El barrio Oliver le debe el nombre a un cura diocesano de Zaragoza que, hábilmente, pudo conseguir terreno para construir viviendas sociales, las llamadas «parcelas del cura». Era 1918.
En ese entorno periférico de Zaragoza, se encuentran las parroquias de la ‘Coronación de la Virgen’ y de ‘San Pedro Apóstol’, que funcionan como una unidad pastoral, servidas por un equipo sacerdotal: Jaime Gualdrón, el párroco; Édgar Martínez; el vicario parroquial; y Enrique Ester, como colaborador.
Lo social, para estas parroquias, no es un dato anecdótico perdido en la historia. En el contexto de la pandemia del Covid-19 han encontrado una ocasión más para demostrarlo. Por ejemplo, han ofrecido los dos templos a la Dirección General de Sanidad de Aragón «para hospitales de campaña o para lo que sea necesario», explica Enrique Ester. Son unas instalaciones que pueden llegar a albergar entre las dos una ochocientas personas.
Además de este ofrecimiento, miembros de la cofradía de ‘La llegada de Jesús al Calvario y la Asunción de la Virgen’ y quince mujeres de la unidad pastoral están confeccionando mascarillas, sumándose de este modo a la actividad de otras parroquias y conventos aragoneses. También se está gestionando con el Banco de Alimentos, que en estos momentos solo atiende a los casos más urgentes, el reparto de alimentos a partir de la semana próxima.
La caridad, la acogida y la liturgia no se detienen. La retransmisión de la misa a través del canal del Facebook de la parroquia o de la adoración diaria sirven para alimentar la piedad. Así mismo siguen atendiendo a las comunidades religiosas de su demarcación. Los teléfonos de los sacerdotes, puestos a disposición de todos los habitantes del barrio, son necesarios para mantener el espíritu de acogida y el acompañamiento que quiere vivirse en esta unidad pastoral.
