Salmo 64
2 Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
3 escóndeme de la conjura de los perversos,
y del motín de los malhechores.
4 Afilan sus lenguas como espadas,
y disparan como flechas palabras venenosas,
5 para herir a escondidas al inocente
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.
6 Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: “¿Quién lo descubrirá?”.
7 Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.
8 Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
9 su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.
10 Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios,
y medita sus acciones.
11 El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.
INTRODUCCIÓN
Se trata de un salmo de súplica individual pero con una novedad: tiene una dimensión profética con una clara evocación al juicio de Dios. Por eso algún autor prefiere clasificarlo entre los salmos de exhortación profética. Se trata de una profecía de carácter yavista: ante el problema del mal se profetiza, con una fe inquebrantable en Yavé, Dios justo, que la verdad de Dios y el triunfo de la moral serán una realidad. “El poema compuesto con arte no carece ni de originalidad ni de vigor” (E. Podechard).
“Se puede hacer oración: “hablando con Dios”, “callando ante Dios”, y, en algunos momentos, también “gritando ante Dios.” v.2.
La queja del salmista brota de la amargura interior y se lo manifiesta a Dios. Orar es poner delante de Dios nuestra vida tal y como la estamos viviendo. Así han orado los hombres de Dios: “Por eso no cerraré la boca, voy a quejarme en la amargura de mi alma” (Job 7, 16). La oración de Ana está regada con lágrimas, se desahoga ante Dios y no se calla: “Lo que me hace hablar es el gran dolor y la amargura que siento” (1 Sam 1, 15-16). Quejarse, lamentarse, gritar… ante Dios en los momentos de dolor y sufrimiento es una bella oración que Dios acepta con gusto.
“Cuando uno se siente amenazado y perseguido, el único refugio seguro es Dios” (v. 3).
El salmista se ve amenazado por un conjunto de enemigos. Quiere ocultarse, esconderse. ¿Dónde encontrará mejor refugio? Ha pensado tal vez en el templo. Pero a veces ni siquiera el templo se respeta (Sal 11). Lo tiene claro: no hay mejor refugio que Dios mismo, su persona. Ahí va a sentirse seguro. “En Él me cobijo”
“La mejor espada para contrarrestar las flechas de los enemigos es la espada de la no violencia. 4-5.
Son imágenes sacadas de la caza y de la guerra para caracterizar los tratos pérfidos de los enemigos. La espada es símbolo de la lengua tajante y las flechas representan las palabras hirientes y amargas. En varias culturas las armas de caza y guerra llevaban veneno. También lo llevan las palabras de los enemigos.
El versículo 5 tiene un matiz especial: el tomar a la víctima por sorpresa. Apostados sobre escondites estratégicos, pueden actuar sin riesgos y sin miedo. No se trata de una batalla abierta, dando la cara. Tienen guardadas las espaldas y la sorpresa es factor ventajoso.
¿Cómo es el inocente? La raíz tmm indica algo circular, completo. Como queda definido un día o un año. Lo que quiere decir que este inocente, cobijado en Dios, es un modelo de equilibrio humano y religioso.
“Algunas personas, ¡Qué bien saben hacer el mal! (v.6)
“Se animan…” se enfervorizan, se estimulan para hacer el mal. Calculan cómo hacer más dañinas sus trampas. Y dicen: ¿quién lo descubrirá? Niegan a Dios el poder de descubrir lo oculto, lo secreto. Es un modo de ateísmo: “El Señor no lo ve, el Dios de Jacob no se entera” (Sal 94,7). Si peco nadie me verá; si miento a escondidas, ¿quién se enterará? Hay una especie de oposición: frente a la perfección del justo se opone la perfección del crimen. El cristiano tiene claro lo que tiene que hacer: “No te dejes vencer por el mal sino vence el mal a fuerza de bien”
“Sólo Dios puede ver el fondo del corazón humano” v. 7.
