El sacerdote Paco Cabrero, un flamante licenciado en Derecho Canónico

Ascen Lardiés
24 de julio de 2023

El sacerdote alcoleano Paco Cabrero nunca imaginó que, pasados los 50, tendría que volver a las aulas, a hincar codos y estudiar para los exámenes. Este flamante licenciado en Derecho Canónico ha experimentado en carne propia lo que ahora se llama “salir de la zona de confort”, compatibilizando durante los tres últimos años su ministerio con esta licenciatura, con convalidación civil en la Facultad de Derecho Canónico de la de la Universidad Pontificia de Salamanca.

La pregunta es ¿por qué?

Porque me lo pidió don Ángel. Hacía falta que en nuestra diócesis hubiera al menos un canonista. Me lo propuso y dije sí, muy sencillo: una pregunta y una respuesta.

¿Se lo había planteado en algún momento antes?

No esperaba encontrarme estudiando a los 55 años. La gente de mi generación está, entre comillas, contando los días para jubilarse. Era como meterte en contra dirección por una autopista. Y si me hubiesen dicho algo que no iba a estudiar, dentro del ámbito teológico, hubiera sido Derecho Canónico porque mentalmente me considero en las Antípodas. Me siento más cerca de la Teología fundamental, que es, digamos, más especulativa. Pero me ha gustado la coherencia que hay entre todo, porque el Derecho Canónico lo que hace es aplicar a la vida práctica de la Iglesia los grandes principios teológicos.

Se trata de una coherencia tanto externa, como interna, del propio Código. Yo lo comparo con un reloj suizo, es una máquina de precisión, evidentemente mejorable como todo lo humano. Pero mientras se va renovando, ves que hay toda una gran coherencia desde el principio hasta el final. Esto encaja mucho con mi estructura mental, porque encuentras experiencia contrastada, sabiduría, no digamos práctica espiritual…; incluso el poso de muchos casos que muestran la reflexión y evaluación, las condiciones y excepciones, y mucho sentido común.

¿Y qué se estudia cuando uno estudia Derecho Canónico?

Son cinco años y, al ser licenciado en Teología, te convalidan dos y te quedan tres en los que las asignaturas troncales vendrían a ser las codiciales, es decir, de los libros del Código, una más procesal y otra más de tipo administrativo y de gobierno de la Iglesia en general. Hay otras complementarias que son praxis, es decir, ejercicios prácticos para poner en juego las normas de un determinado libro o de todos en general, además de Psicología, Historia del Derecho Canónico…

Su tesina fue sobre un tema muy actual.

Sí, la hice sobre Sinodalidad. Aspectos Canónicos. Me interesaba hacer algo que fuera útil, porque realmente es una inversión de tiempo y esfuerzo muy grande. Podía haber hecho otros temas, seguramente mucho más sencillo para mí, pero no estoy arrepentido. Conlleva un trabajo grande y no me salían las cuentas para para presentarla a tiempo, pero salió. Además, tengo la satisfacción de haberla hecho como he querido hacerlo y realmente estoy contento con el resultado. Una vez presentada la tesina, el curso era cuesta abajo; sabía que quedaba camino, pero era cuesta abajo lo que quedaba

¿Cómo se las ha apañado para compatibilizar el sacerdocio y sus responsabilidades pastorales y diocesanas con los estudios universitarios?

El formato ha sido híbrido, online y presencial. La COVID nos pilló en el primer curso y decayó parte de la actividad. Al estar confinado en casa, era más sencillo ponerme a estudiar. La clave has sido organizar bien el tiempo. Dedicaba al estudio la parte principal, por la mañana; otro tiempo, a contestar correos electrónicos para prever cuestiones pastorales. Lo más costoso ha sido renunciar a cosas, algunas por algún tiempo y otras que tienes que postergar indefinidamente. En ese sentido, quizás ha sido el mayor sacrificio. Las cosas que has tenido que sacrificar de orden pastoral, de orden personal, de orden familiar y cosas muy buenas. Es decir, ahora tengo la sensación de poder dedicarme a cosas que prácticamente he tenido que dejar durante tres años.

O sea, que está como un chaval que acaba el curso.

(Risas) Sí; lo comparo con un futbolista de mis tiempos: Falcao, del Atlético de Madrid, que decían que entrenaba con plantillas de plomo y luego en los partidos volaba. Pues tengo la sensación de haber estado con plantillas de plomo y ahora puedo correr, casi volar.

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