Mª Jesús Urdaci, directora de Duchas y lavadoras: «Muchos vienen a ducharse después de haber dormido en la calle»

Diócesis de Zaragoza
12 de noviembre de 2024

La Iglesia celebra el 17 de noviembre la VIII Jornada Mundial de los Pobres, en esta ocasión el papa Francisco ha querido vincular esta jornada al año dedicado a la Oración, en vísperas del Jubileo Ordinario de 2025, con el lema ‘La oración del pobre sube hasta Dios’. El mensaje del Santo padre invita a prestar una atención espiritual más seria hacia a los pobres, que tienen necesidad de Dios y de alguien que sea signo con un secreto de su escucha y cercanía.

Por este motivo, queremos conocer más del Centro de la Acogida Familiar Agustina de Aragón, más conocido como «Duchas y lavadoras», que este año cumple 30 años de servicio callado y perseverante al que más lo necesita. 

En una entrevista que realizamos a este centro hace cinco años, en su 25 aniversario, comentaban que aunque lamentaban que tuviera que existir todavía un centro así, las voluntarias que atienden el centro son felices de poder ayudar, porque no sólo ofrecen duchas y ropas limpias, sino que también están pendientes de sus problemas, son oídos y brazos acogedores.

Para hablar de esta realidad hoy, 30 años después de que naciera, entrevistamos a María Jesús Urdaci, hija de la caridad y directora del centro. 

Rocío: Cuéntanos, ¿por qué surgió este centro?, ¿Cuáles fueron las circunstancias del origen?

María Jesús: Empezó en 1994 y las circunstancias fueron que las Hijas de la Caridad y la parroquia del Portillo, veían la situación en la que vivían muchos vecinos de este barrio del casco. Había muchas personas en carromatos, viviendo de mala manera, en bajos. Y entonces, vieron la necesidad de poner algún servicio de paliar esa necesidad. También lo decían en el centro de salud, en los colegios, que los niños iban en malas condiciones. Y en el centro de salud, los mayores también, porque no habían tenido la posibilidad de ducha.

Así que se reunieron las Hijas de la Caridad y la parroquia del Portillo y presentaron la necesidad al Ayuntamiento. El Ayuntamiento dijo que no le parecía necesario, que parecía un servicio tercermundista, pero la necesidad estaba ahí. Entonces, después de muchas gestiones, se lanzaron a hacerlo ellos, por cuenta suya, en una casa que las Hijas de la Caridad tenían en la calle Agustina de Aragón, y con la ayuda de la parroquia se condicionó el local y se empezó, pensando que iba a durar poco tiempo, como decían algunos. 

La pena fue que eso fue creciendo y fueron aumentando el número de las necesidades, personas que van a la ducha, y de personas que van a lavarse la ropa. Pasaron unos años, y el edificio, que era una planta baja, se hizo pequeño, insuficiente, y dijeron en el Ayuntamiento a ver si podían darnos algún local, y podíamos ampliar de alguna manera. Y después de mucho tiempo, mucha gestión y mucha pregunta, pues nos dieron un local, un sótano en la calle san Blas 37.

R.: ¿Qué perfil de usuario tenéis?

M.J.: El perfil quizás ha cambiado. Al principio había muchas personas de etnias gitanas que vivían en carromatos, en coches, aquí en los alrededores del casco. Y después esas personas ya dejaron de venir, porque cambiaron de lugar o les dieron casa, quizás, no sabemos. Total que después, como ya antes del 2000 empezaron a venir muchos inmigrantes, pues ahora la inmigración que ha crecido tanto y ahora la mayoría son inmigrantes.

Hay también muchos españoles, pero la mayoría son inmigrantes que viven en la calle, viven en bajos, viven en sitios, en casas viejas ocupadas, hay muchas personas muy necesitadas que no trabajan, hay muchas personas que no tienen documentación para poder trabajar tampoco.

Hay personas mayores españolas que se han jubilado o prejubilado, que tienen pensiones bajas y viven en la habitación, entonces tienen que echar mano de recursos de estos y vienen aquí a lavar la ropa.

R.: ¿Y en qué horario ofrecéis el servicio?

