Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Vamos a bautizarnos

9 de abril de 2025

– Yo ya estoy bautizado. Cuando tenía cinco días, me bautizaron.
– También yo estoy bautizado. Desde muy pequeño.
– En mi familia, todos estamos bautizados. Hasta mi hermano que nació hace seis meses.
– Sí. Todo eso ya me lo sé. Pero… ¡vamos a bautizarnos! ¡A renovar nuestro bautismo!

 Podemos encontrarnos en distintas situaciones personales ante el hecho de que ya estamos bautizados.
Unos lo han olvidado tanto que ni se acuerdan de que están bautizados. Es como si no lo estuvieran. No se sienten cristianos. No les interesa la vida de la Iglesia. No participan en nada. Ni siquiera en la Eucaristía dominical.
Hay bautizados que ya no bautizan a sus hijos. Normal y coherente porque no les van a ayudar en su crecimiento cristiano. Nadie da lo que no tiene. Si no valoran su propio bautismo, menos valorarán el de sus hijos. Y bautizarlos porque todavía sigue esa ‘costumbre’, es muy poco serio con respeto a la fe.

En este momento de mi escrito, quiero decir que no estoy lamentándome, ni afirmando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Es nuestra realidad de hoy, creo.

Muchos fueron bautizados porque era lo normal, casi obligatorio. Ser español y católico era ‘lo que se llevaba’, casi ‘lo obligatorio’. De esto no hace muchos años. En los que la religión católica en España era la única religión permitida.

Gracias a Dios, esta situación ‘nacional católica’ ya pasó. Ahora una persona es cristiana porque está convencida desde la fe que Jesús es ‘el único Señor’ que nos ama como nadie nos amó ni nos amará jamás. Es el ‘signo’ del amor indestructible del Padre.

Tú, que me lees, no sé en qué situación te encuentras. Ojalá que conscientemente bautizado y miembro activo en la Iglesia.

O puede ser que pienses poco o nada en el hecho de que estás bautizado como hijo de Dios -todos lo somos con o sin bautismo-.

Vamos a celebrar la Semana Santa y la Pascua. La Pascua no es solamente celebrar la muerte y resurrección de Jesús. Es también la fiesta de nuestro bautismo. ‘Hacemos memoria’ de él y lo renovamos. En la Vigilia Pascual, esa celebración a la que no deberíamos faltar ningún bautizado. Solamente los impedidos y enfermos.

Por eso, Semana Santa y Pascua no son celebraciones simplemente externas, visualizadas en procesiones y tambores. Recordamos y celebramos que hemos sido bautizados en y por Cristo. Y lo agradecemos con toda el alma. Y con toda el alma, lo renovamos una vez más. Para seguir avanzando en el seguimiento de Cristo, a quien amamos y seguimos desde nuestra debilidad.

Celebrar la Semana Santa y Pascua, en nuestra vida personal y familiar, tiene su culmen en la renovación consciente, esperanzada y agradecida de nuestro bautismo. Todo lo que no nos ayude a esto, necesita una renovación o una despedida.

Vayamos, como siempre, a lo esencial. No podemos hacerlo de otra manera si queremos que sea verdad.

“Somos miembros de un cuerpo, que es la Iglesia. Nuestra misión no es tanto dejar nuestra huella como transmitir el Evangelio que es la encomienda bautismal que hemos recibido”.[1]

 

[1] Cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, a un grupo de ‘influencers’ católicos. VIDA NUEVA. 23-28 marzo 2025. Nº 3404. Pág. 20)

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