Con el envío de los agentes de pastoral diocesanos, catequistas, profesores de religión y animadores de la comunidad, la Diócesis de Barbastro-Monzón clausuró el sábado, 26 de octubre, su Mes Misionero Extraordinario, que se ha desarrollado con actividades en los cuatro arciprestazgos. La catedral de Barbastro acogió la eucaristía presidida por el obispo, Mons. Ángel Pérez, quien arrancó su homilía con la historia de una oruga que, tras metamorfosearse en mariposa, consigue alcanzar su sueño de llegar a la “gran montaña”, un paralelismo que utilizó para hablar de la vocación de los presentes, “criaturas suyas, frágiles y temerosas, bendecidas con su gracia y, al mismo tiempo, urgidos e impulsados a convertirnos en señales de pista que oriente a los demás hasta la gran montaña donde puedan participar de la gloria de Dios eternamente”.
El prelado tuvo palabras de recuerdo y agradecimiento a voluntarios y benefactores anónimos que “os sentís y os sabéis llamados a formar parte de su propia familia, por el bautismo, y enviados, unos ad gentes y otros en vuestro propio entorno diocesano, a obrar el milagro para que nadie se pierda y todos lleguen por mediación nuestra envío a la ‘gran montaña’ donde junto a Él gocen eternamente de su gloria«. En ese sentido, quiso hacer visibles a los 34 misioneros y misioneras ad gentes de la diócesis esparcidos por el mundo y que representaron otros tantos fieles portando carteles con sus nombres: María Pilar Aguarod, de Binéfar; Ángela Ballarín, de Laspaules; Carmen Bielsa, de Escaolona-Puértolas; Francisco Carrera, de Esplús; Joaquín Civiac, de Alcolea de Cinca; Amparo Estévez, de Arén; Mari Nieves Ferrer, de la Almunia de San Juan; Carmen Arbués, de Santa Eulalia de Gállego; Jeane Aguilana, de Barbastro; Montserrat Beán, de Fraga; Pilar Blanc, de Chia; Pedro Casaldáliga, de Balsareny; María del Carmen Domper, de Salas Altas; Josefina Solans, de Alcolea de Cinca; Juan Carlos Fortón, de Binaced; Francisco Gargallo, de Binéfar; Eduardo Roca, de Mequinenza; María Teresa Garreta, de Barbastro; Rosario Isabel Gutiérrez de Benabarre; María Pilar Lascorz, de Ainsa; Rosario Fumanal, de Mediano-La Fueva; Carmen Muzas, de Barbastro; Cristina Puntos, de Monzón; Mariángeles Lamora, de Sesué; Angelines Lainez, de Tafalla; Julián Mazana, de Fraga; José Luis Mumbiela, de Monzón; Carmen Pargada, de Angüés; Milagros Villalba, de Callosa de Segura (Orihuela); María Teresa Castilla, Concepción Santamaría y los sacerdotes diocesanos de Barbastro-Monzón, Rafael Quirós, de Madrid, Ángel Latre, de Latorrecilla, y José Luis Pueyo, de Monzón.
A continuación, el obispo fue llamando a los animadores de la comunidad, posteriormente a los catequistas y finalmente a los profesores de Religión, encomendándoles a cada uno su misión, sea esta el anuncio y transmisión de la fe entre niños, jóvenes y adultos, o hacer llegar el pan de la Palabra, el pan de la Eucaristía y el pan de la ternura a las más pequeñas de nuestras comunidades parroquiales. Poco a poco, añadió, “iremos completando el envío de los que formáis parte de la baraja de familias de nuestra Diócesis” desde el ámbito de la caridad y de asistencia a los más desvalidos, en el educativo, cultural y religioso, en el pastoral, celebrativo y evangelizador, y en el artístico y patrimonial. Al finalizar, Mons. Ángel Pérez destacó la labor de la delegada de Misiones, Fina Obis, y el consiliario, Antonio Plaza, en la organización y ejecución de las actividades. A ambos obsequió con una lámpara cuya llama les animó a mantener siempre encendida.