M.J.: El horario es todos los días, de 9:30 a la 1:00 y por la tarde de cuatro a siete, toda la semana, incluido el sábado medio día, toda la semana y solamente cerramos los días de fiesta y en el mes de agosto todo el mes, porque los trabajadores tienen derecho a las vacaciones y no tendríamos tanta facilidad para las voluntarias, que son una gran ayuda.

Rocío: Eso te iba a preguntar, ¿cómo organizáis esa red de voluntarios o voluntarias?

M.J.: Las voluntarias vienen por turnos todos los días a lavar la ropa y alguna viene también a la acogida.

R.: ¿Y contáis con suficientes recursos para sacar ese servicio adelante? ¿Necesitáis ayuda?

M.J.: Suficientes recursos no, porque claro, todo lo damos gratis, solamente abonan los que pueden un euro por cada lavadora. No tienen que traer nada más que la ropa. Y luego la ducha son 30 céntimos hasta hace poco. Ahora hemos empezado hace unos meses a cobrar 50 céntimos. Pero la toalla y la esponja que les damos ya vale 48 céntimos. Entonces con dos céntimos hay que pagar la luz, el agua, los productos de limpieza, el trabajador…

R.: ¿Y contáis con algún donativo o con donativos de gente que os podáis ayudar?

M.J.: Donativos tenemos pocos.  Algunas veces alguna voluntaria, alguna persona particular. Tenemos el local que es del Ayuntamiento gracias a Dios. El sótano es de ellos. Luego tenemos un convenio con el Ayuntamiento, pero pagan con muchísimo retraso.

Entonces, tiene que ir la parroquia y las Hijas de la Caridad complementando lo que faltan. Porque mes a mes tenemos que ir complementando para poder pagar las nóminas y los gastos. Trabajadores tenemos dos: una señora en el lavadero y un señor para la limpieza, y para llevar las bolsas de ropa sucia y de ropa limpia a cada uno. Porque ellos dejan la ropa, se les pone el nombre en la bolsa y ya se marchan y cuando se les dice o cuando pueden o les parece, pues vienen por la ropa limpia que ya se la entregamos lavada y doblada en su bolsa. Las voluntarias se encargan de doblar y poner cada montón de ropa en su bolsa y dejarlo en la estantería.

R.: ¿Qué mensaje te gustará lanzar a nuestros oyentes?

M.J.: El mensaje sería que fuéramos un poco más sensibles con las personas que están durmiendo en verano, invierno y otoño, en la calle. Hay que ponerse en su lugar, el frío que pasan y vienen a la ducha ahora y claro, no saldrían, porque es el mejor rato del día, el calentarse, entonces aparte de dormir en la calle tienen que estar siempre a merced de a ver quién me da ropa. Es una situación fatal y luego tienen que ir a los comedores, andan de aquí para allá con las consecuencias que tiene el vivir tanto tiempo en la calle, porque aunque algunos trabajan, trabajan por ejemplo para la temporada de la recogida de fruta, pues el dinero que pueden conseguir no les alcanza para nada, o sea, son trabajadores pero siguen siendo igual de pobres.

Si se compraran un poco de ropa o se cambiaran de lugar o mandan un poco a su familia, ya no pueden alquilar una habitación o si la alquilan pues les dura un mes o dos porque están igual, al poco tiempo están otra vez igual. Las consecuencias de la calle son muy terribles, hay personas que están un poco como desquiciadas, desesperadas de la situación y es muy duro lo que trae eso consigo, a veces, se dedican a malas costumbres, hay personas con adicciones, hay muchas personas que están enfermas, enfermas mentales.

Es muy triste, que las personas jóvenes y más mayores,  en una o situación que estarían lo primero, para ser atendidas por médicos y psicólogos y personas mayores que están en la calle, personas que salen del hospital, de una operación o de cualquier ingreso y tienen que ir a dormir en la calle, pues eso es triste. Ver las caras es distinto que dar números o ir a hablar. Entonces, la verdad que tendríamos que hacernos a la idea entre todos de lo que pasa, con tantas personas que están a nuestro lado, durmiendo en la calle y a merced de quién le dé de comer, quién le dé ropa, que le proporcione la ducha.

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