La Cuaresma es camino de esperanza. Esta ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua. El sentido de este periodo de cuarenta días toma luz del misterio pascual hacia el que está orientado. Podemos imaginar al Señor resucitado que nos llama para salir de nuestras tinieblas y nosotros nos ponemos en camino hacia Él que es la Luz. La Cuaresma es entonces un camino hacia Jesús resucitado, un periodo de penitencia, incluso de mortificación, pero no un fin en sí mismo, sino que nos lleva a resucitar con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente «desde lo alto», desde el amor de Dios (cf. Juan 3, 3). Por eso, la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza y esta peregrinación cuaresmal, que culmina en la Resurrección, se convierte en ocasión propicia para convertirnos en auténticos peregrinos de esperanza (cfr. Francisco, catequesis sobre la esperanza 1-4-2017).
Contemplado la victoria sobre la muerte y el pecado que celebraremos en la Pascua, anhelamos la conversión del corazón que nos propone la esperanza, que nos hace confiar en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Por eso, en ese peregrinar cuaresmal es bueno preguntarnos: “¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?”. (Francisco, Mensaje para la cuaresma 2025). Y nos sigue proponiendo el Papa como peregrinos en la vida: “Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort?”.
Junto a la celebración Jubilar, hay que valorar también la riqueza sinodal. En efecto, estamos invitados a caminar juntos. Esa es la vocación sinodal de la Iglesia: “El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cfr. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”. (Francisco, Mensaje para la cuaresma 2025).
Buscar estar anclados en Cristo, nuestra esperanza, convertirnos a Él y acoger su Resurrección. Y desde Él, salir juntos al encuentro de nuestros hermanos y siendo para ellos, especialmente para los más necesitados, signo de esperanza. Dos tareas magníficas para vivir esta cuaresma Jubilar.
2 respuestas
Gracias,d. Carlos. Además de ayudarnos a vivir la Cuaresma,nos acerca al Papa. Al que le deseo una recuperación en su actual enfermedad. Cada día rezo por el en la capilla de nuestra Virgen del Pilar.
Muchas gracias D.Carlos