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“Es muy importante seguir teniendo esperanza”

Marta Latorre
15 de octubre de 2019

El sacerdote Florián Cuenca lleva un año trabajando en Cochamba (Bolivia), en la misión que puso en marcha la diócesis de Tarazona hace más de 25 años. Ahora está en España, y coincidiendo que celebramos el Mes Misionero Extraordinario y que estamos en la semana del Domund, hemos querido conversar con él para que nos cuente cómo ha sido su primer año allí y sobre la misión.

-Cuéntenos sobre usted.
Me ordené sacerdote en el año 1975. He estado en distintos pueblos y distintas parroquias a lo largo de estos años. De todos tengo hermosos recuerdos. Dios se ha valido de todas las personas de esas parroquias para mantener y acrecentar mi vocación. He sido dos veces vicario episcopal de Pastoral de la diócesis. Ha sido una gracia de Dios que me ha ayudado a querer y conocer más a la Iglesia y a la diócesis. Soy miembro de asociación de sacerdotes del “Prado”; un nuevo don de Dios que me ha ayudado a orientar la evangelización de los pobres y alejados a través del “Estudio de Evangelio”, “Revisión de Vida” y equipo de sacerdotes. Siempre he tenido especial vocación por ir a ejercer mi ministerio fuera España, entre los más pobres. Me lo impedían circunstancias familiares. Ahora, ya un poco o mucho mayor, he tenido la oportunidad de ir a Cochabamba y Dios me ha permitido no perder la ocasión.

-Ya se va a cumplir un año de su llegada a la misión de Cochabamba ¿cómo ha vivido esta etapa?
Con la alegría y acción de gracias a Dios por darme la oportunidad de poder continuar la obra que comenzaron otros compañeros de nuestra diócesis hace 26 años. Me ha costado aceptar el tiempo que lleva consigo la dedicación a la dimensión administrativa, pura y dura, de las obras e instituciones sociales propias de la parroquia, pero he gozado en lo que es mi presencia en ellas: niños, educadoras, padres, acercamiento a familias con dificultades de todo tipo, encuentro, apoyo y seguimiento a personas realmente empobrecidas, atención y animación pastoral de la parroquia en que los seglares y religiosas son verdaderamente corresponsables.

-Durante el año pasado, se celebró el Año Jubilar por los 25 años de la Misión ¿cómo se vivió en Santa Mónica la celebración?
He vivido los dos últimos meses del Año Jubilar. Para la parroquia de Santa Mónica fue un tiempo de acción de gracias por lo muchísimo que Dios ha realizado a través de la diócesis de Tarazona y los sacerdotes enviados por ella a lo largo de esos años. Terminó el 17 de enero de este año con la celebración de su clausura, presidida por el señor arzobispo de Cochabamba, monseñor Oscar Aparicio, que reconoció, agradeció y puso en manos de Dios toda la labor misionera realizada por los sacerdotes de nuestra diócesis que la comenzaron y la han continuado, nombrándolos uno por uno. Fue un acontecimiento vivido intensa y agradecidamente por toda la parroquia.

– El trabajo de nuestra diócesis en Cochabamba, concretamente en la parroquia de Santa Mónica, ha sido muy grande e importante en estos 25 años. ¿Qué se necesita para que esta labor no decaiga?
Orar para que esa labor continúe dando el fruto que Dios desea y espera, seguir colaborando económicamente para sostener y mantener toda la obra social que se ha realizado hasta ahora y acrecentar la actitud y dimensión misionera de todos los miembros de nuestra diócesis. Tenemos que aprender de Dios que, en Jesucristo, nos enriqueció con su pobreza.

Es muy importante seguir teniendo esperanza. Yo soy el primero que la necesito. Cuando parece que todo se va a venir abajo aparece algo o alguien que proporciona continuidad e incluso aumenta la labor que se está realizando..

Dios actúa de manera insospechada y sorprendente. Cuando parecía que las obras sociales que mantenemos, eran económicamente insostenibles surge un brote floreciente de generosidad que hace posible sostenerlas. Hace unos meses se nos presentaron dos fundaciones (“Cristo vive” y “Nuestra Esperanza”) que han decidido apoyar nuestra labor con más actividades de formación integral. Harán posible que bastantes personas de la parroquia, especialmente necesitadas, puedan aprender algún oficio, con titularidad oficial, que les ayude a ganarse la vida por sí mismos y que otros puedan aumentar y disfrutar de su cultura más genuina o que nos propongan la posibilidad del mantenimiento de un centro de día para ancianos, que ya se había intentado, pero que nos era económicamente imposible realizar.

-Uno de los proyectos más significativos de Cochabamba es “Pon un niño en tu mesa”. ¿Qué les diría a los lectores de “Iglesia en Aragón” para que colaboren en esta iniciativa que sirve para que un niño sin recursos pueda comer?
Efectivamente, sirve para que un niño sin recursos pueda comer. Pero no solo un niño, sino un montón de niños. Además de las dos guarderías tenemos un comedor donde van muchos niños y adolescentes. Tratamos de que sean de los que disponen de menos recursos. Hay que verlos para darse cuenta de lo contentos que vienen y lo a gusto que comen lo que no comerían si no viniesen a la guardería y al comedor. Los creyentes hemos de tener en cuenta que lo que hacemos con uno de estos más humildes se lo hacemos a Cristo (Mt, 25). Cristo está realmente presentes en ellos. Los que colaboráis con vuestra aportación económica no lo veis, pero yo veo a Cristo en ellos en vuestro nombre.

– Además de lo material, la diócesis también se ocupa de lo espiritual ¿qué acciones se llevan a cabo en la actualidad en este aspecto?
Además de nuestra oración personal, prestamos atención espiritual o caritativo-social a quien se acerca a nosotros o a quienes nos acercamos, celebramos las eucaristías diarias y festivas, sacramento de la Unción a muchas personas, confesamos… Hay varios grupos de Biblia, un grupo de matrimonios, dos grupos de oración, dos grupos de Caritas, grupo de catequistas en cada una de las cinco capillas, catequesis familiar, grupos de primera comunión y confirmación, grupos de cantos para las Eucaristías del domingo. Todos esos grupos son animados por seglares o religiosas. Los sacerdotes los acompañamos. En Santa Mónica hay un gran sentido de corresponsabilidad.

-Estamos en el Mes Misionero Extraordinario ¿qué es para usted ser misionero en nuestros días?
Me gusta decir siempre que, por el Bautismo, todos hemos recibo el don, llamada y envío a ser misioneros. Por la gracia del Bautismo todos hemos sido capacitados para ser testigos de Jesucristo y su evangelio en donde se desenvuelve nuestra vida. La verdad es que me siento tan misionero en España como en Bolivia. La única diferencia es que Dios me ha llamado a serlo más allá de nuestras fronteras y en un país especialmente pobre. Es una manera de acercarse a las periferias de las que nos habla el papa Francisco. Y, también, la verdad es que no me cuesta ningún esfuerzo especial ejercer mi ministerio en Bolivia. Más bien me siento agraciado por Dios de poder hacerlo.

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