La madre María del Carmen del Amo Guerrero es la general de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles, conocidas sencillamente como ‘las angélicas’. Es la séptima superiora general de una congregación fundada por santa Genoveva Torres Morales en Valencia, en 1911, y que llegó a Zaragoza un año después. Nada más llegar, la Santa Madre dice a sus hijas y compañeras: “La Virgen del Pilar nos cuida. Somos sus hijas, estamos a sus pies”.
¿Cuál es el carisma de ‘las angélicas’? Muy sencillo: proyectar la misericordia del Corazón de Jesús a las personas que están en soledad. San Juan Pablo II, en la beatificación de nuestra madre, dijo de ella que era “un instrumento de la misericordia y de la ternura de Dios”.
Unas palabras que bien pudiera haber suscrito el papa Francisco. Desde luego, santa Genoveva fue una pionera en acompañar a la mujer en una época en la que estaba muy desprotegida. Nosotras continuamos llevando la ternura a niñas, jóvenes y mayores. Lo nuestro es acompañar, atender, auxiliar y consolar. Desde los comienzos nos llaman ‘ángeles de la soledad’. A pesar de que muchas personas tiene medios, la soledad no deseada es una gran pobreza que debemos remediar.
“Nuestro carisma es acompañar a las personas que viven en soledad, llevándoles la ternura de Dios”
¿Mujeres o también hombres? Normalmente atendemos a mujeres, pero hay algunos casos en los que extendemos nuestro servicio a varones. Por ejemplo, en Colombia o en Venezuela. En este último país intentamos dar de comer cada día a unos cien niños, cada vez es más difícil, pero los mismos niños animan a las hermanas: “Solo verlas nos da la esperanza y la confianza de que Dios no nos olvida”.
¿Y en Zaragoza? En Zaragoza, en plena plaza del Pilar, tenemos nuestra residencia con ciento setenta señoras residentes, una plantilla de cincuenta trabajadores y quince religiosas. Las hermanas conocen a todas las señoras y las escuchan. Por ejemplo, la hermana Gregoria, a pesar de su avanzada edad, sigue sacando todas las mañana a una mujer mayor a pasear. Cada día una. Seguimos cumpliendo la misión de velar y acompañar.
También tienen religiosas mayores. Sí, están en nuestra casa de la Venta del Olivar. Las cuidamos y ellas siguen cumpliendo su vocación desde la contemplación y la oración. Nos ayudan mucho y son un ejemplo.
La culpa la tiene santa Genoveva, ¿no? Ella se quedó huérfana de padre cuando tenía un año. Su madre murió cuando Genoveva tenía ocho. Sus hermanos fueron muriendo y solo quedaron el mayor, José, y ella. José cuidaba el campo. Genoveva cuidaba la casa. Pero esta situación de soledad no la vive replegándose, sino que de ella brota nuestro carisma de ‘ángeles de la soledad’. Repetía muchas veces “solo Dios” o “solo Dios basta”, hasta tal punto, que sus escritos tienen destellos comparables a la mística teresiana.
¿Qué relación tenía santa Genoveva con la Virgen? Muy cercana e intensa. En nuestra casa de Zaragoza decía que “la primera residente” era María. Lo hacía mirando una imagen de la Piedad que le regalaron y que conservamos en el coro. María sola, con su hijo muerto en los brazos. Siempre quiso estar muy cerca del Pilar y, por si fuera poco, el doce de octubre de dos mil diecinueve se aprobó en Roma el texto actualizado de nuestras Constituciones. Todo tiene que ver con María.
Santa Genoveva cumpliría este tres de enero ciento cincuenta años, ¿cómo van a celebrarlo? Con gran gozo y con mucha gratitud a Dios: hemos visto cómo su mano poderosa, ha hecho obras grandes en nuestra Santa Madre, si no, ¿cómo habría sido posible que, a pesar de sus grandes limitaciones físicas, sacase adelante nuestra congregación? Además, el viernes tres de enero vamos a tener una misa en el Pilar, a las seis de la tarde, presidida por el Arzobispo. Por otra parte, en Almenara (Castellón), ese mismo día y a la misma hora, la parroquia ha organizado otra misa y una procesión.