Con el Miércoles de Ceniza arrancamos la Cuaresma: un tiempo de profunda revisión de nuestra vida. Es por tanto una oportunidad para iniciar un serio proceso de conversión y de purificación; un tiempo de gracia que Dios nos regala.
«ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación»
Cada Cuaresma es una oportunidad singular e irrepetible que no debiéramos echar en saco roto, como nos recuerda hoy la Escritura. Enfrentarnos con nuestra propia realidad personal exige una escucha atenta de la palabra de Dios, previa a la reflexión personal y al encuentro silencioso con Dios en la soledad de nuestro desierto más íntimo. Al final de esa peregrinación, la Pascua se nos aparecerá como una explosión de luz fulgurante y transformadora.
«Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme».
La Cuaresma es un tiempo de prueba. Cada cristiano vive su propio combate espiritual. Lo vive siempre, pero la Cuaresma representa una experiencia singular, una especie de entrenamiento comunitario en el que los creyentes aprenden y se ejercitan en la lucha contra el mal.
«rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos»
Los textos bíblicos, extraídos muchos de ellos de la literatura profética, orientan la actitud cuaresmal de cara a una profunda purificación del corazón y de la misma vida de la Iglesia. La verdadera conversión a Dios se manifiesta en una apertura generosa y desinteresada hacia las obras de misericordia: dar limosna a los pobres y comprometerse solidariamente con ellos, visitar a los enfermos, defender los intereses de los pequeños y marginados, atender con generosidad a las necesidades de los más menesterosos. En definitiva, la Cuaresma se entiende como una lucha contra el propio egoísmo y como una apertura a la fraternidad. A partir de ahí es posible hablar de una verdadera conversión y de una ascesis auténtica. Sólo así puede iniciarse el camino que lleva a la Pascua.
En este sentido, Cuaresma viene a ser un tiempo que permite a la Iglesia —a toda la comunidad eclesial— tomar con-ciencia de su condición pecadora y someterse a un exigente proceso de conversión y de renovación. Sólo así la Cuaresma puede tener hoy un sentido.
Texto adaptado de la reflexión que hace José Manuel Bernal Llorente en la web https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/14-2-2024/miercoles-de-ceniza/