“Hay que imitar a Cristo en su madurez emocional”

Iglesia en Aragón
12 de mayo de 2023

El sacerdote, Emilio Lavaniegos, ofreció los días 8 y 9 de mayo una serie de ponencias con motivo del XXIX Encuentro de Curas Jóvenes de Aragón, celebrado en la Casa de Espiritualidad del Sagrado Corazón. Durante las jornadas, los participantes pudieron ahondar en la gestión de las emociones como herramienta para su labor sacerdotal.

“Si para todos es necesaria la formación emocional, lo es particularmente para los ministros de la Iglesia. Primero, porque viven expuestos al público. Y segundo porque el celibato requiere una formación extraordinaria, particularmente en el área afectiva y sexual”. Con estas palabras, introducía la primera de las charlas el sacerdote mexicano afincado en Castellón. 

Ante una nutrida representación del clero más joven de nuestras diócesis, este especialista en la atención a sacerdotes con problemas de diversa índole, insistió en la necesidad de integrar razón y emoción con el fin de evitar conductas no deseadas y desarrollar la misión pastoral de forma plena y satisfactoria. “Una emotividad bien identificada por la inteligencia permite una libre comunicación de las emociones, oportuna y coherente con los valores que la persona ha elegido”, nos dice Lavaniegos, que apunta que “cuando la idea se vincula con la emoción, se hace más luminosa, transformándose gradualmente en una convicción”.

Los jóvenes sacerdotes están llamados por tanto a gestionar sus emociones de forma inteligente, lo que les permite “entenderse a sí mismos y les abre la posibilidad de entender a los demás. En esto, «Cristo es un referente de inteligencia emocional a imitar”. El ponente les recordó los efectos que produce, de hecho, la falta de integración entre inteligencia y emoción, como son “la pérdida de objetividad, que puede llevar al fanatismo; la frialdad en los discursos, con total desconexión emocional con el auditorio; o la dificultad para empatizar con los demás”.

A lo largo de la tarde, Lavaniegos expuso las claves para adquirir competencias emocionales en  la vida sacerdotal. “Hay que tomar conciencia de las propias emociones, no luchar contra ellas. Tenemos que aceptarlas y aprender a regularlas”, enfatiza este sacerdote conocedor de las debilidades humanas. Y es que la vida sacerdotal está expuesta a situaciones como la soledad, la ingratitud de la gente, la difamación, un posible enamoramiento, los cambios de misión o la crisis de edad que podrían minar el ánimo y “tener consecuencias devastadoras”. Por eso, apunta Lavaniegos, “es importante saber pedir ayuda”. 

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