El hambre y sed de justicia han merecido una bienaventuranza de Jesús

Raúl Romero López
20 de enero de 2020

SALMO 58

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 2 ¿Es verdad, poderosos, que dais sentencias justas?

¿Qué juzgáis rectamente a los hombres?

3 Al contrario, en el corazón planeáis delitos,

y en la tierra, vuestra mano inclina la balanza

a favor del violento.

4 Se extravían los malvados desde el vientre materno,

los mentirosos se pervierten desde que nacen:

5 llevan veneno como las serpientes,

son víboras sordas que cierran el oído,

6 para no oír la voz del encantador,

del experto en echar conjuros.

7 Oh Dios, rómpeles los dientes en la boca,

quiebra, Señor, los colmillos a los leones;

8 que se derritan como agua que se escurre,

que se marchiten como hierba pisoteada;

9 sean como babosa que se deslíe al andar,

como aborto que no llega a ver el sol.

10 Antes de que broten como espinas de un zarzal,

que los consuma el fuego como a los cardos.

11 Y goce el justo viendo la venganza,

bañe sus pies en la sangre de los malvados;

12 y comenten los hombres:

“El justo alcanza su fruto,

porque hay un Dios

que hace justicia en la tierra”.

 

INTRODUCIÓN

          Este salmo va contra los jueces inicuos que tratan de violar, en detrimento de raza y religión, las prescripciones más sagradas de la ley natural y el yavismo. “Un salmo de violencia tejido de inventivas pero un salmo de alta inspiración moral y social” (G. Brillet). El salmista sufre por el corrompido orden de cosas que hay en el mundo. No duda en hablar alto y fuerte. Se trata de un saneamiento moral. Pide un cambio de valores. Por otra parte está en juego lo supremo. ¿Es Dios el Señor y Juez del universo? ¿O rigen el mundo otros poderes demoníacos? Al final (v. 12) dirá con vigor profético: ¡Hay un Dios que juzga en la tierra! En cuanto a su estilo poético podemos decir con F. Delitzsch: “En ningún otro salmo se hallan en tan estrecho espacio tantas imágenes exuberantes”.

 

DESARROLLO

 Una pregunta a la conciencia de los jueces: ¿De verdad que sois justos? ¿De verdad qué no os dejáis sobornar? v. 2.

El comienzo es un apóstrofe irónico e hiriente: hay hombres en la tierra que tienen por oficio el hacer justicia. Para ello han recibido un poder. ¿Lo emplean, realmente, para su fin? Las palabras no se dirigen a los jefes de pueblos enemigos. Van dirigidas a los nobles de Israel, a los jueces que han olvidado sus deberes.

Según la mitología cananea el ejercicio de la justicia lo tenían los dioses inferiores, y si lo ejercían mal, incurrían en la censura de su jefe superior. El verdadero Dios, ¿sería menos exigente en relación a los que ejercen la justicia en su nombre?

“Para presentarse en testimonio de la conciencia y de Dios ellos mismos deberían ser hombres de Dios y de conciencia” (G. Brillet).

 

“El misterio del mal” (v. 4-6).

Normalmente las personas son malas por debilidad, por fragilidad, por circunstancias externas adversas. Pero aquí el salmista alude a algo íntimo, profundo Como si su malicia fuera congénita, instalada en la misma raíz de su existencia. “Tienen una malicia tan profundamente enraizada que se manifiesta en la vida y se remonta al nacimiento… tienen como un veneno que conduce a la desmesura final” (L. Ligier).

Su malicia es como un río desbordado que no se puede detener. “Cuando el mar brotó del seno de la tierra ¿quién le puso compuertas para contenerle?” (Job 38, 8).

Lo peor de todo es que parece que no hay posibilidad de cambio, ni voluntad del mismo. “¿Puede un negro cambiar de color? ¿Puede un leopardo quitarse sus manchas? Pues tampoco vosotros, acostumbrados al mal, podéis hacer lo bueno” (Jer 13, 23). Desde un punto de vista cristiano debemos afirmar que Jesús, muriendo por nosotros en la Cruz, ha sanado de raíz el corazón humano. Por muy profundo que sea el “misterio del mal” es mucho más profundo el “misterio del bien” traído por Jesús.