Puede tratarse de un proverbio. De hecho Jeremías dice: “Es insondable el corazón de una persona” (Jer 17, 9). Pero aquí no se está haciendo un análisis del ser humano, sino que les sirve a los perseguidores para probar que el delito está tan profundo que no lo puede ver ni Dios. Pero los enemigos se equivocan. Sólo Dios, que ha creado el corazón humano, puede verlo y conocerlo hasta el fondo. “Jesús sabía lo que hay dentro de cada hombre”. (Jn. 2,24) Pero no se quedó conforme con saberlo. Bajó hasta el fondo del corazón humano para sanarlo de raíz.
Desde la perspectiva del Nueva Testamento, ¿Se puede imaginar uno a Dios, tomando a los enemigos por sorpresa y disparando flechas contra ellos? v. 8-9.
“Pero Dios…” Sin ningún tipo de preparación aparece Dios disparando flechas. Los malvados no pueden ocultarse, de repente ahí están las heridas. El contra ataque, por parte de Dios, está tan bien preparado que sin necesidad de silbar las flechas, han quedado heridos los enemigos. Fueron vencidos con las mismas armas que ellos combatían. Y para ellos está reservado el trato que la perfidia humana reservaba al inocente. Mover la cabeza es un acto de desprecio. Así se lo hicieron a Cristo (Mt 27, 39). El enemigo que se ilusionaba de que nadie lo viera ahora es visto por todos. Y ahora todos, al verlo, mueven la cabeza burlándose de él. ¿Qué decir de todo esto? No nos cansamos de repetir que, en aquella época, no distinguen entre pecado y pecador. Combatir al pecador es, según ellos, combatir el pecado. En el espíritu de la ética yavista, el pecado contra el débil es pecado contra Dios que es su defensor. Dios no está de acuerdo con las injusticias de los hombres. Tampoco debemos olvidar que, en esta época donde no hay una perspectiva del más allá, el castigo debía darse en esta vida. Así aparece la justicia de Dios y cómo Él es el que realmente defiende a los pobres, inocentes e indefensos.
“Ante el proceder de Dios sólo cabe el asombro” v. 10.
El temor es el asombro ante el proceder de Dios. Es la admiración de la gente ante un Dios tan grande y poderoso. Se afianza la fe en Yavé y se reflexiona sobre sus acciones.
La meditación no es abstracta. No se trata de reflexionar sobre los atributos de Dios, sino sobre el actuar de Dios. Meditar es pasar por delante de los ojos todo lo que Dios ha obrado en favor del inocente. Hay que ser buenos para que Dios nos ayude. Como el salmista. En el A.T. el hombre, ante el actuar de Dios, sentía miedo. Y el miedo le evitaba el obrar el mal. En el N.T. es el amor derrochador de Dios el que produce asombro. Y el hombre ante este misterio asombroso de Dios en Jesús, debe responder con un amor apasionado.
“El justo se alegra con el Señor y nadie puede arrebatarle su gozo” (v.11)
El justo es aquel que siempre está con el Señor. Sabe estar con él cuando todo le va bien y también cuando todo le sale mal, cuando los enemigos están acechando ahí a la vista de todos. Él se refugia en Dios. Y sabe dar gracias en los momentos de júbilo, cuando Dios ya ha intervenido en favor suyo. El justo sabe llenar su corazón de esperanza cuando el triunfo es todavía incierto, y sabe llenar su corazón de gozo cuando Dios se manifiesta como el triunfador. El salmo nos hace una fuerte llamada a la oración, a saber contar con Dios en los momentos de gozo y de dolor. Y parece que hay una correspondencia entre la oración y la vida. Hay una oración intensa cuando es intensa la vida que llevamos entre manos. Vidas mediocres y oraciones altísimas de contemplación parece que son cosas incompatibles. La excelencia de la oración se mide por la vida y no al contrario. Dime cómo vives y te diré cómo rezas.
Dios nos impulsa a una vida de entrega total, de amor totalmente desinteresado, de exigencias cada vez más fuertes. Para eso necesitamos una oración especial. Nosotros, por nuestros propios medios, no podemos amar tal y como Dios nos lo pide. Por eso la exigencia de la oración brota de la indigencia para vivir el amor y los compromisos de la Alianza.
