Domingo 29, tiempo ordinario: 20 de octubre de 2024

Raúl Romero López
14 de octubre de 2024

El que quiera ser primero, sea esclavo de todos

INTRODUCCIÓN

         El texto de Marcos muestra bien a las claras las dificultades que tenían los discípulos para entender a Jesús. Seguían pensando en un Mesías político, buscaban carteras ministeriales, querían triunfar por el poder, el prestigio… se habían arrimado al carro del que pensaban que iba a ganar.

Esta situación se prolonga dramáticamente durante toda la vida de Jesús, y los evangelistas la reflejan muchas veces (Mateo 18, Mateo 23, Marcos 9, Lucas 9, Lucas 22).

La respuesta de Jesús es siempre la misma: «el que sea el mayor, que sirva al más pequeño” … Todo esto culmina de forma espectacular en la escena que se ha considerado como «el testamento» de Jesús, narrado por Juan (13,1-17), cuando al principio de la última cena Jesús lava los pies a los discípulos, como un esclavo.. (José E. Galarreta).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Is. 53, 10-11.                    2ª lectura: Heb. 4, 14-16.

EVANGELIO

Marcos: 10,35-45

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: «Lo somos.» Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

REFLEXIÓN

1.– Pregunta de los discípulos y respuesta negativa de Jesús. La pregunta de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan es inconcebible. Se realiza “camino de Jerusalén”  donde Jesús les acaba de anunciar lo mucho que debe padecer antes de su muerte.  Y ellos, lejos de compadecerse, de estar más cerca que nunca de Jesús, de acompañarle con su cariño, sólo se preocupan de saber “quien va a ser el más importante de ellos”. Jesús les responde  suavemente, diciendo que “no saben pedir”. Es lo menos que les puede decir. Agradecemos al evangelista Marcos que no haya suprimido la escena, que nos la haya contado. Así descubrimos la mezquindad de los apóstoles, su egoísmo, su afán de medrar y de ser importantes, es decir, todas esas miserias que anidan hoy día en  nuestros  viles y menesterosos corazones. La  Comunidad de Mateo, se ha escandalizado de esta postura tan ruin de los apóstoles y la ha suavizado metiendo por medio a su madre (Mt. 20,20).  No nos extrañemos que a muchas de nuestras interesadas peticiones, el Señor nos responda con un NO ROTUNDO.

2.– Pregunta de Jesús y respuesta afirmativa de los discípulos.  Como ellos han manifestado que “no saben pedir”, ahora va a ser el propio Jesús el que formule la petición: ¿Podéis beber el trago amargo que yo he de beber?  Ellos, un tanto avergonzados, sin pensar mucho lo que decían, contestan: ¡PODEMOS!  Bonita palabra que debería aparecer siempre que uno quiere hacerse cristiano en el bautismo o afianzar su fe en el sacramento de la  Confirmación. Ser cristiano es tener el coraje de decir sí a la vida, con sus limitaciones, sus sufrimientos, sus enfermedades, su muerte inexorable. Ser cristiano es vivir desviviéndose por los demás, hacer la vida  un poco más grata a las personas que llevan una carga  demasiado pesada. El cristiano no huye, no escapa de la vida, la afronta con todo realismo y “con mucho amor”.  Un servicio sin amor, esclaviza. Y Dios nos quiere personas libres. Pero un servicio  con amor, nos hace libres, incluso nos hace felices. Después del lavatorio de los pies, donde Jesús cumple todo lo que ha dicho, hay una frase de Jesús maravillosa: «Y sabiendo como sabéis estas cosas, seréis felices si las cumplís” (Jn. 13,17). La felicidad no la promete Jesús a los que saben dar espléndidas lecciones, sino a aquellos que las ponen en práctica.

3.– Advertencia de Jesús para todos los tiempos: Entre vosotros no debe ser así. “Entre vosotros”. Jesús  cuenta con todas las miserias humanas. “Sabe muy bien qué hay en el corazón de cada ser humano” (Jn. 2,24). Pero  espera que los suyos, los cristianos, seamos distintos.  Los cristianos no somos seres privilegiados en lo exterior: tenemos los mismos problemas, las mismas dificultades, las  propias limitaciones del ser humano. Pero tenemos algo especial: las palabras de Jesús, la vida de Jesús, la fuerza de Jesús por la Resurrección, el Espíritu de Jesús. Nosotros no podemos tiranizar, humillar, despreciar, deshumanizar. Al contrario, tenemos una bonita misión: “humanizar”. Debemos ser “pescadores de hombres”. Debemos luchar para que el hombre se realice plenamente como hombre y la mujer como mujer. “Él ha venido para que tengamos vida, y la tengamos en plenitud” (Jn. 10,10). 

PREGUNTAS

1.– Jesús, a las personas que ama, sabe también decirles que NO. ¿Sabemos nosotros decir que no a su debido tiempo? ¿Nos da miedo?

2.- ¿Sabemos decir que sí a lo que Jesús nos propone en el Evangelio? ¿Nos fiamos de Él?

3.- ¿Sabemos imponernos a los criterios del mundo, contrarios al evangelio? ¿Nos sentimos orgullosos de ser cristianos?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Tú, Señor, nos repetiste

por activa y por pasiva:

No he venido a ser servido.

He venido a dar la vida.

Tú nos anunciaste un Reino

de paz, de amor, y justicia:

Todos iguales, hermanos,

formando una gran familia.

Tú, Señor, nos ofreciste

una bella alternativa:

Ser esclavos, lavar pies

con amor y de rodillas.

Pero a nosotros, Señor,

tu lección se nos olvida.

No asimilamos las notas

de tu dulce melodía.

Preferimos los honores,

el poder, estar arriba,

figurar, ser alabados,

sentarse en primera fila.

Hasta que no practiquemos

la “gratuidad” sin medida,

no podrá ser nuestra Iglesia

una fuente de alegría

Señor, que aprendamos todos

que el servicio y la acogida

son las dos manos que curan

esta humanidad herida.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

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4 respuestas

  1. Maravillosa lección la de esté evangelio,si no aprendemos a ser humildes no alcanzaremos el reino de Dios gracias

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