El Sagrado Corazón, el Castillo templario y la Virgen de la Alegría fueron los ejes del Pregón que pronunció don Ángel, en el salón de la concatedral de Santa María del Romeral el sábado, 5 de abril. Bajo el título Monzón, fortaleza y baluarte de esperanza, Mons. Pérez Pueyo inició su intervención haciendo referencia a uno de los símbolos de la capital del Cinca Medio, el castillo templario de una ciudad «que guarda una profunda huella cristiana en el corazón de cada uno de sus hijos».
Con referencias a los pregoneros de los últimos años – la abadesa de las Clarisas, el historiador Domingo Buesa o el profesor y animador de la comunidad Juan de Pano-, don Ángel aseguro que ante el desafío de ser el pregonero 2025, se sentía confortado «en saber que la esperanza que os ofrezco no defrauda porque no se basa en promesas huecas ni en ilusiones pasajeras, sino en el amor de un Dios que no nos abandona·. Esa esperanza, continuó, está sostenida en el «Sagrado Corazón que, desde lo alto de nuestro esbelto castillo, vela por nuestra ciudad y por nuestras vidas».
A los cofrades se dirigió directamente pidiéndoles que cuando salgan a las calles a procesionar «no lo hagáis solo por tradición, sino con la luz de la esperanza y la fuerza de la caridad. Que cada golpe de tambor anuncie que la tristeza no tiene la última palabra. Que cada vela encendida sea símbolo de una fe que ilumina la oscuridad. Que cada paso junto a Cristo y María sea testimonio de que la cruz nunca es en vano».
A lo largo de su intervención, el obispo fue repasando cada una de las procesiones y de las siete cofradías de la ciudad, a cuyos presidentes fue dedicando una saeta para que «ojalá podáis ponerles música y, al procesionar, os sirvan como oración compartida para ser verdaderos apóstoles en la calle». Al final del Pregón, su evocación del encuentro del Domingo de Pascua entre el Resucitado y la Virgen de la Alegría dio pie al canto conjunto, con gran sentimiento y emoción contenida de los asistente, del himno de la patrona de Monzón. «Que la Virgen de la Alegría, nos guíe con su luz y su bondad. Sea para todos un faro de paz y de perdón: ‘Madre de Dios y a un tiempo Madre mía, pongo a tus pies mi vida y corazón'», concluyó
El presidente de la Junta Coordinadora de Cofradías, Antonio Raluy, obsequió con una imagen de esta advocación mariana a don Ángel, acompañado por los sacerdotes de la Unidad Pastoral de Monzón.