“Cúbrenos bajo tu manto”. Esta jaculatoria, que forma parte de decenas de oraciones dedicadas a la Madre de Dios en todo el mundo, adquiere un especial significado para los aragoneses. En esta buena tierra, en la que Virgen María se apareció en carne mortal sobre una columna hace más de dos mil años, existe una tradición que se materializa en la devoción al manto de la Virgen del Pilar. Esta vestidura es la expresión de cariño y de fe de los zaragozanos hacia María. Por ello, recibe un gran culto que se manifiesta de diversas formas: al comienzo de la vida, a los niños se les pasa delante de la sagrada pieza para que reciban la protección de la Pilarica. En la enfermedad, muchos solicitan tocar el vestido de nuestra Madre. Y, en el ocaso, no son pocos quienes dejan como última voluntad cubrir su último reposo con el revestimiento de la Reina del Cielo.
Por ello, a los fieles que acuden a la Basílica del Pilar les resulta llamativo que, desde el 14 de marzo de 2020, la imagen de la Virgen permanezca sin manto, cuando, tradicionalmente, ello solo ocurría tres días de cada mes: 2, 12 y 20. ¿A qué se debe? D. José María Bordetas, capellán del camarín de la Virgen del Pilar, explica que las dos causas reales son dos: una de carácter cultural y otra más espiritual.
Columna que sostiene la fe
La primera razón estuvo motivada por las retransmisiones online que se realizaron desde el camarín de la Virgen durante el confinamiento por la pandemia. Ocurría que miles de personas que no podían acudir físicamente a la Basílica, especialmente las que se encontraban fuera de Aragón y de España, deseaban visualizar el pilar donde se apareció la Virgen María. Según explica Bordetas, la columna es la base que sostiene la fe en esta advocación.
Sobre ella se construyó el templo que la acoge. “Muchos peregrinos que nos visitan desde distintas partes del mundo me preguntan dónde está el pilar de la Virgen, y este no se visualiza porque el manto lo cubre. Nos pareció oportuno que, en tiempos de especial dificultad, los fieles pudiesen encontrar consuelo en la sagrada columna”, añade don José María. La decisión tuvo una magnífica acogida por parte de los cristianos que se conectaban vía internet para rezar ante la imagen de la Virgen del Pilar.
Un regalo de la Virgen
Don José María Bordetas explica, asimismo, que, si bien los distintos mantos son presentes de los devotos a la Virgen del Pilar, por el gran cariño que le profesan, el mejor y verdadero regalo es el que la propia Madre de Dios le hizo a los aragoneses: la columna donde se posó en carne mortal para reconfortar al apóstol Santiago, cuando evangelizaba estas tierras.
Por tanto, enfatiza el capellán, la motivación con mayor trasfondo espiritual es que se debe rendir mayor veneración a la sagrada columna, que tuvo contacto directo con la Madre de Jesús. Por ello, los visitantes solían besar de rodillas la parte de la columna que era visible en la parte posterior al camarín de la Virgen. Una devoción que se ha suspendido por causas sanitarias.
A modo anecdótico, don José María sostiene que no centrarse en esta realidad espiritual ha dado lugar a supersticiones que no son cristianas, como la de atribuir determinados tipos de favores de la Virgen, dependiendo de si lleva un manto rojo, blanco, verde, etc. Por ello, aconseja a los fieles que la eviten, y cultivar más la devoción al pilar. “Una madre ayuda a sus hijos siempre, jamás piensa en si hace este u otro favor dependiendo de si se va vestida de un color u otro”, sostiene don José María.
En definitiva, el único color de la Virgen es el de la Esperanza y del Amor. María siempre será la Madre que nunca nos abandona, que nos protege a todos bajo su gran manto espiritual, y el pilar que sostiene nuestra fe, y nos lleva hacia su Hijo, Jesucristo.