TRASPOSICIÓN CRISTIANA
– San Francisco: “Dichoso aquel que ama y respeta a su hermano tanto cuando está lejos como cuando está con él, y no dice a sus espaldas nada que no pueda decir con caridad delante de él”
– Eusebio: “Llega el hombre de corazón profundo, el hombre de verdad perfecta, que conserva la imagen de Dios. Contra él las flechas son impotentes, como arañazos infantiles”.
– P. Monsabré: “Que se acerque el hombre a la cima más alta de su corazón y Dios será ensalzado”.
– A. Chauraqui: “Si el impío pudiera volverse contra Dios, lo haría. Impotente se vuelve con furor contra el inocente que manifiesta a Dios sobre la tierra”.
ACTUALIZACION.
Constantemente nos estamos quejando los cristianos de hoy, especialmente en Europa, de que nuestras Iglesias se están quedando vacías. Y más que quedarnos en una queja llena de amargura, nos deberíamos preguntar por las causas. Pueden ser muchas y muy complejas. Pero hay una que es clara: los cristianos no vivimos lo que decimos que creemos. Este salmo nos habla de júbilo, de entusiasmo ante Yavé. Los primeros cristianos vivían las Eucaristías con tal fervor que de ellas salían oleadas de entusiasmo. Por otra parte, entre ellos no había necesidades porque se compartía lo que tenían. Después de una solemne celebración de una Misa de Domingo, ”Friedrich Nietzsche observaba que habiendo entrado juntos los ricos y los pobres, los ricos se quedaban con sus riquezas y los pobres con su pobreza. Y dijo aquella célebre frase: “Otras canciones deberían cantarme a mí los cristianos para que yo creyera en un Cristo al que llaman Redentor”
PREGUNTAS
1. ¿Acostumbro a rezarle a Dios desde mi vida? ¿Me presento ante Él con mis problemas vivos?
2. Muchas veces nos reunimos en la comunidad para acusarnos de nuestras faltas y reconciliarnos. Pero, ¿nos solemos reunir para celebrar juntos lo bueno que Dios ha depositado en el corazón de cada uno?
3. ¿Sé cortar drásticamente una conversación en la que se está hablando mal de una persona ausente?
ORACIÓN
“Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento”
Señor, hoy mi oración brota de lo más profundo de mi ser. Quiero que escuches lo que está sucediendo en lo más hondo de mi corazón. Mi herida es profunda y mi dolor intenso. Toda mi alma es una llaga. Mírame primero y escúchame después. Que sea mi propio sufrimiento el que llame a tus puertas y conmueva tu corazón compasivo.
“Su corazón no tiene fondo”
Tú, Señor, has puesto en nosotros un corazón sin fondo. Y nos has dado la libertad para que podamos almacenar en él el bien o el mal, el odio o el amor. Si optamos por el bien podemos alcanzar un amor sin límites, sin medidas… Pero si optamos por el mal, podemos llegar a la crueldad más refinada. Este corazón sin fondo nos da miedo. Señor, haz que nosotros sólo sepamos emplearlo para el bien.
“El justo se alegra con el Señor”
Yo no quiero otra felicidad, sino la que viene de Ti, Señor. Las otras felicidades son vanas y falsas. Rozan la piel pero no llegan al corazón. Son superficiales y pasajeras. Yo no quiero saciar mi sed con un vaso de agua. Quiero que me des el manantial. Quiero saciarme de Ti. Quiero bañarme en Ti. Quiero sumergirme en tu amor.
“Se felicitarán los rectos de corazón”
En este mundo lleno de corrupción y de injusticias da la impresión de que son los malos los que triunfan. Son los que más hablan, los que más gritan, los que más llenan las plazas y celebran sus victorias. Pero Tú nos aseguras que habrá fiesta para los honrados, los sencillos, los de corazón recto y sano. Gracias, Señor, porque nos garantizas el triunfo de los buenos
2 Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
3 escóndeme de la conjura de los perversos,
y del motín de los malhechores.
