Ayer por la tarde, durante las segundas Vísperas de la solemnidad de la Ascensión, el Santo Padre presidió en el atrio de la Basílica de San Pedro la entrega y lectura de la Bula de convocatoria del Jubileo 2025 “Spes non confundit”, «la esperanza no defrauda» (Rm. 5,5).
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Este documento incluye las fechas de inicio y fin del Año Santo junto a los puntos fundamentales de la convocatoria, cuyo lema es «Peregrinos de Esperanza».
El Año Santo Jubilar ordinario es un período especial de gracia y perdón dentro de la Iglesia Católica que se celebra cada 25 años. En este caso, comenzará el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro y culminará el 24 de diciembre de 2025 con su clausura. Con este motivo viajarán a Roma millones de peregrinos para ganar la Indulgencia Plenaria siguiendo las normas establecidas.
Eucaristía en todas las catedrales y concatedrales el 29 de diciembre
Además, el Pontífice ha anunciado que el próximo domingo 29 de diciembre, todas las catedrales y concatedrales «los obispos diocesanos celebren la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar, según el Ritual que se preparará para la ocasión».
Francisco ha recordado que en el corazón de cada persona «anida la esperanza como deseo y expectativa del bien», aunque desconozcamos lo que nos depara el futuro. Y es, precisamente, esa incertidumbre en el mañana lo que genera sentimientos de temor, desaliento o dudas, apunta el pontífice: «Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad». Frente a ello, Francisco se muestra confiado en que el Jubileo de Roma reavive dicha esperanza.
Posteriormente, en la homilía durante la vigilia tras la ceremonia, Francisco pidió que este año Santo los fieles se conviertan «en cantores de esperanza en un mundo marcado por un exceso de desesperación».
Por otra parte, Francisco desea que «el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, que vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra».
La bula contiene además un llamamiento para que los enfermos, los ancianos, los pobres y los jóvenes reciban una atención especial; y anunció la apertura de una Puerta Santa en la prisión.
Del mismo modo, Francisco ha pedido que se trabaje «por la abolición de la pena de muerte, medida contraria a la fe cristiana y que destruye toda esperanza de perdón y de renovación».