Los obispos de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso recuerdan, para la celebración de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que el año en curso es un año jubilar en el que la Iglesia conmemora los 1700 años del Concilio de Nicea (325 d. C.), que proclamó la fe profesada en el credo que une a los cristianos que confiesan el misterio de Dios uno y trino. «El jubileo abierto por el Papa es un tiempo de gracia en el que este año tiene su marco propio el Octavario por la Unidad de los Cristianos», subrayan en su mensaje.
Los textos oracionales y de meditación para esta Semana de Oración han sido preparados por la comunidad monástica de Bose, eligiendo como lema y reclamo que nos interpela el pasaje evangélico del diálogo entre Jesús y Marta acerca de la resurrección: «¿Crees esto? (Jn 11,26)».
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso destacan la importancia del Concilio de Nicea «que supuso un hito en la historia de la Iglesia porque configuró una herencia dogmática y litúrgica común en el credo que recitamos en los domingos y solemnidades en la santa misa, texto de convergencia de todas las Iglesias y comunidades eclesiales, cuya mejor comprensión y explicación catequética se ha convertido en un objetivo fundamental del Consejo Ecuménico de las Iglesias y de la Iglesia Católica en fraterna colaboración y empeño».
Por ello, indican que «hoy como siempre necesitamos un lenguaje común de la fe, sin el que será muy difícil salvar la unidad de fe de las Iglesias y la reconstrucción de la unidad visible de la una, santa y católica Iglesia».
Por todo ello, constatan que la reciente constitución de la Mesa de Diálogo Interconfesional, que
quedó formalizada el pasado 16 de septiembre, es «manifestación de la fraterna relación de las confesiones cristianas en nuestro país; y es sin duda un signo del espíritu de sinodalidad que nos anima y nos ayudará a consolidar la colaboración entre las Iglesias y las comunidades eclesiales».
Reflexiones bíblicas y oraciones para el octavario
Día 1: sábado, 18 de enero
La paternidad y el cuidado de Dios que rige el universo
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Lecturas de las Escrituras:
Isaías 63,15-17
Salmo 139,1-3.13.23.24 b
1 Corintios 8,5-6
Para reflexionar
1.- ¿Cómo has experimentado el cuidado paternal y la compasión maternal de Dios en tu vida?
2.- ¿Qué nos impide reconocer a cada persona como hija de Dios?
3.- ¿Cómo afecta a la percepción que tenemos de los demás y nuestra relación con ellos el hecho de reconocer a Dios como Padre de todos?
Oración
R. Gracias y alabanza a ti, oh, Señor
Te bendecimos, oh, Señor, Padre de las luces:
de ti desciende todo bien y todo don perfecto. R.
Tú has hecho el mundo y todo lo que contiene, tú eres el Señor del cielo y de la tierra.
A todos los hombres mortales les das vida, aliento y todo bien. R.
Tú creaste a todos los pueblos que habitan en la tierra.
Para ellos estableciste el orden del tiempo y los límites del espacio.
En el corazón de los seres humanos, has puesto la idea de la eternidad. R.
Padre celestial, por tu gran bondad
nos concedes vivir según la ley y los profetas.
Padre misericordioso, en Jesús, tu Hijo, proclamaste la buena nueva del reino. R.
Dios de todo consuelo, llámanos a seguirte.
Sostén la obra de nuestras manos. R.
Oremos
Padre compasivo,
renueva nuestra fe en ti y únenos a través de tu amor, para que podamos reconocernos como hijos tuyos
y llegar a ser una sola cosa.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo unigénito, en la comunión del Espíritu Santo. AMÉN.
Día 2: domingo, 19 de enero
La creación como obra de Dios
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Lecturas de las Escrituras
Génesis 1,1-5
Salmo 148,1.3.9-14
Romanos 8,19-23
Para reflexionar
1.- Creemos que Dios está presente en toda la creación, aunque su presencia sea a veces difícil de percibir.
2.- La creación es un don de Dios sujeto al sufrimiento, a menudo infligido por los seres humanos. ¿Cómo podemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad por su cuidado y preservación?
3.- Si es posible, pasa algún tiempo en la naturaleza y contempla cómo nos hace entrar en conexión con el Creador.