4 Afilan sus lenguas como espadas,
y disparan como flechas palabras venenosas,
5 para herir a escondidas al inocente
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.
6 Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: “¿Quién lo descubrirá?”.
7 Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.
8 Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
9 su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.
10 Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios,
y medita sus acciones.
11 El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.
INTRODUCCIÓN
Se trata de un salmo de súplica individual pero con una novedad: tiene una dimensión profética con una clara evocación al juicio de Dios. Por eso algún autor prefiere clasificarlo entre los salmos de exhortación profética. Se trata de una profecía de carácter yavista: ante el problema del mal se profetiza, con una fe inquebrantable en Yavé, Dios justo, que la verdad de Dios y el triunfo de la moral serán una realidad. “El poema compuesto con arte no carece ni de originalidad ni de vigor” (E. Podechard).
“Se puede hacer oración: “hablando con Dios”, “callando ante Dios”, y, en algunos momentos, también “gritando ante Dios.” v.2.
La queja del salmista brota de la amargura interior y se lo manifiesta a Dios. Orar es poner delante de Dios nuestra vida tal y como la estamos viviendo. Así han orado los hombres de Dios: “Por eso no cerraré la boca, voy a quejarme en la amargura de mi alma” (Job 7, 16). La oración de Ana está regada con lágrimas, se desahoga ante Dios y no se calla: “Lo que me hace hablar es el gran dolor y la amargura que siento” (1 Sam 1, 15-16). Quejarse, lamentarse, gritar… ante Dios en los momentos de dolor y sufrimiento es una bella oración que Dios acepta con gusto.
“Cuando uno se siente amenazado y perseguido, el único refugio seguro es Dios” (v. 3).
El salmista se ve amenazado por un conjunto de enemigos. Quiere ocultarse, esconderse. ¿Dónde encontrará mejor refugio? Ha pensado tal vez en el templo. Pero a veces ni siquiera el templo se respeta (Sal 11). Lo tiene claro: no hay mejor refugio que Dios mismo, su persona. Ahí va a sentirse seguro. “En Él me cobijo”
“La mejor espada para contrarrestar las flechas de los enemigos es la espada de la no violencia. 4-5.
Son imágenes sacadas de la caza y de la guerra para caracterizar los tratos pérfidos de los enemigos. La espada es símbolo de la lengua tajante y las flechas representan las palabras hirientes y amargas. En varias culturas las armas de caza y guerra llevaban veneno. También lo llevan las palabras de los enemigos.
El versículo 5 tiene un matiz especial: el tomar a la víctima por sorpresa. Apostados sobre escondites estratégicos, pueden actuar sin riesgos y sin miedo. No se trata de una batalla abierta, dando la cara. Tienen guardadas las espaldas y la sorpresa es factor ventajoso.
¿Cómo es el inocente? La raíz tmm indica algo circular, completo. Como queda definido un día o un año. Lo que quiere decir que este inocente, cobijado en Dios, es un modelo de equilibrio humano y religioso.
“Algunas personas, ¡Qué bien saben hacer el mal! (v.6)
“Se animan…” se enfervorizan, se estimulan para hacer el mal. Calculan cómo hacer más dañinas sus trampas. Y dicen: ¿quién lo descubrirá? Niegan a Dios el poder de descubrir lo oculto, lo secreto. Es un modo de ateísmo: “El Señor no lo ve, el Dios de Jacob no se entera” (Sal 94,7). Si peco nadie me verá; si miento a escondidas, ¿quién se enterará? Hay una especie de oposición: frente a la perfección del justo se opone la perfección del crimen. El cristiano tiene claro lo que tiene que hacer: “No te dejes vencer por el mal sino vence el mal a fuerza de bien”
“Sólo Dios puede ver el fondo del corazón humano” v. 7.
