Adrián Salzedo tiene 31 años y ya ha protagonizado los musicales El Médico y Malinche, la serie de El Cid (Prime Video) o la película Tini: el gran cambio de Violetta (Disney), en 2016. Esta temporada, se convierte —junto a Toño Casado y un reparto privilegiado— en Jesús de Nazaret, para Viacrucis, el Musical, que lució de un modo extraordinario el viernes en la catedral-basílica de Ntra. Sra. del Pilar.
Jesús de Nazaret, ¿qué se siente?
Mi sensación ha ido cambiando bastante. Al principio, tenía un punto hasta de temor. Era una responsabilidad muy grande. Piensa que es una figura muy querida. Hay una presión que requiere un poco de seriedad. Hay que tomárselo muy en serio, no es interpretar a cualquier persona.
Entonces, al principio estaba bastante asustado y me decía: «Espero poder estar a la altura de lo que la gente piensa». Pero luego me di cuenta de que eso es imposible. Porque cada persona tiene una visión de Él y lo ama de una manera. Sin embargo, hay una cosa en común para todas las personas del mundo: Jesús es Amor. La forma en que se recibe es el amor. Cuando entendí eso, ya todo estuvo perfecto. Simplemente, era de tratar a las personas con amor, con cariño, con afecto. Aceptando, perdonando… también a ti mismo, etc. Ha sido un disfrute. La verdad es que me regala momentos muy bonitos el hacer de Jesús.
Compartir con Toño este viaje a Zaragoza ha sido una experiencia muy bonita
¿Qué te ha supuesto formar parte de este auto sacramental en un marco como es la casa de la Virgen del Pilar?
¡Se me juntan cosas! Por ejemplo, las veces que he ido a la catedral basílica, nunca podía acceder desde la mitad de la catedral, porque estaba cerrada por cualquier motivo. Me encanta la historia y me encanta visitar todos los templos, ¡pero nunca pude!
Entonces, el poder haber venido esta vez, que nos abriesen las puertas como si fuera nuestra casa, ¡me he sentido como en mi casa, la verdad! A parte, es que está mucho más limpia que mi casa, así que me he sentido mejor aún (risas). El poder cantar allí, el poder actuar en ese lugar con tanta energía acumulada, tan mágico… ¡es un regalo! Es una experiencia de mi vida que me llevo para siempre. Algo que contaré a mis nietos
¿Qué experiencia te ha traído el hecho de trabajar con Toño Casado en Zaragoza?
A ver, Toño es una persona maravillosa. A mi me conquistó desde «el minuto uno». Yo no le conocía. El vino a verme al musical de El Médico, allí en Madrid. Y, al terminar, de repente, se me acerca un señor y se me presenta como Toño Casado. Me dice que es cura. Hablando con él, me dice: «Me gusta mucho tu trabajo. Hagamos algo juntos en un futuro, ¿no?». Y yo: «Claro, claro. Sí». Pero ya está. Allí se quedó.
Al tiempo, volvemos a retomar el contacto y me ofrece Viacrucis, el Musical. En Zaragoza, además, para el papel de Jesús. Cuando entré en la aventura, he ido descubriendo a una cantidad y a una calidad de personas maravillosas. Y entre ellos, está Toño. Es una persona generosa, creativa… ¡Es un artista de los pies a la cabeza! Es asombroso. Cada día, descubres un talento nuevo. Ayer mismo me enteré de que, además de pintar y componer, es escultor. Es una mente privilegiada.
Como le tiene tanto cariño a Zaragoza, te impregna de alegría paseando por las calles, irradia luz, «buen rollo», por decirlo coloquialmente. Ha sido una experiencia muy bonita poder compartir con Toño este viaje a Zaragoza.
El musical aporta la llamada a la unión, a ir todos a una
¿Qué crees que ha aportado tanto a los jóvenes de la primera sesión hasta a los más mayores que vieron y rezaron Viacrucis el 17 de marzo, y qué aportará a ese público de Madrid en futuras sesiones?
Esto lo hablaba con varios amigos: el mensaje de Viacrucis. Creo que aporta, sin duda alguna, el hecho de que desarrollemos esa capacidad de ayudar a los demás. Lo que dice Toño: el cargar la Cruz de Cristo no es nada antiguo. Es una cosa actual que sucede. Si cambiamos la palabra «cruz» por la palabra «problemas», cada uno cargamos con los nuestros, con nuestras necesidades.
Es muy bonito y muy importante el observar a los que nos rodean, intentar ayudarlos y tratarlos desde el amor, desde el respeto. No aceptar el bullying en el colegio, por ejemplo. Ayudemos, protejamos al que lo recibe y charlemos con el que lo hace. Ayudemos también a entender esa necesidad de herir, de dónde viene. Es un mensaje sano y bonito: cargar con la cruz de los demás, además de la nuestra y dejarnos ayudar.
En la Iglesia, atravesamos el Sínodo sobre la Sinodalidad. Dicen que «si vas solo, llegas antes; pero si vas con los demás, llegas más lejos». De la mano del musical, ¿habéis aprendido a caminar juntos?
Te entiendo perfectamente. Llevaría la pregunta al terreno de la fe. Al musical han venido personas creyentes y no creyentes. De todos gustos y colores. Y hay algo muy bonito que nos ha enseñado este musical: «Tengas la espiritualidad que tengas, estemos juntos». Cada uno tenemos que hacer este trabajo personal, pero si crees en el amor, ayuda a quien te rodea, a quién está contigo. Y si estás con alguien que no ama a Jesús, ayúdale a ver que es Amor. Y cuanto más juntos estemos, como dices, más lejos llegaremos. Por eso creo que el musical aporta esta necesidad de unión: «Todos a una».
Por último, Adri, si quieres animar a los que estén en Madrid a acudir a veros en la parroquia del Pilar (C/ Juan Bravo, 40) los últimos días de marzo…
Sí, por favor. ¡Qué decir! Se trata de un mensaje hermoso, vital, necesario. Para todas las personas. Seas creyente o no. Tengas una espiritualidad más o menos desarrollada. Tengas odio o amor dentro… Creo que es necesario que nos recuerden que hacer el bien es bueno, que nos hace ser mejores. Que evolucionaremos y llegaremos más lejos. Además, es una grata satisfacción el sentirte bien rodeado. Y las personas que vienen a ver el Viacrucis siempre salen felices. Entonces, aunque sea por un momento de felicidad en unos tiempos tan oscuros, ya creo que vale la pena regalarte este tiempo para meditar y reflexionar sobre todo lo que nos rodea. Y el Viacrucis puede ayudar bastante a eso, ¡así que venid!