Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Traje de valentía

11 de agosto de 2021

“La crisis del Covid parece única porque afecta a la mayoría de la humanidad. pero es especial solo por su visibilidad. Existen miles de otras crisis igual de terribles, pero son tan lejanas a algunos de nosotros que podemos actuar como si no existieran. Pensemos, por ejemplo, en las guerras… la producción y el tráfico de armas… los cientos de miles de refugiados… la pobreza, el hambre y las faltas de oportunidad; el cambio climático” (Francisco, SOÑEMOS JUNTOS. Madrid 2020, pág. 5)

No es por amargar la vida a nadie, ni por estropear las vacaciones de los que pueden disfrutar de esa bendita ocasión. Pero, por un tiempo, comenzaré mis artículos con ese texto de Francisco. Por si alguien me lee. Es el telón de fondo presente en nuestra sociedad, nos guste o no nos guste. El hambre y la pobreza, por ejemplo, siguen presentes entre nosotros en las ‘colas del hambre’ que, según un periódico nada complaciente con la Iglesia, siguen creciendo. Ese mismo artículo alaba en esta ocasión y por este motivo a parroquias de Madrid.

Pues bien, en este contexto nunca olvidado ahora y siempre en la vida, necesitamos un “traje de valentía”[1] para vivir más dignamente. Un traje de valentía para entrar dentro de nosotros mismos y preguntarnos sobre los criterios por los que nos regimos en la vida, sobre nuestras zonas luminosas u oscuras. Para no ‘buscar fuera lo que está dentro’ de nosotros, como dice XAVIER GUILLAMET, pedagogo y escritor en el que fundamento mi aportación de hoy.

Ese traje de valentía tan ausente en hechos, reacciones, comportamientos de los que nos informan los medios de comunicación. Y que nosotros sentimos y palpamos en nuestro vivir diario. Un clima de superficialidad e irresponsabilidad alarmantes. Nos falta a muchos ese traje de valentía (también vemos a muchos bien vestidos de valentía) cuando actuamos irresponsable y egoístamente. No nos hemos puesto ese traje para preguntarnos seriamente ¿por qué actúo así? ¿Qué ‘ego’ me domina y no me permite abrirme a los demás?

Necesitamos ponernos esa valentía “para sanar todo cuando nos hiere o nos frena. También necesitamos humildad para reconocer lo bueno y, sobre todo, lo malo que iremos encontrando”. Necesitamos, sí (pensamos muchos), esa valentía. También nos hace falta calma y silencio interior para intentarlo. Aquí está la dificultad. Creer que no lo necesitamos o estar tan volcados al exterior que nos olvidamos que tenemos un interior que clama, pero no escuchamos. Fuera hay tanto ruido que invade nuestro interior, nuestra conciencia y no nos deja escucharlos.

Esta vestidura nueva, elegante y fuerte, buena, bonita y barata (en euros, gratuita) nos fortalece hasta descubrir que “no hay mayor felicidad que sentirse en paz con los demás, con nuestro entorno, con nosotros mismos y, por supuesto, con Dios”.

Conocernos a nosotros mismos por medio de este traje, invisible al exterior y muy vivo en nuestro adentro, nos lleva al agradecimiento y a la valoración de lo bueno que hay a nuestro alrededor. Hemos descubierto y aceptado lo bueno que hay en nosotros y valoramos lo bueno que nos rodea. Reconocer o descubrir lo malo de nuestra vida, engendra en nosotros un sentimiento de comprensión que nos hace más compasivos y acogedores de los demás con sus limitaciones y fallos.

Ejercitar este entrar en nosotros mismos nos ayuda a sentiros vivos. “Sentirse vivo no es solo respirar o comer… Hay muertos que respiran y comen, pero necesitan consumir de todo: desde pantallas de teléfono a estupefacientes o centros comerciales durante todo un día para sentirse vivos. El consumo es el dopaje de los infelices. Por eso se consume tanto”, dice nuestro autor.

Nombrar negativamente el consumo es nombrar a la bicha. Porque el consumo, dicen, mueve la economía, el trabajo… en la versión del liberalismo. Consumir satisface nuestras no-necesidades y nos sitúa por encima de los demás. El consumo tan vivo y extendido, hace sufrir a los que no pueden ni satisfacer lo necesario para una vida digna. Criticar el consumo es caer en el ‘lugar común’ de la crítica facilona, siguen diciendo. Pero, lo aceptemos o no, es “el dopaje de los infelices”. Decir esto sí que es nombrar a la bicha en una sociedad consumista.

Esta valentía debe formar parte de la vida del cristiano: “Jesús siempre nos pide ser sinceros, pero sinceros por dentro, y si algo asoma, que aparezca esa verdad, la que está dentro del corazón”. (FRANCISCO. Homilía – 20 de octubre de 2017).

El ego, nuestro yo, puede ser uno de los mayores enemigos de la fe, “puede ser un lobo o un cordero. Depende de nosotros alimentar a uno o al otro”. Pero “ellos, la Trinidad, pueden, aunque yo no pueda… Con fe y con los evangelios no hace falta mucha más cosa”, dice nuestro autor.


[1] XAVIER GUILLAMET. Vida Nueva. N° 3234. Agosto 2021. Pág. 43. Expresión que recojo de la entrevista en ese número. Me parece muy sugerente. En él me inspiro, si hay algo de inspiración en mi artículo. El autor es pedagogo y escritor.

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