 

TERRIBLES AMENAZAS.

  “Oh Dios, rómpeles los dientes en la boca, quiebra, Señor, los colmillos a los leones” (v.7)

El salmista no anda por las ramas. Pide a Dios que desaparezcan del mapa. Que acaben ya de dar dentelladas a los buenos.

 

 “Que se derritan como agua que se escurre, que se marchiten como hierba pisoteada; sean como babosa que se deslíe al andar, como aborto que no llega a ver el sol” (8-9)

“Como agua que se escurre”. Es algo que desaparece… “pasa el deshielo y se secan los arroyos; viene el calor y se acaba el agua” (Job 6, 17)

“Como hierba pisoteada”. Alude al marchitarse, al desaparecer de una flor: La hierba se seca y la flor se marchita cuando el soplo del Señor pasa sobre ellas (Is 40, 7).

“Como la babosa que se deslíe al andar”. Alude a la creencia popular de que la baba, que el limaco deja al andar, es la disolución de su sustancia.

“Como aborto”… debería anularse su existencia. De Judas dijo el Señor: “Más le valiera no haber nacido”.

“Es preciso que se borre toda huella. Hasta el recuerdo del mal. Es preciso que sobre la faz del mundo que Dios construye, la maldad del perverso no deje ninguna arruga” (E. Beaucamp).

 

“Antes de que broten como espinas de un zarzal, que los consuma el fuego como a los cardos” (v.10)

No hay que dar tiempo a que crezca la mala hierba. Hay que arrancarla antes de que pueda hacer daño. Alude a que esos jueces inicuos deben ser arrancados en pleno vigor.

 

 “Y goce el justo viendo la venganza, bañe sus pies en la sangre de los malvados” (v.11)

 

¿QUÉ DECIR DE TODO ESTO?

Oigamos la voz autorizada de Santo Tomás: “Se alegrarán no de la venganza, sino por la justicia divina”.

“Bañar los pies en sangre” pertenece al lenguaje imaginativo de la pasión más que a un rito vengativo y cruento.

A nosotros nos escandalizan estas frases. Por eso nuestro intento es hacer una explicación de los salmos para los cristianos de hoy. Los salmos hay que pasarlos por el evangelio. Hay que escuchar a Jesús que dice: “habéis oído que se dijo, pero yo os digo” (Mt. 5,27-48). Con todo, en el salmo se trata de un pecado enquistado en el corazón, de alguien que no quiere convertirse y sólo quiere vivir para hacer el mal. Como no se hace justicia en este mundo, las víctimas acuden a Dios. Y Dios tiene que escucharlas.

 

 “Hay  un Dios que hace justicia en la tierra” (12)

Esta afirmación representa la esperanza, la fuerza y la alegría que sostienen la lucha del justo. Este salmo menciona en tres ocasiones a Dios, siempre asociado a la causa de la justicia y aliado del justo. Jesús encarnó este ideal: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mt. 5,6) (José Bartolini).

En definitiva, es el Dios de toda justicia el que debe tener la última palabra. Dios no puede ver indiferente el triunfo de las fuerzas del mal, sino que ha dispuesto aplastar la cabeza hostil de la serpiente. Con la intervención de Dios las aguas volverán a su cauce: el mal será erradicado y los justos podrán alegrarse. El justo Juez no deja impunes las injusticias humanas y premia la conducta honrada y limpia.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 

Emmanuel: “La prevaricación del juez es uno de los más grandes pecados del hombre”.

 

Santo Cura de Ars: “Los topos excavan la tierra pero raramente se elevan hasta la luz del día”.

 

San Agustín: “Un peregrino sin albergue llega a su país y no lo reciben: él entonces llama inhumana a esa ciudad, dice que entre bárbaros habría hallado acogida. Siente la injusticia porque la padece; tú quizás no la sientes. Has de considerarte peregrino para comprender cómo te duele que te nieguen lo que tú niegas al peregrino. Padeces hambre. Otro tiene pan en abundancia y le sobra; sabe que tú necesitas y no te lo da. Te enfadas porque sientes hambre. Enfádate también cuando estás saciado y sabes que otro pasa hambre”.

