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Despedida con Esperanza: Las Benedictinas de Jaca emprenden una nueva etapa en Alba de Tormes

David López
12 de abril de 2025

Con emoción contenida y profundo agradecimiento, la Comunidad de monjas benedictinas del Real Monasterio de Santa Cruz de la Serós ha anunciado su inminente marcha de la Diócesis de Jaca. Tras décadas de presencia orante, silenciosa y fecunda en el corazón del Pirineo aragonés, las religiosas se trasladarán el próximo mes de mayo al monasterio benedictino de Alba de Tormes (Salamanca), donde continuarán su vida monástica.

La decisión, comunicada a través de una emotiva carta abierta a los fieles, no ha sido fácil. «Hemos llegado a un momento que nunca habríamos querido imaginar», confiesan las monjas, que se enfrentan a la dura realidad del envejecimiento de la comunidad y las dificultades de salud que afectan a varias de sus integrantes. Frente a este escenario, han optado por una fusión con otra comunidad benedictina, buscando revitalizar su vida común y espiritual en un entorno que les permita seguir adelante con fidelidad a su vocación.

«En la década de los años 60 éramos 24 monjas, la mayoría jóvenes. Hoy somos 7, y 6 de nosotras de edad avanzada», explican. A pesar del dolor que supone dejar atrás su hogar y a tantos fieles que han acompañado su caminar durante décadas, las benedictinas subrayan la esperanza que albergan al integrarse en una comunidad viva, de su mismo carisma, donde esperan seguir desarrollando una vida más plena y enriquecedora.

Desde su fundación, el Real Monasterio de Santa Cruz de la Serós ha sido un faro espiritual en la Diócesis de Jaca. Las monjas han sostenido con su oración ininterrumpida, su hospitalidad y su trabajo el testimonio discreto pero esencial del lema benedictino: ora et labora. Un legado que ha calado hondo en generaciones de aragoneses, que han encontrado en ellas consuelo, paz y sentido.

En su carta, la comunidad agradece la cercanía y el afecto recibidos a lo largo de los años. «Siempre os hemos tenido presentes en nuestras oraciones, tanto en los momentos de alegría como en los de dolor» expresan, y piden perdón por cualquier fallo o deficiencia cometida. A pesar de la distancia geográfica que ahora les separará, aseguran que seguirán unidas espiritualmente a la diócesis que ha sido su casa durante siglos.

Conscientes del dolor de la despedida, las monjas miran al futuro con confianza, acogiendo esta nueva etapa bajo la intercesión de la Virgen de la Alegría de la Pascua. «Sabemos que llegaremos a alcanzar una nueva etapa llena de esperanza», concluyen.

La marcha de las benedictinas de Santa Cruz de la Serós no es solo el cierre de un capítulo en la historia de la vida religiosa en Aragón, sino también un testimonio de fidelidad y valentía. En tiempos de cambio, su decisión nos recuerda que la vida consagrada, aunque silenciosa, sigue viva y en movimiento, sostenida por la fe, la fraternidad y el compromiso con Dios y con la Iglesia.

Desde Iglesia en Aragón, acompañamos a nuestras hermanas benedictinas con el corazón lleno de gratitud, y las encomendamos al Señor en su nueva andadura. Que su ejemplo siga inspirando vocaciones y su oración, allí donde estén, continúe siendo bálsamo para el mundo.

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