Terminamos un nuevo curso pastoral en nuestra Iglesia diocesana. Ha sido mucho el trabajo que a lo largo de estos meses se ha desarrollado en nuestras parroquias, arciprestazgos, vicarías, delegaciones diocesanas, congregaciones religiosas, asociaciones, movimientos, hermandades, cofradías, centros educativos, centros socio sanitarios o lugares de atención a los más vulnerables. Trabajo realizado por hombres y mujeres creyentes, laicos, consagrados y sacerdotes que han puesto ilusión, dedicación, tiempo y buen hacer al servicio de los demás. Y siempre con la alegría propia de los evangelizadores con espíritu.
Junto a ese trabajo pastoral cotidiano, nuestro plan de pastoral diocesano VITA, a través de sus ocho líneas estratégicas, ha brindado espacios y propuestas que, de un modo u otro, han intentado iluminar y favorecer la acción pastoral. Bajo un esquema sencillo que consiste en apostar por la renovación de nuestras comunidades cristianas, redescubriendo la vocación bautismal (la conversión pastoral personal y comunitaria a la que nos llama el papa Francisco), para intentar adentrarnos en el reto de evangelizar con audacia un nuevo contexto social que ha cambiado mucho, convirtiéndose en una tarea compleja y apasionante a la vez.
Es cierto que se han dado pasos interesantes, pero hay que seguir consolidando una pastoral renovada que nos ayude, contando siempre con la acción del Espíritu Santo, a buscar caminos eficaces para anunciar el Evangelio. En esa línea se ha planteado la propuesta pastoral de VITA para el próximo curso. Se ha profundizado en las ocho líneas estratégicas planteadas, buscando una mayor concreción que facilite las tareas a desarrollar en cada comunidad evangelizadora.
Para facilitar esa tarea de coordinación e impulso pastoral, como ya es sabido, he procedido a realizar un ajuste en nuestro organigrama diocesano, creando una Vicaría de Pastoral, junto a las seis vicarías territoriales y a la Vicaría General. Su tarea fundamental será de coordinación de nuestro trabajo pastoral (especialmente atendiendo a las delegaciones episcopales y otros organismos diocesanos) y animando y acompañando a parroquias y comunidades en su renovación pastoral. La Vicaría esta compuesta por un Vicario episcopal, un Coordinador General de Pastoral y un equipo de Vicaría que en su inicio surge del equipo que hasta ahora conformaba la Delegación para el Plan Pastoral diocesano. Doy gracias a D. Sergio Pérez (Vicario de Pastoral), a Dña. Raquel Martínez (Coordinadora General de Pastoral) y al equipo de trabajo que colabora con ellos, por su generosa dedicación y por aceptar este nuevo reto pastoral.
Gracias a todos por el esfuerzo de este año. Seguro que el Espíritu dará el incremento a tanta dedicación y trabajo. Nos preparamos para un nuevo curso lleno de retos e ilusión, con el deseo de seguir trabajando con alegría en la construcción del Reino de Dios.