Oración
R. ¡Bendito seas, Señor!
Te alabamos y te damos gracias, Dios de amor inquebrantable,
por los grandes signos de tu favor
y tu misericordia para con toda la creación. R.
Tú has hecho todas las cosas. Tú las declaraste como buenas,
porque tu Espíritu habita en todas ellas
y te pertenecen, oh, Señor, que amas a los vivos. R.
Confesamos, oh, Señor, tu gloria
en la inmensidad de los cielos estrellados del universo
y en la más pequeña de las semillas de vida.
Te damos gracias por las obras de tus manos y por la creación de todos los pueblos. R.
Bendito seas por el aire que nos da la vida.
Bendito seas por la tierra que nos alimenta.
Bendito seas por el agua que sacia nuestra sed.
Bendito seas por el fuego que nos calienta. R.
Dando voz a toda la creación y acogiendo todo dolor y alegría, te glorificamos y te damos gracias.
Señor Dios, tú hiciste todas las cosas,
Y serán transfiguradas cuando las vistas de tu gloria. R.
Oremos
Señor Dios, Padre de las luces,
fortalece nuestros corazones en la espera y la esperanza
mientras trabajamos por la unidad y juntos buscamos la armonía de toda la creación.
Que seamos lámparas encendidas,
hasta el día de la venida de tu Hijo en la gloria, con todos los santos en el reino eterno.
Bendito seas, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. AMÉN.
DÍA 3: lunes, 20 de enero
La encarnación del Hijo
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Lecturas de las Escrituras
Jeremías 33,14-16
Salmo 72,7.12.16-17
Juan 1,1-14
Para reflexionar
1.- ¿De qué manera la fe en Jesús, el Hijo de Dios encarnado, inspira y configura nuestra vida?
2.- ¿Cómo has experimentado la presencia consoladora de Cristo en tu vida?
3.- Dondequiera vemos a un sediento, un hambriento, alguien que llo- ra o sufre, ahí Cristo está presente.
Oración
R. Gloria a ti, oh, Cristo. ¡Gloria a ti!
Palabra de Dios, te hiciste carne, y viniste a habitar entre nosotros. Has compartido nuestra vida en todas las cosas;
has muerto como todos morimos. R.
Hijo de David, esperado por los justos y los profetas, has anunciado la buena nueva a los pobres;
has proclamado el tiempo de gracia del Señor. R.
Viniste a romper las cadenas de la esclavitud; pasaste haciendo el bien;
abriste para todos el camino hacia Dios. R.
Viniste al mundo en la debilidad y la pobreza; has confundido a los soberbios con tu humildad; has llevado a ti a los cansados y agobiados. R.
Tú eres el Cordero de Dios y nuestro pastor, el siervo de Dios y nuestro Señor:
te hiciste pecado por nosotros, nuestro redentor. R.
Oremos
Dios, Padre nuestro,
tú nos has revelado el maravilloso misterio de tu vida, enviando a tu Hijo al mundo
y compartiendo con nosotros tu Espíritu de santidad y alegría. Alegrémonos en el Espíritu,
que renueva la faz de la tierra y nos guía hacia la unidad. Confesamos nuestra fe en ti,
el único Dios, tres veces santo Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Bendito eres, ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.
Día 4: martes, 21 de enero
El misterio pascual: la encarnación, pasión, muerte y resurrección de Jesús
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Lecturas de las Escrituras
Éxodo 3,7-8
Salmo 16,5.7.10-11
Filipenses 2,5-11 Lectura patrística
Para reflexionar
1.- Sabemos que todos moriremos. ¿Cómo cambia la creencia en Jesús, que destruye la muerte, el modo en que abordamos la realidad de la muerte?
2.- «Dios se deja empujar fuera del mundo en la cruz. Él es débil e impotente en el mundo, y esa es precisamente la manera, la única manera, en la que está con nosotros y nos ayuda» (Dietrich Bonhoeffer).
3.- Como resucitado, Jesús está con nosotros hasta el fin de los tiempos. ¿De qué manera te anima su compañía en tu vida diaria?
