En la tarde del día 14 de octubre falleció el sacerdote diocesano Fabriciano Reyes Pérez en el Hogar “Saturnino López Novoa”, donde residía desde su jubilación, atendido cuidadosamente por las Hermanitas de los Ancianos de la ciudad de Barbastro. Don Fabri, como cariñosamente se le llamaba habitualmente, contaba 90 años de edad, dedicados desde muy joven al servicio de los fieles cristianos.
Había nacido en Tormón, provincia de Teruel. A los 12 años de edad ingresó en el Seminario Diocesano de Lérida, donde cursó los Estudios Eclesiásticos. A los veinticuatro años, el día 31 de mayo de 1958, fue ordenado sacerdote en la Diócesis de Lérida a la que entonces pertenecía su parroquia de residencia, realizando el ministerio sacerdotal en dicha Diócesis hasta el año 1995, en que pasó a pertenecer a la Diócesis de Barbastro-Monzón, en virtud del decreto de la Santa Sede “Illerdensis-Barbastrensis.
De finium mutatione”.
En la Diócesis de Lérida fue nombrado coadjutor de las parroquias de San José y San Martín de Lérida el mismo año de su ordenación sacerdotal. Después fue nombrado coadjutor de la parroquia de Alcolea de Cinca y en 1963 párroco de Viu de Llevata y Encargado de Adóns, Perbes y su grupo parroquial. Dos años más tarde, párroco de Sena y encargado de Castelflorite. En 1971, párroco de Alcampel; en 1974, de Esplús; en 1975, responsable del Secretariado Diocesano de Catequesis y en 1990, párroco de Vencillón.
A partir de su incorporación a la Diócesis de Barbastro-Monzón continuó como párroco de Esplús y Vencillón, y fue nombrado miembro del Consejo Presbiteral, del Colegio de Consultores y Consiliario de “Manos Unidas”, cargos que sirvió con dedicación y responsabilidad pastoral hasta que solicitó la jubilación por motivos de salud.
Las exequias de este benemérito sacerdote se celebraron el día 16 de octubre en la Parroquia de Binéfar, donde don Fabriciano ha residido con su familia durante muchos años, presididas por nuestro Obispo diocesano, Mons. Ángel Pérez Pueyo, quien manifestó su sentida condolencia a la familia de don Fabriciano y al Presbiterio diocesano.
Que el Señor acoja en su seno a este fiel servidor de su Reino.
