El próximo domingo, 18 de marzo, se celebra el Día del Seminario. Ese día tendrá lugar una eucaristía en la iglesia del Hogar Doz, en la que se llevará a cabo el rito para la admisión de candidatos al Orden Sagrado de los seminaristas de nuestra diócesis Henry, Iván, Rodrigo y Ángel.
Hemos hablado con uno de ellos, Ángel, sobre lo que es ser seminarista hoy en día y sobre lo que para él significa el rito de admisión.
Para mí significa un paso más que Dios mismo me permite dar como respuesta a su llamada, para seguirle y dar testimonio de Él al ser humano de hoy.
Por eso mismo, es un momento de alegría y gozo para mí, ya que es signo de que Dios está de acuerdo con que yo sea su instrumento en esta comunidad, la diócesis de Tarazona.
Ser seminarista en el día a día.
Pues no es cosa del otro mundo, solo hay que tener la confianza en el Dios de misericordia, que es quien llama, y dejarnos guiar por Él.
Claro que día a día debemos confirmar e ir puliendo la respuesta que damos, siempre en miras a hacer la voluntad de Dios.
Cada día trato de vivir mi vocación con alegría, con entusiasmo y perseverancia. Las cosas que hacemos en el seminario (oraciones, rezos, retiros, estudios, formación, misa, el compartir fraterno con los demás seminaristas) nos ayudan a seguir creciendo y madurando en nuestra fe, en nuestra vocación.
Y serlo en la actualidad
Es una vocación muy bonita que muchas veces desentona con lo que el hombre común vive o quiere hoy en día. En esta vocación se trata de darle tu vida por entero a Dios, a tu creador, porque le amas como Él te ama a ti.
Ciertamente esto no es comprensible para muchos en estos tiempos, pero cuando hay un verdadero encuentro con el Señor, no se puede hacer otra cosa más que seguirle y hacer su voluntad. Y no podemos quedarnos con el gozo que eso produce sino que debemos anunciarlo y darlo a conocer a los demás, para que también tengan la oportunidad de encontrarse con el Señor.
Sus aficiones
Mis aficiones o propósitos son simples y grandes a la vez, ser discípulo del gran maestro, Jesús de Nazaret, entregado y comprometido con su proyecto: El anuncio de la buena nueva, de su reino. Y vivir esa entrega, siempre con alegría y entusiasmo.