Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Vivid para una sociedad más fraterna

17 de agosto de 2022
  • Respetad a todos. Sus personas. sus ideas. No juzguéis a nadie. No dividáis a los hombres en buenos y malos.
  • Sed nobles. Amigos de la verdad. No seáis hipócritas. No busquéis vuestra conveniencia.
  • Estad al lado de quien os necesita. No busquéis nunca el apoyo del fuerte.
  • Sed obreros de una nueva sociedad. No mantengáis privilegios para nadie. Ni los queráis para vosotros.
  • Manteneos libres de toda comodidad y egoísmo. Sólo el amor es maestro de libertad. Cread libertad frente a las cosas, al dinero, al consumo, al poderoso, frente a toda droga alienante.
  • Sed críticos con vosotros mismos. Y que vuestra crítica os lleve a la acción transformadora de vuestra vida.
  • Trabajad. Lo suficiente y necesario para vivir, para ayudar, para crear justicia y bienes para todos. No os esclavicéis al trabajo para tener más.
  • Sed alegres. Animad a todos. Comunicad esperanza siempre. Aunque os duela la vida y la sociedad. Aunque la injusticia os haga sangrar.
  • Buscad siempre construir, nunca destruir. Sed enemigos de toda violencia. De palabras y de hechos violentos.
  • Sentid la alegría de ser cristianos.

Porque “os ha tocado en suerte una fe tan preciosa” (2 Ped 1,1).

Porque “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino un espíritu de valentía, de amor y de dominio propio” (2 Tim 1,7).

Porque “sé de quién me he fiado y estoy convencido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio” (2 Tim 1,12)

Este texto es de junio de 1978. Lo ofrezco ahora, sin retocar ni el título, en 2022. Lo redacté para entregárselo, como despedida, a los adolescentes-jóvenes a quienes había acompañado como formador en el Seminario Menor de Tarazona. Yo dejaba esa misión y quise ofrecerles este pequeño ‘testamento’. Lo guardé. Y me he acordado de él al redactar mis dos últimas reflexiones: Una nota, una palabra, una gota, un grano y Somos sinfonía. Y, como tercera aportación, hoy está hoy aquí.

Pienso que, de alguna manera, sigue siendo actual. Por eso, no lo retoco. Porque me da la impresión de que puede ayudarnos a colaborar en la sinfonía que somos. Y que la interpretamos y enriquecemos siendo solamente una nota, una palabra, una gota, un grano, una piedra de la casa.

El hecho de traerlo de nuevo, sin ninguna pretensión especial, nos recuerda que el deseo y el compromiso de ser, hacer, conservar, fortalecer esa sinfonía, es una constante de la humanidad. No solo es una constante la superficialidad y el egoísmo o la indiferencia. Más bien es al revés: si no triunfa totalmente la superficialidad, el egoísmo y la indiferencia… es porque siempre hay quienes creen en la sinfonía que somos y viven para que siga sonando bien y cada vez mejor.

Nos lo recuerdan las grandes personas e importantes hechos y corrientes humanas solidarias, que mejoraron y las que mejoran nuestro mundo. En las que, aun en medio de decepciones, sigo creyendo, con esperanza en la humanidad y, como cristiano, porque “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino un espíritu de valentía, de amor y de dominio propio” (2 Tim 1,7). Y su Espíritu está siempre actuando en toda persona y en todo lugar, que le den espacio.

Y también recordar lo bello y positivo que hay y hacemos en el mundo para que, ante la realidad ya mencionada de la persistencia de la indiferencia y del egoísmo, no caigamos en la verdad dolorosa de esta frase de George Steiner: “Los hombres son cómplices de cuánto les deja indiferentes”[1]. Esto es: somos cómplices de todo cuanto sucede de negativo en el mundo, si no hemos hecho nada de lo pequeño, sencillo y humilde que podemos hacer en nuestras vidas porque lo que pasa nos da igual. Y somos cómplices de todo lo bello y positivo cuando no somos indiferentes y colaboramos en ello.

Aceptando libremente lo que ya nos dejó escrito San Pablo hace 2000 años: “Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta” (Fil 4,8). Así contribuiremos silenciosa y eficazmente, poco a poco, sin prisas y sin pausas, a una sociedad más fraterna. No está prohibido soñar. Y, si lo hacemos juntos, mucho mejor. Me parece


[1] Citado por Gregorio Delgado del Río. Cómplices de cuanto nos deja indiferentes. Religión Digital – 21.10.2019.

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