El cariño es el principal ingrediente de nuestro restaurante.
El secreto es un espacio diferente, ideal para disfrutar con tu familia y seres queridos de una experiencia gastronómica única, en un entorno privilegiado de Segovia.
Un lugar donde siempre pasan cosas bonitas.
(Dice el anuncio)
¿Podríamos transformarlo así?:
El cariño es el principal ingrediente de nuestra Iglesia.
El secreto es un espacio diferente, ideal para disfrutar con tu familia y seres queridos de una experiencia espiritual única, en un entorno privilegiado de… comunidad, fe, alegría, amor, participación, sencillez, libertad, esperanza.
Un lugar donde siempre pasan cosas bonitas.
Añadiendo: Y donde las desgracias, sinsabores y dificultades encuentran apoyo, acompañamiento, esperanza, fortaleza…
Claro que podríamos transformarlo. Además, tenemos un protagonista agente e inasequible al desaliento: el Espíritu Santo. Él une lo diverso sin robarle nada a lo diverso que Él une. Sencillamente, sorpresivamente, hace crecer lo diverso desde la unión creativa que enriquece a los diversos que une y fecunda. Él regala carismas diferentes “a cada uno… para el bien común.” (1 Cor 12, 7)
Si ‘el cariño’ es el ‘principal ingrediente’ de un restaurante, ¿qué tendríamos que decir del cariño en la Iglesia?
Primero de todo: aprender del Señor: ‘ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz” (Lc 16,8) y cumplirlo no para ser más astutos que los hijos de este mundo en plan competición, sino para ser más cariñosos que nadie porque anunciamos que “Dios es amor… y si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Jn 4,9.11). Y el amor sin cariño no es amor. El amor sin cariño es aguantar y soportar al otro porque hay que aparentar o ‘porque Dios lo manda’. ¿Eso es amar?
EL CARIÑO…
¿Es lo que transmitimos los presbíteros cuando presidimos la Eucaristía?
¿Es lo primero que ven en nosotros los que nos contemplan o se nos acercan como presbíteros?
¿Es lo que descubren cuando conocen nuestras relaciones como presbíteros?
EL CARIÑO…
¿Es lo que se descubre enseguida entre los participantes en la Eucaristía?
EL CARIÑO…
¿Es lo que aparece cuando ayudamos-colaboramos con los más necesitados?
EL CARIÑO…
¿Es lo primero que ven entre cristianos, los no cristianos y los ‘no-practicantes’?
EL CARIÑO…
¿Es lo que hace que la Iglesia sea “Un lugar donde siempre pasan cosas bonitas”? ¿Y donde las desgracias, sinsabores y dificultades encuentran apoyo, acompañamiento, esperanza, fortaleza…?
Todos los cristianos de cualquier Iglesia y de todas las Iglesias, estamos convocados, desde nuestro bautismo, a colaborar para que la Iglesia sea “un espacio diferente, ideal para disfrutar con tu familia y seres queridos de una experiencia espiritual única, en un entorno privilegiado de… comunidad, fe, alegría, amor, participación, sencillez, libertad, esperanza”.
El cariño es un ingrediente principal -indispensable- en la vida de la Iglesia y en su misión evangelizadora. Sin él no hay vida en la Iglesia ni capacidad para evangelizar.
Reconozcamos, quienes debamos hacerlo y todos, que quizá nos falta cariño en la Iglesia. En el mundo, también y mucho