Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma
«Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud” (Ex 20,2)». Así comienza el escrito que con motivo de la Cuaresma nos dirige este año en Santo Padre. Francisco nos recuerda que «la Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida». El pontífice nos anima a vivir la Cuaresma de forma concreta: «el primer paso es querer ver la realidad», imitando al Dios que se revela a Moisés y le dice: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos».
En la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad; el destello de una nueva esperanza
Ante el grito que siguen dando tantos hermanos y hermanas oprimidos, el papa nos pregunta: «¿nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve?». Francisco nos asegura que «el camino cuaresmal será concreto si, al escucharlas de nuevo, confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón», es decir, sin esperanza, que hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad. El papa advierte de hecho que «lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. Es un impedimento para soñar», apunta. Y nos pide no apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas que, «en lugar de unirnos, nos enfrentarán». Francisco culmina su mensaje con las palabras que dirigió a los jóvenes en Lisboa el verano pasado: «Busquen y arriesguen, busquen y arriesguen»
Enlace al mensaje completo de Su Santidad:
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2024/02/01/010224a.html