El arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, ha recibido el premio ‘Moisés Calvo’ con el que el Centro Soriano galardona a todos aquellos sorianos residentes en Zaragoza que aportan un bien al desarrollo social y humano de esta ciudad y que son reconocidos como los mejores embajadores de Soria en Aragón.
El acto celebrado en el Gran Hotel reunió a más de ciento cincuenta personas. Una cifra extraordinaria, que muestra «que la Iglesia y don Vicente sigue arrastrando», según afirmaba el soriano y anterior juez decano de Zaragoza, Ángel Dolado. Sorianos, zaragozanos y una amplia representación de las casas regionales presentes en Aragón dieron fe del dato.
La entrega del premio tuvo lugar después de la cena. Videos sobre la realidad del Centro Soriano en Zaragoza, los anteriormente galardonados, la figura de Moisés Calvo y don Vicente Jiménez sirvieron de complemento audiovisual a los discursos realizados por el presidente del centro, el de la Caja Rural de Soria y el de la Diputación Provincial.
Don Vicente, emocionado por las palabras de reconocimiento a un pastor que conduce a la Iglesia zaragozana por medio de una realidad compleja, afirmó su compromiso de servicio a la comunidad en la que vive sin renunciar al «carácter honesto y trabajador que acompaña a todos los sorianos que viven en Aragón y en otras partes de España».
Tras aludir a la complicada situación que atraviesa España, manifestó el orgullo de sentirse «agredeño, soriano, zaragozano y aragonés, español y universal», al mismo tiempo que reconocía que los sorianos «somos pocos, pero no somos poco».
Un acto entrañable y solemne, en el que el arzobispo estuvo acompañado por su hermano y cuñada, así como por otros miembros de la familia. El mundo de la política, la universidad, las leyes, la Iglesia estuvo ampliamente representado, pero lo que más destacó fue el cariño con el que todos los presentes arroparon a un obispo y hermano, que no ha renunciado a sus raíces ni a su impronta misionera.