Puede tratarse de un proverbio. De hecho Jeremías dice: “Es insondable el corazón de una persona” (Jer 17, 9). Pero aquí no se está haciendo un análisis del ser humano, sino que les sirve a los perseguidores para probar que el delito está tan profundo que no lo puede ver ni Dios. Pero los enemigos se equivocan. Sólo Dios, que ha creado el corazón humano, puede verlo y conocerlo hasta el fondo. “Jesús sabía lo que hay dentro de cada hombre”. (Jn. 2,24) Pero no se quedó conforme con saberlo. Bajó hasta el fondo del corazón humano para sanarlo de raíz.
Desde la perspectiva del Nueva Testamento, ¿Se puede imaginar uno a Dios, tomando a los enemigos por sorpresa y disparando flechas contra ellos? v. 8-9.
“Pero Dios…” Sin ningún tipo de preparación aparece Dios disparando flechas. Los malvados no pueden ocultarse, de repente ahí están las heridas. El contra ataque, por parte de Dios, está tan bien preparado que sin necesidad de silbar las flechas, han quedado heridos los enemigos. Fueron vencidos con las mismas armas que ellos combatían. Y para ellos está reservado el trato que la perfidia humana reservaba al inocente. Mover la cabeza es un acto de desprecio. Así se lo hicieron a Cristo (Mt 27, 39). El enemigo que se ilusionaba de que nadie lo viera ahora es visto por todos. Y ahora todos, al verlo, mueven la cabeza burlándose de él. ¿Qué decir de todo esto? No nos cansamos de repetir que, en aquella época, no distinguen entre pecado y pecador. Combatir al pecador es, según ellos, combatir el pecado. En el espíritu de la ética yavista, el pecado contra el débil es pecado contra Dios que es su defensor. Dios no está de acuerdo con las injusticias de los hombres. Tampoco debemos olvidar que, en esta época donde no hay una perspectiva del más allá, el castigo debía darse en esta vida. Así aparece la justicia de Dios y cómo Él es el que realmente defiende a los pobres, inocentes e indefensos.
“Ante el proceder de Dios sólo cabe el asombro” v. 10.
El temor es el asombro ante el proceder de Dios. Es la admiración de la gente ante un Dios tan grande y poderoso. Se afianza la fe en Yavé y se reflexiona sobre sus acciones.
La meditación no es abstracta. No se trata de reflexionar sobre los atributos de Dios, sino sobre el actuar de Dios. Meditar es pasar por delante de los ojos todo lo que Dios ha obrado en favor del inocente. Hay que ser buenos para que Dios nos ayude. Como el salmista. En el A.T. el hombre, ante el actuar de Dios, sentía miedo. Y el miedo le evitaba el obrar el mal. En el N.T. es el amor derrochador de Dios el que produce asombro. Y el hombre ante este misterio asombroso de Dios en Jesús, debe responder con un amor apasionado.
“El justo se alegra con el Señor y nadie puede arrebatarle su gozo” (v.11)
El justo es aquel que siempre está con el Señor. Sabe estar con él cuando todo le va bien y también cuando todo le sale mal, cuando los enemigos están acechando ahí a la vista de todos. Él se refugia en Dios. Y sabe dar gracias en los momentos de júbilo, cuando Dios ya ha intervenido en favor suyo. El justo sabe llenar su corazón de esperanza cuando el triunfo es todavía incierto, y sabe llenar su corazón de gozo cuando Dios se manifiesta como el triunfador. El salmo nos hace una fuerte llamada a la oración, a saber contar con Dios en los momentos de gozo y de dolor. Y parece que hay una correspondencia entre la oración y la vida. Hay una oración intensa cuando es intensa la vida que llevamos entre manos. Vidas mediocres y oraciones altísimas de contemplación parece que son cosas incompatibles. La excelencia de la oración se mide por la vida y no al contrario. Dime cómo vives y te diré cómo rezas.
Dios nos impulsa a una vida de entrega total, de amor totalmente desinteresado, de exigencias cada vez más fuertes. Para eso necesitamos una oración especial. Nosotros, por nuestros propios medios, no podemos amar tal y como Dios nos lo pide. Por eso la exigencia de la oración brota de la indigencia para vivir el amor y los compromisos de la Alianza.
