Cada 25 de marzo, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida, coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación del Señor. Este año, bajo el lema «Abrazando la vida, construimos esperanza», la celebración adquiere una relevancia especial en el marco del Jubileo 2025, convocado por el papa Francisco con el lema «Peregrinos de esperanza».
Una invitación a la esperanza
En su mensaje para esta jornada, los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida nos recuerdan que la vida humana es un don precioso que debe ser acogido y protegido. Inspirados en la bula Spes non confundit del Santo Padre, se nos invita a reconocer los signos de esperanza en nuestro tiempo y a renovar nuestro compromiso con la defensa de la vida desde su concepción hasta su fin natural.
En un mundo marcado por la inmediatez y la búsqueda de satisfacciones efímeras, la Iglesia nos llama a una profunda reflexión sobre el sentido de la existencia. Preguntas fundamentales como «¿Qué es el hombre?», «¿Cuál es el sentido del dolor y la muerte?» o «¿Qué hay después de esta vida?» encuentran su respuesta en Jesucristo, quien nos revela el amor incondicional de Dios y la vocación del ser humano a la plenitud.
El reto del «invierno demográfico»
Uno de los grandes desafíos que enfrenta nuestra sociedad es el descenso de la natalidad, un fenómeno que el papa Francisco ha denominado «invierno demográfico». La precariedad laboral, la incertidumbre económica y una cultura que prioriza el beneficio sobre las relaciones humanas han generado un escenario en el que formar una familia se vuelve cada vez más difícil.
En España, los datos son alarmantes: desde la aprobación de la ley del aborto en 1985, más de 2,5 millones de vidas han sido interrumpidas. Solo en 2023, se registraron 103.097 abortos. Frente a esta realidad, la Iglesia reafirma su compromiso con la promoción de una cultura de la vida, apoyando a las familias y fomentando políticas que favorezcan la natalidad y la protección de la maternidad.
La familia: esperanza para el futuro
El matrimonio cristiano, basado en la entrega mutua entre un hombre y una mujer, es el fundamento de una sociedad esperanzada. En la apertura a la vida y en la acogida de los hijos como don de Dios, el amor conyugal se convierte en signo visible del amor divino. Por ello, es fundamental que los gobiernos y la sociedad en su conjunto impulsen medidas que faciliten la conciliación familiar y laboral, garanticen empleos dignos y promuevan una cultura que valore y apoye la maternidad.
Un llamado a la acción
La Jornada por la Vida no es solo una ocasión para la reflexión, sino también para la acción. La Iglesia invita a todos los fieles a trabajar por una «alianza social para la esperanza», que trascienda ideologías y priorice el bienestar de las familias. Como dice el papa Francisco, el futuro se construye con «la sonrisa de muchos niños y niñas que vendrán a llenar las tantas cunas vacías que ya hay en numerosas partes del mundo».
En esta jornada, renovemos nuestro compromiso con la vida y la esperanza, abrazando el don de la existencia y promoviendo un futuro en el que cada ser humano sea valorado y amado desde su concepción hasta su muerte natural.