Día de Hispanoamérica

Día de Hispanoamérica: “Debemos de tener la confianza de quién somos, que somos cristianos, que somos seguidores de Cristo”. P. Bonifacio.

Fabio Ovalle Medina
1 de marzo de 2025

La Iglesia celebra el Día de Hispanoamérica el domingo 2 de marzo, este año bajo el lema ‘Historia de Esperanza‘. Esa jornada pone en valor la presencia de la Iglesia en América y su labor en el desarrollo de los pueblos americanos hasta ser «historias de esperanza«. La jornada pretende promover entre los fieles de España la cooperación espiritual y económica con las iglesias en formación del continente americano. España se siente muy vinculada a estas iglesias como lo prueba que el 59% de los misioneros y misioneras españoles están en América.

En el «Espejo de la Iglesia en Aragón» de COPE entrevistamos al Padre Bonifacio, Misionero de la Consolata. Transcribimos a continuación la entrevista.

Rocío Álvarez: Padre, ¿Cuándo vio, que el Señor le llamaba para su vocación, para ser misionero de la Consolata?

P. Bonifacio: Mira usted, yo cuando fui llamado a la vocación, primeramente sacerdotal, yo estaba en un colegio militar, desde pequeño he entrado al colegio militar con 10 años. Y cuando fui a la misa por la primera vez, solito, mirando al cura que estaba celebrando la misa, me he dicho para mí mismo quiero ser como él. Y ahí ha empezado todo. Después está el discernimiento. se debería ser diocesano, si debiese ser religioso y una cosa que me ha hecho realmente optar por la misión fue un testimonio de un seminarista, misionero de la Consolata, que dice que Dios le habría haber podido dar parroquia de Portugal, pero que le ha dado el mundo con parroquia. Y eso me hizo, entonces, pensarlo y optado por la segunda vía del mundo con parroquia. Entonces, después de años de formación, fui ordenado cura en el año 97. Y de ahí destinado después a Brasil, al estado de Roraima, donde estuve casi tres años, por dos meses no era los tres años. Y nada aquí estamos.

R. Á.: Ahora estás aquí vas a colaborar con la animación misionera de nuestra Archidiócesis. Has estado como decías, pues esos casi tres años en Brasil. ¿En qué tipo de misión y en qué proyectos hasta participado cuando has estado allí?

P. B.: Yo estaba en un área misionera, un área bastante grande tenía cinco comunidades, en un radio de 30 kilómetros, pero como tenía varias etnias, una era una comunidad indígena, otra era medial alemana, después tenía otras comunidades, entonces no solamente fue párroco, fui antes de todo un animador de aquellas comunidades para que pudieran también desarrollarse por ellas mismas. Entonces, después también he dado clases y el obispo me ha pedido también para ser defensor del vínculo, en el Tribunal Eclesiástico, con la preparación de la nulidad de matrimonios y allí he trabajado.

R. Á.: O sea, han sido distintos desafíos, distintas áreas. ¿Qué ha sido para ti como lo más fácil y lo más difícil que te has encontrado en tu papel de misionero ahí en Brasil?

P. B.: A veces, para ti es más difícil entender los procesos de las personas, porque en los años que yo estuve había mucho una teología llamada, como vosotros lo conocéis, la teología de la libración. Entonces había muchos procesos que tenía que asumirlos, porque desde Europa muchas veces no se entienden ciertas cosas, tenemos que entrar también a ver cómo vive la gente, no solamente la pobreza material, también como suplementar esa pobreza material por una riqueza espiritual también, porque muchas veces existe. No fijarnos solamente en la parte humana, también tenemos que ver la parte espiritual. Y el pueblo Brasil, es muy espiritual, pero es una espiritualidad que también a veces es muy popular, muy de sentimiento. Y en este momento, una de las dificultades es pasar de eso a una espiritualidad más fuerte, más nutrida y esto es todo un proceso también anterior de un misionero, una solamente ir a anunciar, no es solamente decir yo sé todo, entonces yo voy y los pobrecillos no saben nada, no, es aprender también con la gente. Y eso es todo un proceso de introducción, de oración, que es la maduración de un misionero.

R. Á.: También es importante tener en cuenta la cultura a la que uno llega y pues, cuáles son también sus anhelos, sus circunstancias, pues para poder hablar desde allí y anunciar desde esa base ¿verdad?

P. B.: Claro, porque es importante la inculturación, es un punto fundamental que yo insisto siempre, porque sin ella, tú puedes estar en un país, pero no tiene sabor sino te inculturas, siempre será un juzgar desde afuera y no un enriquecerse desde adentro.

R. Á.: Yo creo que eso, en el papel del misionero siempre ha estado muy presente es inculturación ¿no?

P. B.: En principio nos dicen siempre: el primer baño cállate y escucha, pero después es difícil estar todo un año callado y solo escuchar porque las ganas de acciones son muchas, pero es un momento importante de pararte, de escuchar, de ver, observar, porque a veces es muy fácil juzgar desde tu propia percepción y no es la más justa.

R. Á.: Padre, por cierto, eres portugués ¿te fue más fácil encajar con Brasil?

P. B.: No, no te creas, porque hay una anécdota que cuando he llegaba a Brasil, una señora ya de una cierta edad, me ha dicho: ¿usted es extranjero, no es verdad? le dije si lo soy, es que se le nota mucho me dijo ella, y yo le dije que porqué y me dijo es que usted todavía no sabe hablar el portugués. Y yo le dije, mire usted yo lo hablo desde que nací. Y yo sé que el portugués de Portugal es difícil entender. Por tanto, la cuestión de la comunicación es también importante y he tenido que aprender también a hablar como ellos hablaban.

R. Á.: Padre, ¿algún mensaje final que le gustaría transmitir sobre la importancia de la misión en el mundo actual?

P. B.: La importancia de la misión en el mundo actual, yo pienso que es tener confianza de quién somos. Y después de tener esta confianza de quién somos, que somos cristianos, que somos seguidores de Cristo, también tener la confianza que debemos de anunciarlo. Sea donde sea, porque la misión ahora ya no se trata tanto de una tierra, de un lugar geográfico, se trata de donde estamos nosotros los cristianos y debemos de anunciarlo. Y más todavía, en Europa, que se está descristianizando muchísimo, más que nunca tener el coraje de decir que somos. Es el mensaje más importante que yo pienso para anunciar el evangelio.

Este artículo se ha leído 40 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas