Con motivo del Tiempo de la Creación, inaugurado con la Jornada de Oración del 1 de septiembre, los obispos nos recuerdan la «visión de la creación como don de Dios para la humanidad». Desde esta perspectiva, nos invitan a «dar pasos firmes en el interés del cuidado de la creación como algo esencialmente unido a las preocupaciones sociales de la humanidad». En su mensaje, insisten en que «nuestra fe nos compromete a no dejar en la intemperie de una naturaleza desgraciada a las próximas generaciones y comprender que no habrá paz verdadera sin cuidar las relaciones entre nosotros, con la naturaleza y con Dios».
La delegación de Ecología Integral de la Archidiócesis de Zaragoza cumple ahora un año de su creación. Le pedimos a su delegado, Carlos Revuelto, que nos haga balance de este tiempo tan esperanzador como intenso.
Habéis sido una de las delegaciones con más presencia en la vida de la diócesis…
La valoración del año es muy positiva. Por supuesto que tenemos muchas cosas que mejorar, pero estamos muy contentos con la acogida que ha tenido la delegación y así lo hemos sentido en la respuesta que hemos tenido a las actividades que hemos convocado.
¿Cuál es vuestra relación con las asociaciones ecologistas de Aragón?
Hemos empezado a relacionarnos con algunas de ellas, principalmente aunque no solo, a través de la Plataforma por la Emergencia Climática de Aragón. Aún nos falta contactar con algunas más, pero con las que lo hemos hecho tenemos buena relación. Al final, todos compartimos una misma preocupación. Además no debemos olvidar que dentro de muchas organizaciones ecologistas hay personas de Iglesia. El ecologismo no es algo tan separado del cristianismo como en ocasiones se piensa desde uno y otro lado.
¿Tenemos verdaderamente conciencia de este mandato que nos obliga a respetar y cuidar la creación?
Creo que tenemos mucho en lo que mejorar. La experiencia nos dice que cuando nos hacemos conscientes del problema que tenemos entre manos y de cómo afecta a tantas personas, especialmente las más vulnerables y cómo va a afectar a las generaciones futuras, despierta nuestra conciencia y nuestras ganas por hacer algo al respecto. Nuestro lema es: cabeza – corazón – manos. Creo que somos buenas personas, con sensibilidad, pero con un estilo de vida que no nos permite levantar la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor y asumir la responsabilidad que tenemos con nuestra realidad. Cuando nos hacemos conscientes somos capaces de cambiar, de convertirnos.
Este año el lema es «Esperanzar y Actuar con la Creación»: ¿Qué nos quiere decir?
El lema está tomado de la carta del apóstol Pablo a los Romanos. La imagen bíblica representa a la Tierra como una madre que gime como si estuviera dando a luz (Rom. 8, 22). Los tiempos que vivimos demuestran que no nos relacionamos con la Tierra como un don de nuestro Creador sino como un recurso que explotar. Y, sin embargo, existe la esperanza de un futuro mejor. Esperar en el contexto bíblico no significa quedarse quieto y callado, sino gemir, clamar y luchar activamente por una nueva vida en medio de las dificultades.
¿Qué habéis programado desde la Delegación para celebrar este Tiempo de la Creación?
El Tiempo de la Creación empezó el domingo 1 de septiembre con la celebración de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Animamos a todas las parroquias y comunidades a qué lo tuvieran presente en todas las celebraciones de ese domingo. Además, desde la delegación hemos programado tres actos: el miércoles 18 de septiembre tendremos una mesa de experiencias de esperanza en el salón de la Casa de la Iglesia, experiencias sobre el cuidado de la naturaleza, la economía y la energía. El sábado 21 de septiembre convocamos a realizar una limpieza de basura en una zona de ribera del Ebro y por último, haremos una oración ecuménica junto a otras Iglesias cristianas el día 3 de octubre, víspera de la fiesta de San Francisco de Asís.
