Adiós agradecido a las Clarisas Capuchinas de Calatayud

Diócesis de Tarazona
27 de marzo de 2025

El Monasterio de la Inmaculada Concepción de las Madres Capuchinas de Calatayud cerró sus puertas el pasado domingo 23 de marzo, tras 370 años en la ciudad, con una misa. A la celebración de la eucaristía asistió un importante número de fieles, entre ellos los que asistían a diario a la misa, y que quisieron acompañar a las hermanas para darles las gracias por su presencia y recordar los momentos de oración, celebración y encuentro disfrutados en el monasterio en presencia del Señor.

El cierre viene motivado principalmente por la falta de vocaciones y en el convento de las Capuchinas de Calatayud se evidenciaba esta circunstancia con el escaso número de hermanas que lo habitaban en la actualidad: Sor Elvira y Sor Ana. A todo esto hay que sumar las orientaciones de la instrucción Cor Orans sobre la renovación de la vida contemplativa femenina en la Iglesia. Tras una meditada y larga reflexión, la Federación de la Orden de las Capuchinas decidió tomar esta dolorosa y difícil decisión.

La última eucaristía en la iglesia del Monasterio fue presidida por el sacerdote D. Rudesindo Delgado y concelebrada por varios sacerdotes. Fue una celebración de Acción de Gracias donde se leyó un poema escrito por el sacerdote Julián del Olmo, que decía así; “en algún momento hubo cerca de treinta monjas, como en 1956, cuando se inundó el convento y hubo que desalojar la comunidad”.

El mismo escrito literario rezaba: “¿por qué se van?, se van porque las celdas y el coro se quedaron vacíos, porque Dios se fue llevando a las mayores y no hubo relevo vocacional”. “El convento es demasiado grande para una comunidad reducida a su mínima expresión que, canónicamente, ya no era comunidad”.

 

Las Hermanas Capuchinas dieron las gracias por el cariño recibido, por ellas y por todas las que han pasado durante los cuatro siglos que el monasterio ha permanecido en Calatayud. Y como decía el poema de Julián del Olmo: “se van, con pena por su parte y por la nuestra. Se van dejando su convento y su iglesia, que ha sido casa de oración para todos. Se van, llevándose el cariño y el agradecimiento de los bilbilitanos”.

Las dos hermanas que quedaban en el Monasterio han elegido libre y personalmente a qué comunidad incorporarse -como garantiza la Iglesia en estas situaciones-, con el fin de poder seguir encarnando el carisma al que fueron llamadas. Marchan al Monasterio que la Orden tiene en Caspe. Las Hermanas Clarisas Capuchinas se marchan  con la satisfacción y el cariño mostrado por los que ellas tanto han rezado y encomendado, sus “paisanos bilbilitanos”.

Por su parte, el obispo de Tarazona, Mons. Vicente Rebollo, el vicario general, don Javier Bernal, el delegado de la Vida Consagrada, don José Manuel Vargas, la Madre Federal, Hna. Mª José Cano,   su consejo  y el Asistente de la Federación, Domingo Añó Cebolla, mantuvieron un encuentro para despedir a las dos hermanas que residían en el convento de Calatayud: Sor Ana y Sor Elvira. Don Vicente les agradeció su presencia durante tantos años así como la perseverancia, trabajo y constancia de las dos últimas religiosas de la comunidad y aprovechó la ocasión para animar a todos para seguir rezando por las vocaciones. El delegado de la Vida Consagrada fue el encargado de despedirlas en el momento de partir hacia Caspe.

Que esta Bendición, Paz y Bien, sea la súplica al Señor para que Sor Ana y Sor Elvira, sean un ejemplo de vida entregada al Señor

Que Nuestra Madre, la Virgen de la Peña, proteja con sus entrañas maternales a sus hijas e interceda por nuestra diócesis ante su Hijo, para que envíe vocaciones al servicio de la Iglesia.

Javier Bernal.
Vicario General

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