Oración
R. Gloria y alabanza a ti, oh, Señor
Bendito seas, oh, Cristo, primogénito de toda la creación: coronado de gloria y honor. R.
En tu nombre se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo,
y toda lengua proclamará que tú eres el Señor. R.
Alegrémonos y cantemos alabanzas a ti, oh Cristo, amado Hijo del Padre:
tú eres el Resucitado, nos llamas a vivir en ti. R.
Te adoramos, te glorificamos, porque tú eres rey de reyes y Señor de señores:
has abierto para nosotros el reino de los cielos. R.
Te damos gracias en todo momento y bendecimos tu nombre: tú estás con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. R.
Oremos
Señor, Dios nuestro,
al glorificar a tu Hijo Jesús, nos has librado de la muerte.
Por su resurrección,
despierta nuestros corazones adormilados, ilumina a todos lo que te buscan
y haz que la estrella de la mañana brille sobre nosotros, que es Jesucristo, el Viviente,
Señor por los siglos de los siglos. AMÉN.
Día 5: miércoles, 22 de enero
El Espíritu Santo, dador de vida y alegría
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Lecturas de las Escrituras
Ezequiel 36,24-28
Salmo 104,24-25.27-29.33-34
Juan 3,4-8
Para reflexionar
1.- El Espíritu de Dios renueva la faz de la tierra todos los días, nos llama a cooperar con él.
2.- ¿Cuáles son las fuentes de alegría que hay en tu vida y cómo se relacionan con el Espíritu Santo?
3.- ¿Dónde vemos al Espíritu Santo obrando, superando nuestras di- visiones y llevándonos a una unidad más profunda, y cómo podemos unirnos a esta obra?
Oración
R. ¡Amén, amén! ¡Aleluya!
Tú eres el Espíritu insuflado sobre el rostro de Adán que transforma la carne en un ser vivo. R.
Tú eres el Espíritu dado por el Resucitado:
nuestros pecados han sido perdonados. R.
Tú eres el Espíritu enviado en Pentecostés:
abriste el camino para que el Evangelio llegara a todos los hombres. R.
Tú eres el Espíritu que alienta nuestra oración: somos sostenidos por el amor de Dios. R.
Tú eres el Espíritu de Dios derramado sobre los muertos: los sepulcros se abrirán y los muertos resucitarán. R.
Oremos
Dios, Padre nuestro,
tú nos has revelado el maravilloso misterio de tu vida, enviando a tu Hijo al mundo
y compartiendo con nosotros tu Espíritu de santidad y alegría. Alegrémonos en el Espíritu,
que renueva la faz de la tierra y nos guía hacia la unidad. Confesamos nuestra fe en ti,
el único Dios, tres veces santo Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Bendito eres, ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.
Día 6: jueves, 23 de enero
La Iglesia: comunidad de fieles
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Lecturas de las Escrituras
Isaías 2,2-4
Salmo 133
Efesios 4,1-6
Para reflexionar
1.- La Iglesia está llamada a derramar la luz de Cristo sobre el mundo.
¿Dónde percibes esta realidad en tu propio contexto?
2.- Aunque en Cristo la Iglesia es un solo cuerpo, históricamente las Iglesias están divididas. ¿Cómo vives el dolor de esta división?
3.- La Iglesia, como comunidad del Espíritu Santo, el dador de paz, es enviada a vivir y difundir el mensaje de la paz en el mundo. ¿De qué manera podrían las Iglesias capacitar a sus miembros para cumplir con esta vocación?
Oración
R. ¡Oh, Señor, escucha nuestra oración!
En el sepulcro vacío, confiaste la noticia de tu resurrección a las mujeres:
libra del temor a todos los mensajeros del Evangelio. R.
En el camino de Emaús, explicaste la ley y los profetas a los discípulos:
abre nuestro entendimiento para comprender las Escrituras. R.
En el cenáculo, diste a tus amigos el don de tu paz: ayúdanos a mantener esta paz con nuestro amor mutuo. R.
A orillas del lago, designaste a Pedro como pastor de tu rebaño: sostén con tu Espíritu a los pastores de nuestras comunidades. R.