TRASPOSICIÓN CRISTIANA
- San Francisco: “Dichoso aquel que ama y respeta a su hermano tanto cuando está lejos como cuando está con él, y no dice a sus espaldas nada que no pueda decir con caridad delante de él”
- Eusebio: “Llega el hombre de corazón profundo, el hombre de verdad perfecta, que conserva la imagen de Dios. Contra él las flechas son impotentes, como arañazos infantiles”.
- Monsabré: “Que se acerque el hombre a la cima más alta de su corazón y Dios será ensalzado”.
- Chauraqui: “Si el impío pudiera volverse contra Dios, lo haría. Impotente se vuelve con furor contra el inocente que manifiesta a Dios sobre la tierra”.
ACTUALIZACION.
Constantemente nos estamos quejando los cristianos de hoy, especialmente en Europa, de que nuestras Iglesias se están quedando vacías. Y más que quedarnos en una queja llena de amargura, nos deberíamos preguntar por las causas. Pueden ser muchas y muy complejas. Pero hay una que es clara: los cristianos no vivimos lo que decimos que creemos. Este salmo nos habla de júbilo, de entusiasmo ante Yavé. Los primeros cristianos vivían las Eucaristías con tal fervor que de ellas salían oleadas de entusiasmo. Por otra parte, entre ellos no había necesidades porque se compartía lo que tenían. Después de una solemne celebración de una Misa de Domingo, ”Friedrich Nietzsche observaba que habiendo entrado juntos los ricos y los pobres, los ricos se quedaban con sus riquezas y los pobres con su pobreza. Y dijo aquella célebre frase: “Otras canciones deberían cantarme a mí los cristianos para que yo creyera en un Cristo al que llaman Redentor”
PREGUNTAS
- ¿Acostumbro a rezarle a Dios desde mi vida? ¿Me presento ante Él con mis problemas vivos?
- Muchas veces nos reunimos en la comunidad para acusarnos de nuestras faltas y reconciliarnos. Pero, ¿nos solemos reunir para celebrar juntos lo bueno que Dios ha depositado en el corazón de cada uno?
- ¿Sé cortar drásticamente una conversación en la que se está hablando mal de una persona ausente?
ORACIÓN
“Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento”
Señor, hoy mi oración brota de lo más profundo de mi ser. Quiero que escuches lo que está sucediendo en lo más hondo de mi corazón. Mi herida es profunda y mi dolor intenso. Toda mi alma es una llaga. Mírame primero y escúchame después. Que sea mi propio sufrimiento el que llame a tus puertas y conmueva tu corazón compasivo.
“Su corazón no tiene fondo”
Tú, Señor, has puesto en nosotros un corazón sin fondo. Y nos has dado la libertad para que podamos almacenar en él el bien o el mal, el odio o el amor. Si optamos por el bien podemos alcanzar un amor sin límites, sin medidas… Pero si optamos por el mal, podemos llegar a la crueldad más refinada. Este corazón sin fondo nos da miedo. Señor, haz que nosotros sólo sepamos emplearlo para el bien.
“El justo se alegra con el Señor”
Yo no quiero otra felicidad, sino la que viene de Ti, Señor. Las otras felicidades son vanas y falsas. Rozan la piel pero no llegan al corazón. Son superficiales y pasajeras. Yo no quiero saciar mi sed con un vaso de agua. Quiero que me des el manantial. Quiero saciarme de Ti. Quiero bañarme en Ti. Quiero sumergirme en tu amor.
“Se felicitarán los rectos de corazón”
En este mundo lleno de corrupción y de injusticias da la impresión de que son los malos los que triunfan. Son los que más hablan, los que más gritan, los que más llenan las plazas y celebran sus victorias. Pero Tú nos aseguras que habrá fiesta para los honrados, los sencillos, los de corazón recto y sano. Gracias, Señor, porque nos garantizas el triunfo de los buenos