Comentario dominical: 8 de septiembre de 2019

Raúl Romero López
2 de septiembre de 2019
DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – C

LECTURAS:

Sabiduría 9,13-1(; Filemón 9b-10.12-17

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío». Palabra del Señor

INTRODUCCION

“El seguimiento de Jesús no puede consistir en una renuncia, es decir en algo negativo. Se trata de una oferta de plenitud, no de renunciar a nada. Mientras sigamos hablando de renuncia, es que no hemos entendido el mensaje. No se trata de renunciar a nada, sino de elegir lo mejor para mí. No es una exigencia de Dios, sino una exigencia de nuestro verdadero ser. Jesús vivió esa exigencia. La profunda experiencia interior le hizo comprender a dónde puede llegar el ser humano si despliega todas sus capacidades. Esa plenitud fue también el objetivo de su predicación. Jesús nos indica el camino. Ni siquiera su familia tenía una importancia decisiva. «¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Los que hacen la voluntad de mi padre…»  (Fray Marcos)

MEDITACIÓN-REFLEXIÓN

1.-PRIMERA LECTURA: ¿QUIÉN PUEDE CONOCER A DIOS?

La pregunta sobre Dios es muy antigua: Hierón, personaje famoso de Sicilia, preguntó al filósofo Simónides (s. VI a. de Cristo) por Dios. Le pidió un día… al día siguiente le pidió dos… a los dos le pidió cuatro… a los cuatro, ocho…! Te estás burlando de mí! No, cuanto más lo estudio más incapacitado me encuentro de hablar de Él. Sabia respuesta.  “Un Dios comprendido por el hombre no sería Dios. Está en otra esfera” (San Agustín).  El camino para conocer a Dios no es el de la soberbia sino el de la humildad.  El científico inglés Stephen Hawking afirmó que la ciencia no le deja espacio a Dios. En cambio el sabio más famoso del s. XX, Einstein dijo: ”El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”. La primera vez que los astronautas rusos llegaron al espacio, afirmaron: “Hemos dado la vuelta al mundo y no hemos encontrado a Dios por ninguna parte”. En cambio los norteamericanos, llevaron una Biblia y la abrieron en la primera página: “Al principio Dios creó el cielo y la tierra”. La cerraron y, emocionados, se pusieron a rezar.

2.- SEGUNDA LECTURA: EL QUE SIGUE A JESÚS, CAMBIA DE VIDA.

Filemón era un cristiano rico y tenía un esclavo Onésimo, que se portó mal con él y estaba pagando condena en la cárcel. Allí le conoció Pablo y le hizo cristiano. San Pablo se encariñó de él y lo consideró como un hijo engendrado por él en la fe. Al final de la condena le escribe Pablo a Filemón: Quizás se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, tanto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. “Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo”. El que sigue a Jesús, descubre a Dios como Padre y considera a cada hombre o mujer como un hermano o una hermana. Esta es la gran revolución del amor que tiene el evangelio.

3.- EVANGELIO. ¿DE VERDAD QUE NOS EXIGE JESÚS QUE NO AMEMOS A NUESTROS FAMILIARES, AMIGOS, NI A NOSOTROS MISMOS?

El seguir a Jesús está basado en el amor. Pero el amor que nos pide no está reñido con el verdadero amor al padre o a la madre. Si el seguimiento es incompatible con el amor a la familia es que está mal planteado. El amor que nos pide el evangelio está más allá del que nace del sentimiento, pero no estará nunca en contra. Seguir a Jesús nos enseñará a amar más y mejor a nosotros mismos, también a nuestros familiares y amigos. Lo único que nos mandó Jesús es que “nos amáramos unos a otros como Él nos ha amado” (Jn. 13,34). Cuando nos amamos con ese amor de Cristo, nuestro corazón se llena de amor, nosotros nos realizamos plenamente y hacemos que otros también se beneficien. ¿Qué más puede desear un esposo que su esposa le ame con todo su corazón lleno de un amor desbordante?  Lo mismo los familiares y amigos. ¿Y si nosotros nos llegáramos a amar como Jesús nos ama? Nuestro corazón sería ya un cielo anticipado. El problema está cuando no nos amamos así y dejamos que en nuestro corazón se instale el egoísmo que, como un gusano, va destruyendo nuestras más auténticas relaciones humanas.

PREGUNTAS.

1.- ¿De verdad conocemos a Dios? ¿Lo conocemos con la cabeza o con el corazón? ¿Tenemos alguna experiencia de lo que Dios nos ama?

2.- Hace mucho que conocemos a Jesús. ¿Nos ha servido para cambiar nuestra vida? ¿Estamos convencidos de que con Jesús la vida es mucho más bonita?

3.- Cristianos son los que se aman en Jesús. ¿Experimento yo esa energía vital? ¿Corre el amor de Jesús en mí como la sangre por mis venas?

ORACIÓN

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ.

Nadie construye una «torre»
sin poner fuertes cimientos.
Nadie es tan tonto que ponga

«batalla perdida» en juego.

Nosotros somos discípulos

de Jesús, nuestro Maestro.
Él pone las «condiciones»

para el que sale a su encuentro.

Jesús dice claramente

que Él es el «amor primero»,
por encima de la vida,

la familia y el dinero.

Jesús va a Jerusalén

a morir en un madero

y todos sus «seguidores»

pagarán el mismo precio.

A veces, somos cristianos

con poco convencimiento,

con una fe rutinaria,

por temor, por cumplimiento.

Es preciso decidirse

por Jesús y su Evangelio,
dispuestos a vender todo

por la alegría del Reino.

Señor, es dura la cruz,

pero son suaves tus besos.

Danos las «cruces» que quieras

y «hombros» que aguanten su peso.

(JOSÉ JAVIER PÉREZ BENEDÍ)

PDF: 8 DE SEPTIEMBRE

Este artículo se ha leído 95 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas