El reto de la evangelización, en estos tiempos convulsos, nos debe hacer buscar nuevos caminos que nos permitan seguir anunciando el Evangelio con alegría, audacia y creatividad. Las cicatrices que nos ha dejado la pandemia estos dos últimos años, la guerra de Ucrania y otras tantas guerras silenciadas que golpean la paz del mundo y la convivencia pacífica de todos, indudablemente, nos condicionan.
Es en este contexto donde debemos anunciar el evangelio y más con el encargo recibido por el papa Francisco, que nos mueve a ser Iglesia sinodal para poder construir una “Iglesia distinta”. Este gozoso proceso que está viviendo toda la Iglesia, también la diocesana, debe ir siempre encaminado a la misión. Comunión entre todos y participación de todos, para consolidar la misión de la Iglesia. Sí, el Papa nos pide ser Iglesia en salida, en estado de misión permanente. Quizá lo que descubrimos es que tenemos caminos trazados para los que se acercan a nuestras comunidades. Pero también constatamos que nos cuesta acertar en el cómo llegar a los alejados y a los ausentes, que no forman parte de las mismas o viven con total indiferencia la cuestión de la fe.
El equipo de la Delegación Diocesana para el Plan Pastoral VITA, para intentar iluminar esta inquietud, nos propone una formación con el fin de dotarnos de la metodología adecuada y de los instrumentos necesarios, que nos permitan hacer propuestas renovadas de evangelización en nuestras parroquias y comunidades. Para ello nos acompañará Carlos Luna, experto en marketing religioso, que ya participó en la inauguración del curso pastoral el pasado 16 de octubre.
Su tarea consistirá en impartir dos charlas introductorias, el 29 de marzo y el 27 de abril, y de un curso intensivo de 6 sábados entre mayo y septiembre. En el curso se nos propondrá el aprender a conocer mejor la realidad que nos rodea y acercarnos a ella, “cruzar a la otra orilla”, para poder buscar nuevos espacios para proponer el Evangelio. También crear contenidos renovados en nuestras propuestas de evangelización que despierten interés real en los destinatarios y les ayuden a abrirse a la trascendencia. Y, a su vez, mejorar nuestras comunicaciones para que sean más eficaces y evangelizadoras.
El curso es exigente, ciertamente, pero los responsables diocesanos de VITA entienden que es necesario para seguir caminando en ese reto de renovar nuestra acción pastoral. También yo creo que es un curso necesario y una magnífica oportunidad para generar equipos diocesanos y parroquiales de trabajo, con herramientas y metodología pastoral renovadas, que nos permitan afrontar con ilusión estos nuevos tiempos en los que nos toca vivir. Estoy convencido que la gracia del Espíritu Santo no nos va a faltar en este nuevo proyecto, que ponemos como siempre bajo la poderosa intercesión de la Virgen del Pilar.