Este domingo celebramos la Jornada Mundial de la lucha contra el hambre en el mundo. La organización eclesial Manos Unidas con el lema “compartir es nuestra mayor riqueza” nos quiere concienciar, mediante la reflexión sobre las causas del hambre, sobre este grave problema mundial y también nos invita a colaborar, en especial con la colecta de este domingo y más actos como el ayuno voluntario, para poner nuestro granito de arena para erradicar el hambre en el mundo.
La cifra de personas que sufren hambre asusta, como asusta, sobre todo, el saber que no estamos ganando la batalla al hambre. El número de personas que lo sufren se mantiene e incluso crece en muchos países. El desarrollo humano, muy extendido en algunas naciones, en otras no termina de implantarse. No hay acceso a la educación para todos y de calidad, faltan infraestructuras, existe la corrupción en los gobernantes, en las clases dominantes, los caciques, las ideologías marxistas… impiden el progreso de los pueblos porque no permiten a los más débiles, a los que están en edad de educarse, al mundo rural, a los que viven en suburbios, a que accedan al desarrollo.
A estas personas y en este año jubilar, también tenemos que invitarlas a que se sientan “peregrinas de esperanza”. Anunciarles que también para ellos “la esperanza no defrauda”. Decirles que en su corazón “anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana” (Francisco, Spes non confundit, 1).
Entre las personas que deben descubrir signos de esperanza en sus vidas durante este año jubilar, nos propone el Papa, son “los millares de pobres que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir” (SNC 15). No nos podemos acostumbrar ni resignar a la pobreza, “los pobres casi siempre son víctimas no culpables” (SNC 15) y por eso añade el Papa Francisco, “el jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos” (SNC 16).
Manos Unidas quiere ayudarnos a concretar nuestro compromiso. Cada año nos presenta un proyecto, que refleja una realidad concreta de pobreza y al que nos pide que destinemos nuestra colaboración económica. Este año es de un país del oeste de África, Benín, en la ciudad de Boko, diócesis de Parakou. Sus habitantes viven principalmente de la agricultura y del comercio. El acceso a la educación es difícil, no hay suficientes escuelas y con frecuencia los niños, tienen que recorrer largas distancias para acudir al colegio, lo que supone que muchas veces dejen de ir.
Por este motivo, la parroquia de Boko quiere construir un internado para 20 niñas de 10 a 14 años que no pueden desplazarse cada día desde su casa al colegio. De esta manera se asegura su escolarización. Las religiosas Hnas. del P. Claver y los padres de las alumnas, gestionaran el internado.
El año pasado, nuestra diócesis de Tarazona aportó para luchar contra el hambre 39.277,52 €. Ojalá este año podamos superar esta cantidad, así nos convertiremos en sembradores de esperanza para estas familias que se van a beneficiar con este proyecto.
Gracias a todos por la colaboración.