«Del Miércoles de Ceniza al Miércoles Santo, 40 días de oportunidades que Dios nos ofrece para que podamos ser auténticos y podamos ser nuevos», proclamó el obispo, Ángel Pérez, en la Catedral de Barbastro. «Hoy, Miércoles de Ceniza, celebramos el beso de Dios. Hoy que andan tan escasos e incluso están prohibidos, Dios nos dice: rompe la distancia social y déjate besar. No necesitas quitarte la mascarilla porque te va a besar en el alma«, continuó, antes de compartir con los fieles el relato de La Anunciación de Paul Claudel. «El beso que hoy Dios quiere darnos en el corazón quiere absorber todo lo que supone tristeza, enfermedad y preocupación», añadió.
En la segunda parte de su homilía invitó a subir al altar a los siete cofrades que con el sonido de sus tambores habían precedido la eucaristía para participar en el «juego de coronas», del que ha hablado en sus dos últimas cartas pastorales. El obispo les fue formulando preguntas y estos jóvenes respondieron con carteles de verdadero o falso, ante la sonrisa de los fieles. «Ser cristiano es ser transparente y auténtico», añadió, invitando a depositar unas coronas de papel a los pies del que lleva la corona «con espinas de sufrimiento. Gracias por procesionar, interiormente, por tantas personas que sabemos que lo están pasando mal«.
El obispo, que concelebró con el vicario general y párroco moderador de la unidad pastoral de Barbastro, Ángel Noguero, y el sacerdote Héctor Suárez, bendijo la ceniza para su imposición a los fieles, que completaron el aforo del templo. Al finalizar, como al inicio de la ceremonia, volvieron a sonar los tambores, símbolo del sentir cofrade que venía participando con sus piquetes de instrumentos cada Miércoles de Ceniza y que, dadas las limitaciones sanitarias, hubieron de limitarlo a la percusión.