 

ACTUALIZACIÓN

 Es verdad que hoy hay unas nuevas sensibilidades con el tema de la venganza y la violencia. Por algo este salmo ha sido suprimido en la liturgia de las horas. Pero podría incluirse dándole su explicación y, sobre todo, viéndonos nosotros mismos incluidos en él de alguna manera. “El peligro al leer este salmo está en identificar los malvados con los otros y el justo e inocente con nuestro grupo. Si somos capaces de leer el salmo dirigiéndolo de modo que también nos alcance a nosotros, este salmo puede ser muy importante en la vida cristiana. Puede contrarrestar el peligro de pietismo y privatismo. Puede alimentar la sed de justicia”. (P.  Alonso Schökel

Por otra parte, en aquel tiempo no saben distinguir como nosotros hoy “pecado y pecador”. Podemos odiar el pecado y amar al pecador. Ellos, al identificarlos, no conciben eliminar el pecado sin la persona que lo ha cometido.

Para aquel entonces, la Ley del talión: “ojo por ojo y diente por diente” suponía un avance moral ya que uno no podía propasarse y hacer más daño que el que se había recibido. Ellos obraban así y eran sinceros con ellos mismos.

Lo que no podemos tolerar que los llamados cristianos, los que tenemos por norma el evangelio, nos dejemos guiar por los instintos pasionales. Y no debemos olvidar que los cristianos que fueron a defender los Santos Lugares en la cruzada de 1099, -según las crónicas- la sangre de los prisioneros masacrados subía hasta las rodillas de los caballos. Y comenta muy bien N. Daniel: “Es la peor profanación de los lugares santos conocida por nosotros”.

 

PREGUNTAS

 

  1. ¿Te molesta, te inquieta, te quita el sueño la falta de justicia en nuestro mundo actual?
  2. ¿Sabes descubrir injusticias dentro del grupo, de la comunidad en la que vives? ¿Tienes valor para afrontarlas?
  3. Ante un mundo de tanta corrupción, ¿trabajas por ser honesto y transparente?

 

ORACIÓN

 “De verdad, poderosos, ¿creéis que dais sentencias justas?”

Señor, cuando echo una mirada al mundo que me toca vivir, siento cierto malestar, enojo, turbación. A veces, hasta me da hastío. Los poderosos aplastan a los humildes; los ricos a los pobres; los grandes a los pequeños y los jueces ponen su mano pesada sobre la balanza para inclinarla a favor de los malvados y violentos.

Tú también, cuando vivías en este mundo, eras muy sensible al tema de la injusticia. Con qué amargura interior pronunciaste aquellas palabras: “Los jefes gobiernan con tiranía a los súbditos” (Mt 20, 25).

“Se extravían los malvados desde el vientre materno”

El vientre materno es lo más íntimo, lo más tierno, lo más sagrado. En ese lindo taller trabajas Tú la vida. Pero hay personas que absorben el mal desde la misma cuna. Y lo mismo que existe el amor entrañable, el nacido de las entrañas, existe también el mal fontal y radical, nacido en la misma raíz de la existencia.

Me duele y me da pena el pensar que haya personas que pasan por la vida haciendo el mal. Y esto como por inclinación innata. Todo lo contrario de lo que hiciste Tú. Ellos siempre llevan en su corazón el veneno de la maldad. Tú, en cambio, siempre llevas contigo un manantial de bondad. ¡Señor, enséñanos a vivir sin violencia!…

“Hay un Dios que hace justicia en la tierra”

Gracias, Señor, por estas bellas palabras del salmista. La injusticia, el odio, la corrupción tienen tal fuerza y tal magnitud que nosotros nos sentimos impotentes para combatirlos. Pero Tú, Señor estás con nosotros, trabajas a nuestro lado, luchas codo a codo con tantas personas de buena voluntad que quieren un mundo más justo, más limpio, más transparente. Gracias, Señor, porque asumes personalmente los compromisos so

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