El sacerdote Joaquín Trujillo, a su regreso de Colombia: «Afortunadamente, la fe no defrauda»

Diócesis de Barbastro-Monzón
29 de julio de 2020

Al sacerdote Joaquín Trujillo, párroco in solidum de la unidad pastoral de Monzón, el inicio de la pandemia le pilló en su hogar, Colombia, donde estaba pasando las vacaciones junto a su familia. Cuatro meses después, ha podido regresar a su diócesis de Barbastro-Monzón y, tras la preceptiva cuarentena, incorporarse a la actividad en las parroquias. Responsable de la pastoral vocacional, en este tiempo se ha aliado con las nuevas tecnologías para estar constantemente conectado con sus fieles. «Encomendamos al Señor a todos los enfermos por esta pandemia mundial, los trabajadores de la salud y quienes velan por la seguridad. Dios nos bendiga y nos mantenga unidos en estos momento de dificultad», pedía en marzo en un wasap que hoy, a finales de julio, sigue teniendo la misma vigencia.

Estaba a punto de volver de sus vacaciones cuando el coronavirus se lo impidió. ¿Recuerda cómo se sintió en ese momento? ¿Qué pensó que pasaría?
Bueno, llevaba poco más de dos semanas cuando empezó la emergencia acá en España y llegaron los primeros casos a Colombia. Uno ingenuamente piensa que pasará rápidamente o que llegará pronto la solución para que todo vuelva ser normal. Me parece que es lo lógico, uno negarse. Pero llegó un momento del confinamiento que ya no podría volver a España, pues el tiempo pasa y pasa y cada vez prolongaban el confinamiento, tanto que puede llegar uno al desespero. Afortunadamente la fe no defrauda, pero humanamente si lo afecta uno bastante.

¿Cómo ha vivido la evolución de la pandemia desde el hogar, pero a tantos kilómetros de su otra casa, la diócesis de Barbastro-Monzón?
Desde mi hogar, con mi madre, mi hermana y dos sobrinos, la tratamos de llevar con la mejor disciplina posible. Soy muy dado a acatar las medidas que piden las autoridades y más, por la situación de mi madre que fuera de mayor, tiene problemas cardíacos, por lo tanto, nos exige más cuidado. Pero por las comunidades que acompaño en la unidad pastoral de Monzón, mucha preocupación, por eso mantuve frecuente comunicación con ellas y hasta Eucaristía en algunos momentos puntuales, les pude transmitir vía Youtube. Traté de estar al tanto para animar en la fe y la esperanza de aquellos que tenía sus contactos.

¿Cree que hay diferencia el modo de afrontar una crisis de este tipo en Europa o en Sudamérica?
Esta crisis nos ha tocado a todos. Y me parece que nos ha resaltado las grandes debilidades como sociedad que tenemos. Pero indudablemente hay una brecha muy grande en esta diferencia. Si a vosotros acá os pilló desprevenidos y sin preparación, allí ha sido mucho más compleja la realidad que llegó. Hospitales sin recursos, empleos que se han caído, el mismo desorden social que nos caracteriza allí, el hambre que azota a muchas familias que vivían de lo que trabajaban diario como “vendedores informales”, es decir, en las calles, afueras de los supermercados, en los semáforos, etcétera. Hay un abismo de diferencias.

¿Y cómo considera que nos puede estar afectando, como sociedad y como Iglesia dentro de esta sociedad, esta pandemia?
Pensaba que esta pandemia nos llevaría a ser más humanos y a valorar lo que tenemos, en especial a fortalecer el valor incalculable de la vida. Pero somos seres que olvidamos fácilmente y nuestro egoísmo nos hace pensar que yo no tendría en esto nada que perder, pero ahí arrasamos con las personas que están a nuestro lado y que nos aman. Aún prevalece mi “yo”, cuando esta situación cada vez más nos invita a pensar en el “nosotros”. Como iglesia debemos continuar en el anuncio del evangelio que es Cristo el Señor y es el escenario preciso para sacar la mejor muestra de ese Dios que es Amor.

Y, como responsable de la pastoral vocacional, ¿cómo puede afectar a los más jóvenes?
En ocasiones temo que los jóvenes se creen inmunes ante los efectos de la pandemia en la salud y eso puede ser algo egoísta. Quizá para muchos esto es tema solo de mayores, por eso los excesos en algunas partes después del estado de alarma. Si esto implicara solo la decisión individual, cada uno sería libre y respetado en la que asumiera, pero está demostrado que mi decisión implica el bienestar de otros. Ojalá esto lleve a valorar en el joven el sentido de su vida, de su familia, de su futuro, de sus amistades.

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