«Hoy queremos ser todos nosotros Santa Rosa de Osos, hoy nuestra diócesis está de luto», afirmó el obispo de Barbastro-Monzón, Mons. Ángel Pérez en la eucaristía por el eterno descanso de Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo de la diócesis colombiana fallecido el pasado 8 de julio. Una veintena de sacerdotes concelebraron la santa misa y, junto a fieles de toda la diócesis, arroparon a Joaquín Trujillo y Julián Sepúlveda que desde Santa Rosa de Osos vinieron a ejercer su ministerio a nuestra tierra, como antes lo hicieran Juan Diego Tamayo, Edbin Alberto Salazar, Rubén Darío Sosa, Luis Fernando Rojas, Román Imeldo Echevarría y Jaime Albert Rivera.
A todos ellos agradeció don Ángel su entrega «gracias a un pastor que sabía que la Iglesia no es su pequeña parcela, sabía de su universalidad, de generosidad». Evocó su reciente visita a nuestra diócesis, en abril pasado, en la que comprobó «la misma ilusión y esfuerzo evangelizador». Finalmente manifestó estar seguro de que «monseñor Elkin le habrá hablado de Barbastro-Monzón al Padre y pidió por los desvelos y esfuerzos, y por estos sacerdotes que con tanta generosidad nos ha regalado«.
Una imagen del prelado colombiano presidió la ceremonia, solemnizada por los cantos de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, y que abrió Julián Sepúlveda -delegado de Celebración de Barbastro-Monzón-, con una exposición sobre las características de Santa Rosa de Osos y la biografía del que fuera su prelado desde 2020. «Un tiempo corto pero fecundo por su sencillez, humildad, prudencia y cercanía a las comunidades parroquiales, a los sacerdotes y a los religiosos, su impulso misionero y el respaldo a la pastoral social y plan de evangelización. Será su legado, pero lo será sobre todo cómo exhortó desde su predicación a poner los ojos en Jesús», resumió. «Nos consta que se marchó de Barbastro con el compromiso de continuar su colaboración con esta diócesis hermana», añadió en referencia a la visita de abril.
En la misma línea cerró la eucaristía Joaquín Trujillo -arcipreste del Somontano y moderador de la Unidad Pastoral de Barbastro-, recordando que «somos una misma Iglesia, una porción del Pueblo de Dios, a casi 10 mil kilómetros de distancia. Y desde aquí sentimos el dolor de nuestra diócesis, porque un obispo es padre y pastor«. Afirmó que le impresionó la «historia martirial de Barbastro-Monzón, el proceso pastoral, la acogida que nuestro obispo, los sacerdotes y fieles le dispensaron. Por todo estoy hay que dar gracias y porque el Señor lo consideró llamado para vivir la eternidad, para alcanzar esa gloria que todos deseamos». Trujillo agradeció a todos el acompañamiento, expresión viva de la fraternidad.