por quinto año consecutivo unen sus manos a la de los hospitalarios. Son, resume Sistac, “un montón de chavales”, una luz esperanzada a la que en esta ocasión se incorporan unos 40 o 50 scouts adultos de los Guilda Foulard Blancos de Madrid, que hacen servicio en Lourdes y ayudan a las peregrinaciones. Con todo, la principal novedad de este año es que la Hospitalidad Diocesana de Barbastro Monzón coincidirá en Lourdes con la de Huesca, de manera que toda la provincia altoaragonesa estará presente, por primera vez, en el santuario mariano de Lourdes.
En este emblemático enclave repetirán “un programa clásico porque se pasa por todos los actos fuertes de Lourdes, es decir, tanto la procesión de antorchas como la gruta, donde se hace la misa presidida en este caso por nuestros obispos, se hace la procesión eucarística y la misa internacional”. También hay tiempo libre y lúdico, con el esperado “homenaje a los enfermos el sábado, siempre por la noche, con jotas, rondalla, se les entregan regalos. Es un acto festivo que también me gusta mucho y en el que entregamos los diplomas de hospitalario a los que han cumplido cinco años peregrinando”. En cualquier caso, José María Sistac ya cuenta con alargar la peregrinación a cuatro días por “tres se nos quedan cortos” y así hacer de manera más relajada parte del programa e incluir actividades como la visita a la Casa de Bernardette. La agenda está apretada y para hacer “todo lo que hay que hacer” se necesitan más días.
Un año más, la Hospitalidad Diocesana de Lourdes revivirá el espíritu de confraternidad en el que todo el que participa quiere ayudar, que pone a los ancianos y enfermos en el centro, como los auténticos protagonistas. “Yo siempre digo que yo no sé cómo es el cielo, no tengo ni idea evidentemente, pero lo más parecido que hay es estar trabajando con enfermos dentro del santuario. Eso es lo que engancha a la gente, porque realmente se dan cuenta de que cuanto más das, más recibes”, resume. Por eso evoca una de las frases que más repiten en cada edición: “En Lourdes se aprende a amar”, un afirmación que explica. “Se aprende a amar, además, sirviendo, atendiendo a todas esas personas. No es el amor que se puede sentir por tu familia, por tus amigos, es el Amor al Prójimo con mayúsculas; personas que no conoces de nada y a las que te entregas y ellas se entregan a ti. Ves esa sonrisa de satisfacción, cómo te aprietan las manos o te sonríen y te llena el alma”.