«El milagrico de Lourdes» Parte 2

Iglesia en Aragón
26 de agosto de 2022

Fuimos cinco internos, uno de la cárcel de Teruel, tres de la de Zuera y uno, un servidor, de la de Daroca. Manuel, Antonio, un segundo Antonio, Kiko y yo. Cada uno teníamos unos pensamientos e inquietudes distintas para haber aceptado tal honor, cada cual con su motivación. En este campo yo jugaba con ventaja sobre el resto, tenía un pasado religioso-católico que quizás los demás no compartían.

Excelente. Todos y cada uno de nosotros, si bien como anotaba veníamos con distinta mentalidad, participamos en todos y cada uno de los actos, de los encuentros, del programa, del voluntariado, con total tolerancia, cordialidad, abiertos a todo tipo de experiencias, respetuosos con las formas de pensar o creer de los demás, sin duda un diez alto para todos mis compañeros.

También nos acompañaban, o más bien guiaban, como responsables de nuestra salida programada, Isabel y Juan Antonio, de la Delegación de Pastoral Penitenciaria en Zaragoza y Teruel, respectivamente. Con luz propia brillaron su carácter humano y cristiano. Confiaron en nosotros desde el principio, y creo que no les defraudamos.

La primera noche, antes del viaje, pernoctamos en la casa de acogida de presos que los Mercedarios tienen en el Barrio de la Paz de la capital aragonesa. Todo comenzaba con muy buen sabor de boca.

La peregrinación al Santuario de Ntra. Señora de Lourdes a la que participamos está organizada, con carácter anual, por la Hospitalidad Diocesana Ntra. Sra. de Lourdes de Zaragoza. Una intensa experiencia espiritual centralizada en los enfermos en el marco de esta advocación mariana. La peregrinación estaba compuesta por voluntarios, médicos, enfermeras, camilleros (grupo al que nosotros cinco nos incorporamos), damas y peregrinos, enfermos, discapacitados y/o mayores de edad. Más de doscientas personas en busca del encuentro salvador con el Señor a través de la Virgen de Lourdes, liderados por el Arzobispo de Zaragoza, Carlos, y otros sacerdotes. La acogida que nos dispensaron desde el minuto uno te cambia la perspectiva, fue encomiable, sobresaliente. El término hospitalidad que reza su título se quedó cortísimo. Qué personas tan entregadas, cariñosas y sencillas. Ante esta evidencia de Amor en mayúsculas, ¿cómo se puede dudar de la presencia de Cristo y de la de su Madre, en nuestras vidas, en el mundo?

En el autobús número cinco, el que nos tocó, había un sacerdote que se encargó de amenizar las largas cinco horas de viaje. Y en un momento comentó, lo que recordé y sigo recordando, que todos y cada uno de nosotros volveríamos con un milagrico de la Virgen de Lourdes. ¡Qué razón tenía el pater!.

No se trataba de una excursión, era una manifestación de fe, un acto devoto que se manifestaría a lo largo de cuatro días, del 1 al 4 de julio, a través de los diferentes actos litúrgicos, de oración, plegarias, penitencia, y otros actos piadosos. También quedó tiempo para el ocio y la fiesta, turismo, compras…

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