Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y de la Salud en el Trabajo, que se celebra el próximo 28 de abril, los departamentos de Pastoral de la Salud y de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española han hecho pública una nota titulada El trabajo decente: un bien para la salud mental. En ella, la Iglesia nos recuerda que las condiciones laborales no son solo un asunto económico o legal, sino que afectan profundamente a la salud integral de la persona.
Una llamada urgente: dignificar el trabajo
La nota arranca recordando las palabras del Papa Francisco, quien siempre ha denunciado la presión constante, los ritmos forzados y el estrés laboral que sacrifican las relaciones humanas en nombre del beneficio: «Es un trabajo “mercantilizado”, que crece en nuestro contexto, dominado por un mercado que se hace cada vez más acelerado y complejo para ser competitivo».
El Día Mundial de la Seguridad y de la Salud en el Trabajo, instaurado en 2003, invita a la reflexión sobre la siniestralidad laboral y la necesidad de crear condiciones laborales dignas, saludables y seguras. No se trata solo de evitar accidentes visibles, sino de atender también a los riesgos invisibles, como el deterioro de la salud mental.
Salud mental y condiciones laborales: una relación innegable
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como «un estado de bienestar mental que permite a las personas afrontar el estrés de la vida, desarrollar sus capacidades, aprender y trabajar bien y contribuir a su comunidad». Sin embargo, esta definición se vuelve inalcanzable para miles de trabajadores que sufren precariedad, acoso o condiciones laborales tóxicas.
Un trágico ejemplo lo encontramos en el caso de un trabajador del Ayuntamiento de Albacete, quien, tras un largo proceso de incapacidad temporal y ante la imposibilidad de conseguir un cambio de puesto, terminó quitándose la vida en 2017. Una sentencia pionera reconoció su suicidio como accidente laboral, visibilizando una realidad dolorosa: las condiciones laborales pueden llegar a enfermar y matar.
Los datos son alarmantes. En España, en 2023 se registraron 597.686 bajas laborales relacionadas con trastornos mentales y de comportamiento, un 13,6 % más que el año anterior. La precariedad laboral multiplica por 2,5 el riesgo de padecer mala salud mental, especialmente entre mujeres y trabajadores manuales. Estudios recientes revelan que si se eliminaran las condiciones de precariedad, podrían evitarse cerca del 17 % de los casos de mala salud mental en la población asalariada.
El derecho al trabajo digno para todos
El informe subraya también las enormes dificultades de acceso al empleo a las que se enfrentan las personas con problemas de salud mental. Aunque el trabajo en un entorno seguro puede favorecer su recuperación e inclusión, en Europa alrededor del 80 % de las personas con trastornos mentales graves se encuentran desempleadas, pese a que la mayoría desea trabajar.
Frente a esta realidad, la Iglesia recuerda que toda persona tiene derecho al trabajo, y que este debe ser fuente de vida y dignidad, no de sufrimiento. Como afirma la nota: «Para la Iglesia, la salud no sólo se refiere al cuerpo, sino sobre todo a la integralidad de la persona con todos sus componentes psicológicos, sociales, culturales, éticos y espirituales».
Una cultura del cuidado y la escucha
La precarización y la inseguridad en el trabajo no solo afectan al bienestar material, sino que minan la estabilidad psicológica y la esperanza de millones de personas. Lo señalaba ya Benedicto XVI en Caritas in veritate: «Cuando la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para abrirse caminos coherentes en la vida».
Por eso, desde la Pastoral de la Salud y la Pastoral del Trabajo se hace un llamamiento a construir entornos laborales que respeten la dignidad humana, fomenten el bienestar integral y promuevan una verdadera cultura del cuidado. Acompañar, escuchar y proteger a cada trabajador y trabajadora debe ser una prioridad para toda la sociedad.
Este 28 de abril, la Iglesia nos invita a abrir los ojos ante una realidad silenciada y a comprometernos en la defensa del trabajo decente como un bien para la salud mental y para la vida digna de todas las personas.