En la montaña, reuniste a los discípulos dispersos antes de volver al Padre:
da unidad en la fe y en la caridad a los que creen en ti. R.
Oremos
Dios del cielo y de la tierra,
tu Hijo Jesucristo te ha revelado como nuestro Padre y nos ha prometido el don del Espíritu Santo:
concede a tu Iglesia superar el escándalo de nuestras divisiones, para que podamos dar testimonio de tu vida de comunión,
en la unidad de nuestra profesión de fe y en el amor del servicio mutuo.
Por Cristo nuestro Señor. AMÉN.
Día 7: viernes, 24 de enero
El bautismo en la muerte y resurrección del Señor
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Lecturas de las Escrituras
Miqueas 7,18-19
Salmo 51,1.7.10.12
Mateo 28,16-20
Para reflexionar
1.- Los cristianos son bautizados en la muerte y resurrección de Cristo.
¿Qué significa tu bautismo para ti en la actualidad?
2.- El pecado nos desfigura de varias maneras. A través del bautismo, Dios nos libera de esta humillación.
3.- A pesar de las diferentes tradiciones y prácticas eclesiales, ¿qué implicaciones tiene para nuestra relación con otros cristianos la confesión de «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Efesios 4,5)?
Oración
R. ¡Te damos gracias, oh, Señor, y bendecimos tu nombre!
Por habernos llamado a la fe en el bautismo,
por la comunión que compartimos en la nueva alianza, por tu presencia en la santa Iglesia. R.
Por el testimonio de los cristianos perseguidos, por el sufrimiento de su martirio,
por su participación en la pasión de Cristo. R.
Por todos los servidores de la comunión,
por los que rezan y trabajan por la reconciliación de las Iglesias,
por los que ofrecen su vida por la unidad. R.
Oremos
Dios, Padre nuestro, te alabamos y bendecimos tu nombre.
Acepta nuestra acción de gracias por la unidad que los cristianos ya disfrutan
en la confesión de Jesús el Señor.
Te suplicamos que apresures el día en que nuestras Iglesias
se reconozcan mutuamente en plenitud en la comunión que deseas, por la que tu Hijo oró.
Te lo pedimos por el poder del Espíritu Santo. AMÉN.
DÍA 8: sábado, 25 de enero
A la espera del reino y de la vida futura
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Lecturas de las Escrituras
Apocalipsis 21,1-4
Salmo 85,8.10-12
Lucas 12,35-40
Para reflexionar
1.- El amor será la realidad del reino de Dios. Acciones concretas de caridad que hacen presente este reino en nuestras vidas.
2.- Viviendo en espera del reino de Dios, ¿cómo encarnamos las seña- les del reino venidero en el mundo de hoy?
3.- Estamos llamados a estar listos para la segunda venida del Señor.
¿Cómo nos preparamos para ello?
Oración
R. Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre
Oh, Cristo Señor, que por nosotros te hiciste pobre
y que prometes que los pobres heredarán el reino de los cielos, tú nos llenas de tus riquezas. R.
Oh, Señor Jesús, manso y humilde de corazón,
que revelas un mundo nuevo a los que confían en ti, tú nos das tu plenitud. R.
Oh, Cristo Señor, que te arrodillaste y oraste con el rostro en tierra, tú que en la tristeza trazaste un camino de consuelo,
eres la alegría que nada ni nadie puede quitarnos. R.
Oh, Señor Jesús, que derribas a los gobernantes y a los poderosos y que vistes a los pacificadores con un manto glorioso,
tú nos transformas a tu imagen. R.
Oh, Cristo Señor, misericordioso y compasivo
que en la cruz perdonaste al ladrón que murió contigo,
te suplicamos: acuérdate de nosotros cuando entres en tu reino. R.
Oremos
¡Oh, Señor, apresura la venida de tu día grande y glorioso!
En nuestra oscuridad, muchos hombres y mujeres ya no se atreven a esperar.
Protege la llama de la fe en los corazones de los débiles y de los que sufren.
Que la Iglesia sea un fiel heraldo de la victoria de Cristo, tu Hijo, sobre la muerte
y un faro de espera para su regreso en la gloria. Él es el Viviente, contigo y con el Espíritu Santo ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.