Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

“Unida, fraterna, hospitalaria, puertas abiertas a todos, todos, todos»

15 de noviembre de 2023

Así debe ser la Iglesia.

“Rígida, acorazada contra el mundo, tibia. Que se rinde ante las modas del mundo. Cansada, replegada en sí misma”.

Así, no es la Iglesia de Jesús. Es ‘otra cosa’, no la Iglesia.

Las dos afirmaciones nos las dijo el Papa Francisco en su homilía de la Eucaristía en la apertura de la primera sesión del Sínodo 2023-2024 (4 octubre 2023). Momento y ocasión muy solemnes, sin duda. Al comenzar una de las acciones más importantes de la Iglesia y promovida de modo intenso y novedoso por el Papa Francisco: un Sínodo. Que sigue llamándose Sínodo de los Obispos, pero en el que participan por primera vez con voz y voto sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos (varones y mujeres). Sólo un Concilio Ecuménico, como el Vaticano II, supera en trascendencia a un Sínodo de los Obispos.

Con la protesta de algunos (incluso cardenales), está siendo acogido el Sínodo como una gracia por parte de la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. Para ‘caminar juntos’, que es precisamente lo que significa la palabra ‘sínodo’.

En esta primera asamblea han podido decidir 365 personas, de las que cerca del 75% son obispos. Por primera vez, han votado 70 laicos y 54 laicas. Todo un cambiazo positivo y esperanzado. Significa que estamos avanzando hacia una Iglesia ‘Pueblo de Dios’, en la que todos los bautizados somos corresponsables. Cada uno con su misión específica, igualmente necesaria e indispensable. Todos iguales, todos, por el Bautismo. Todos diversos por nuestra misión concreta en la totalidad de la Iglesia. Misión ejercida, normalmente, en la Iglesia Local, Particular o Diócesis, y en parroquia.

Y cada Iglesia Local, Particular o Diócesis, y cada parroquia están llamadas a elegir entre una de las dos formas de ser Iglesia. Y haberlas de las dos opciones, haylas. Diócesis, parroquias, santuarios, capillas abiertas a todos, todos, todos. Y Diócesis, parroquias, santuarios, capillas “rígida(s), acorazada(s) contra el mundo, tibia(s). Que se rinde(n) ante las modas del mundo. Cansada(s), replegada(s) en sí misma(s)”.

            Francisco, como Obispo de Roma, ya ha hecho la elección en su Diócesis, y propuesta para el entero mundo eclesial, para todo el Pueblo de Dios: “unida, fraterna, hospitalaria, (de) puertas abiertas a todos. A todos, todos, todos”.

            Es algo que Francisco nos repite y recuerda constantemente. Para muestra, un ejemplo que no cuesta nada encontrar en muchos, muchos, discursos, homilías, reflexiones del Papa. Dijo en la catequesis en la audiencia general 23 de octubre de 2019 sobre “la naturaleza de la Iglesia”, que no es “una fortaleza cerrada”, sino “una tienda de campaña» capaz de «agrandarse para recibir a todos»: es una Iglesia en salida, «una Iglesia con las puertas siempre abiertas».

Y siguió diciendo: la Iglesia es “en salida” o “no es Iglesia”, remarcando asimismo que la Iglesia «está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre». De modo que, «si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas».

Y, cuando alguien ‘entre’ por esas ‘puertas abiertas’, descubra que ahí vive una comunidad unida y diversa porque hay Alguien que mantiene unidos a todos los que entran. Es el Espíritu, añadió Francisco, quien de hecho “ayuda a superar las cerrazones y las tensiones, y trabaja en los corazones para que logren la unidad en la verdad y en el bien, para que alcancen la unidad”.

Terminó diciendo: “Pido al Señor que refuerce en nosotros y en todos los cristianos, especialmente en los obispos y en los presbíteros, el deseo y la responsabilidad por la comunión, el diálogo y el encuentro con todos los hermanos, sin excepción, para manifestar la fecundidad de la Iglesia, llamada a ser Madre feliz de muchos hijos”.

Si es así, no sucederá. como alguien ha dicho que, si la Iglesia se encierra en sí misma y confía más “en su prestigio, en su poder e influencia, tarde o temprano quedará reducida a una institución apagada, desabrida, sin color y entusiasmo”.

Francisco ya ha hecho la elección, que algunos, ¿muchos?, no aceptan.

Y ahí están para nosotros las dos opciones. ¡A elegir!

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